Colaborador Invitado

De género y de cuánto genero

La preocupación por la brecha es competencia de muchos organismos e iniciativas a nivel mundial como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo.

Por Dra. Joaquina Niembro. Profesora-Investigadora, Facultad de Ingeniería de la Universidad Panamericana.

Dicen que las comparaciones son odiosas, yo agrego que incluso, pueden amargarte la existencia. Sin embargo, ofrecen perspectiva y dan claridad para evaluar entre elementos. Pensemos en comparar el desempeño académico entre los niños de la escuela Fulanita y el colegio Menganis, provenientes de entornos socioeconómicos diferentes. Es odioso, amargoso y evidente que las diferencias en rendimiento y desarrollo de potencial en los alumnos serán muy marcadas. Simplista y sin analizar causas y efectos, sirva lo anterior para hacer notar que esa diferencia es una brecha.

Las brechas son las distancias que permiten encontrar las áreas de oportunidad entre elementos que persiguen objetivos comunes, es decir, son comparaciones. Pocas comparaciones son tan odiosas y amargas como las de género. Para el INMUJERES, la brecha de género muestra la diferencia entre mujeres y hombre sobre cierto indicador. A este respecto, recientemente el Work Economic Forum (WEF) publicó la 17ª edición del Índice Global de Brecha de Género que compara la paridad en 146 países. En el citado informe se muestran indicadores en extremo interesantes:

  • Se consideran cuatro dimensiones claves: Oportunidad y participación económica, Logro educativo, Salud y supervivencia, y Empoderamiento político.
  • Globalmente (considerando las cuatro dimensiones claves) la paridad de género es del 68.4%, es decir, falta aún un 31.6% de avance en las dimensiones claves para eliminar diferencias entre hombres y mujeres.
  • La brecha en participación económica y oportunidades en de un 60.1%
  • Respecto a género en salud y supervivencia es del 96%
  • En logros educativos es de un 95.2%
  • La brecha en empoderamiento político en un 22.1%

El tema de brecha de género tiene tal relevancia que el WEF, organización privada e internacional lo estudia para saber cómo influir en el mundo al respecto. Los indicadores anteriores reflejan los usos, costumbres y políticas que vivimos respecto a igualdad y equidad en los 146 países del estudio. Es evidente que la preocupación por la brecha es competencia de muchos otros organismos e iniciativas a nivel mundial como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo y su sello de igualdad de género, entre otros.

¿Cómo es la brecha en México? Para INEGI 2020, en los niveles de instrucción y educación, los porcentajes son mayores para las mujeres; en salud, menos de la mitad de las mujeres no están afiliadas al sistema de salud y sólo 4 de 10 funcionarios públicos son mujeres. Para la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) con datos del 2017, la tasa de participación económica por sexo en México es del 42.9% para las mujeres y del 77.6 para los hombres. Hay mucho por estudiar al respecto para describir el panorama real de la situación, sin embargo, no todo es lo cuantitativo.

Tras conversar con Odile Cortés, experta en la materia y Directora de Operaciones de IntegraRSE al respecto del cómo disminuir la amarga brecha de género, me permito compartir algunas ideas:

  • La brecha impide el desarrollo económico, pues el dinero no generado y ganado por mujeres, es dinero no invertido y gastado, es una gran pérdida en el hogar y en el desarrollo de la comunidad.
  • La desigualdad en las condiciones de paternidad frena la carrera profesional de las mujeres. Es notoria la desigualdad que da la percepción del riesgo asociado a la maternidad.
  • La transparencia en sueldos y vacantes, limitaría negociaciones sobre supuestos, la brecha disminuiría al tener un baremo único y conocido.
  • Los costos ocultos de la atención familiar existen, debieran entenderse mejor y externalizarse, no solo o necesariamente pensando en términos de impacto en las finanzas sino en términos de apreciarlos en su justa medida con todas sus implicaciones. El soporte familiar, entendido como la procuración y cuidado de la familia genera riqueza, quien recibe el apoyo de casa puede más fácilmente emplearse de forma remunerada. Además, no olvidemos, el valioso pluriempleo en tres turnos de algunos miembros de las familias que, tras jornadas normales remuneradas, en casa siguen trabajando para la familia.
  • La brecha de género en materia de derechos universales, es muy pequeña. No así, la del acceso a esos derechos. Falta mucho para llegar a la equidad.

Odiosas y amargas comparaciones, odioso y amargo el resultado cuando encontramos brechas de género. Dicen las abuelas, no quieres sopa, pues dos platos. Aunque odioso y amargo tema, nada mejor para superarlo que seguir estudiándolo, poniéndolo sobre la mesa y reconociendo que todos podemos abonar a disminuir la brecha comenzando por nuestras actitudes personales y escalándolo en nuestro ámbito de influencia profesional.

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