Una de las más importantes responsabilidades de las y los ciudadanos es defender nuestro derecho al voto libre para elegir a nuestros gobernantes. Es el sustento legítimo de la democracia.
Debemos ser custodios del fortalecimiento y el avance democráticos. En calma y sin mayores contratiempos, se realizaron las elecciones del Estado de México y de Coahuila. Es justo reconocer que el Instituto Nacional Electoral cumplió a cabalidad con su responsabilidad. Enhorabuena, felicidades.
Vale la pena hacer algunas reflexiones con relación a este acontecimiento político. A pesar de la publicidad que el gobierno federal, los medios de comunicación, las organizaciones empresariales y hasta las iglesias dieron a las elecciones del Estado de México la gente no salió a votar. La participación no alcanzó 50 por ciento. Incluso fue más baja que en la pasada elección intermedia. La política y los políticos no están en la consideración de los ciudadanos. Su divorcio es evidente en la sociedad mexicana.
Las elecciones del pasado domingo en Edomex y Coahuila fueron plebiscitarias. La alta aceptación del presidente se tradujo en votos para Morena y su denuncia cotidiana de la corrupción del PRI y PAN provoca animadversión popular y rechazo hacia estos partidos.
En Coahuila, un gobierno priista con resultados concretos, defendiendo su condición partidista y con un buen candidato marcó la diferencia. Es cierto, la división de Morena ayudó, pero aun unidos la alianza hubiera ganado por ocho o diez puntos.
A diferencia de otras contiendas electorales del pasado reciente, en donde los gobernadores priistas se protegieron y entregaron la plaza, en Coahuila se defendió el color y el voto ciudadano. Hubo competencia democrática.
El manejo irresponsable de las encuestas fue otro elemento presente en esta jornada electoral. La manipulación de cifras no ayuda a la democracia. La guerra de las encuestas enrarece el ambiente y confunde a los electores. Además, la gran mayoría de las encuestadoras se equivocaron, pues le daban dos dígitos de ventaja a Morena en Edomex.
La candidata de la alianza hizo su trabajo. Juventud, discurso y entrega. La dejaron sola. El agravio popular contra el PRI fue mayor que su entusiasmo y buena fe. Sin embargo, el PRI obtuvo mayor votación que el PAN. Casi el doble.
El abstencionismo es el principal enemigo de la democracia. En México, los ciudadanos invisibles son millones. No participan, están al margen de los asuntos políticos. La transición democrática y la alternancia del poder sólo fueron posibles gracias a la alta participación de la gente en las urnas electorales. En 2018 el hartazgo popular en contra del gobierno hizo posible la llegada de López Obrador.
El reto nacional es despertar la conciencia adormilada de las y los ciudadanos. También se debe reconocer que existe un ambiente de normalidad en el país. No hay zozobra por crisis económica y de gobernabilidad. Los programas sociales en auge y las mañaneras imponiendo la agenda nacional. La oposición en el laberinto de la soledad, en el disfrute de sus prerrogativas y en la administración de sus pérdidas electorales.
Por su parte, en este proceso electoral el Verde y el PT fortalecieron su posición y fuerza ante Morena y se hacen indispensables para 2024.
Napoleón hablaba de la suerte como un factor de triunfo. Hoy es un buen día para el presidente López Obrador: Morena gana el Edomex, Dante Delgado anunció que va solo en 2024 y la alianza opositora informó que le cierra la entrada a cualquier corcholata del presidente. Más no se puede pedir, sería pecado de gula política. Es más, debe visitar su iglesia para dar gracias a Dios.
Ante esta realidad ninguna corcholata podrá cruzar el Rubicón. Se inicia la sucesión a la presidencia de la República. La suerte está echada. Que Dios reparta bendiciones para el pueblo de México.