La educación es un pilar fundamental para el desarrollo de una sociedad justa y equitativa. Sin embargo, en México, existen problemas que afectan seriamente el aprendizaje y el desarrollo integral de las niñas, niños y adolescentes. La violencia social, la violencia en los hogares y el acoso escolar son factores que generan un entorno que impacta negativamente en su bienestar socioemocional.
Antes de seguir, es importante aclarar que la violencia que es ejercida por una niña, niño o adolescente es una manifestación de lo que está viviendo, experimentando y/o aprendiendo en su contexto, salvo casos muy puntuales. El problema no radica en ellas o ellos, sino en el ejemplo que les damos como adultos y comunidad.
La violencia en las escuelas no debe ser normalizada bajo ninguna circunstancia. NNA no deben ser expuestos al acoso y mucho menos deben sentir que es algo normal. La violencia genera traumas y problemas socioemocionales que afectan el aprendizaje y el desarrollo de estudiantes. El miedo y la sensación de inseguridad en las escuelas dificultan su concentración, reducen su motivación y merman su autoestima.
Las NNA que experimentan estrés socioemocional causado por la violencia pueden tener dificultades para concentrarse en tareas académicas, lo que afecta directamente su rendimiento escolar. Estudios indican que el malestar socioemocional afecta la memoria y la capacidad de retener y procesar nueva información (Koening et al., 2010). Por lo tanto, quienes están expuestos a cualquier tipo de violencia son más propensos a enfrentar dificultades en el ámbito académico y esto limita sus oportunidades de participación activa en el entorno educativo y la posibilidad de alcanzar su máximo potencial académico se vuelve aún más retador (UNICEF, 2013). También, situaciones que afectan el bienestar socioemocional interfieren en el desarrollo de habilidades de resolución de problemas y toma de decisiones informadas.
La presencia de factores de malestar socioemocional, como la violencia, puede impactar negativamente las habilidades sociales y la capacidad de NNA para establecer relaciones saludables. Aquellos que experimentan violencia o acoso pueden tener dificultades para confiar en los demás, establecer vínculos afectivos y participar en interacciones sociales positivas (Lereya et al., 2013). Además, ser víctima de violencia, directa o indirectamente, puede ocasionar problemas de baja autoestima, generando sentimientos de inseguridad y desvalorización personal.
Es importante recordar que la escuela y el acto de aprender son situaciones altamente sociales, por lo tanto, las dificultades en términos de relaciones sociales afectan directamente la vida y el desempeño académico.
Las escuelas deben ser espacios seguros donde NNA puedan expresar libremente sus emociones y aprender en un entorno de inclusión y respeto. Las y los maestros desempeñan un papel crucial en la creación y mantenimiento de este ambiente propicio; sin embargo, es necesario reconocer los desafíos que los propios docentes enfrentan en términos de violencia en sus contextos y el comportamiento por parte de sus estudiantes. Las y los docentes deben estar preparados para detectar, entender, enfrentar y prevenir el acoso escolar. Deben recibir formación en estrategias pedagógicas que promuevan la inclusión, el respeto y la empatía entre estudiantes. Además, es necesario invertir en programas de formación docente en temas como la detección, prevención y gestión del acoso escolar, la resolución pacífica de conflictos y la promoción de una cultura de paz en el entorno escolar. Las y los maestros deben poder identificar y abordar situaciones de violencia tanto en sus estudiantes como en sus propias interacciones personales.
Abordar de manera efectiva la violencia en las escuelas requiere de un enfoque integral y coordinado entre el gobierno, las instituciones educativas y la sociedad en su conjunto. Es necesario implementar políticas públicas que promuevan la creación de entornos escolares seguros y respetuosos, con la aclaración de que la mejor fórmula para mejorar nuestros entornos escolares es mejorar nuestros entornos comunitarios, por lo que también podríamos hablar de políticas públicas de promoción al bienestar social.
La educación es el pilar fundamental para el desarrollo de una sociedad justa y equitativa, pero para lograrlo, debemos garantizar que las niñas, niños y adolescentes puedan aprender en un entorno seguro, inclusivo y libre de violencia. Como adultos, comunidad y gobierno, debemos ser conscientes de nuestro papel en la formación de las nuevas generaciones y asegurarnos de brindarles un ejemplo positivo y acciones coherentes con nuestros discursos. Solo así podremos construir una sociedad donde la violencia sea una excepción y no la norma.
Alejandra Arvizu Fernández es coordinadora especialista del Área de Activación de Agentes en Mexicanos Primero.