Sara Emilia González Martínez, integrante del Comité Técnico Nacional de Intermediación Financiera y Bursátil del IMEF
La intermediación financiera desempeña un papel crucial para apoyar cualquier proyecto que promueva el desarrollo económico de un país. Lo realiza apoyando la inversión doméstica y extranjera mediante el acceso a deuda y capital además de servicios adicionales como el cambio de divisas y la cobertura de riesgos. Su potencia, sin embargo, depende de qué tan profundas y líquidas son sus bolsas de valores. Por eso, en el Comité Técnico Nacional de Intermediación Financiera y Bursátil del Instituto Mexicano de Ejecutivos de Finanzas (IMEF), proponemos que cualquier reforma bursátil incluya medidas para impulsar el número de formadores de mercado.
De acuerdo con el Censo Económico del INEGI 2019, el número de empresas formales en México es de 1.8 millones. La Asociación Mexicana de Instituciones Bursátiles (AMIB) enfatiza que únicamente el 33.2 por ciento de las empresas tiene acceso a financiamiento formal, dejando un 66.8 por ciento del mercado por ser atendido. Es un enorme mercado, si consideramos que la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) tiene solo a 150 empresas enlistadas.
México requiere de un mercado de deuda y de capitales que atienda de manera eficiente a las empresas para su crecimiento, y estar en posición para aprovechar nuevas oportunidades de inversión, entre ellas la deslocalización cercana (nearshoring).
Considerando la situación actual del mercado financiero mexicano, se propuso una reforma a la Ley del Mercado de Valores y a la Ley de Fondos de Inversión, misma que fue aprobada el 28 de abril de 2023 en el Senado de la República.
Esta reforma representa un impulso al mercado financiero mexicano, y busca mejorar los procesos de asignación de recursos y a la vez el desarrollo y crecimiento de este. Favorece, además de la entrada de fondos de cobertura (fondos multiactivos o especializados) para impulsar la compra de valores, la simplificación de los trámites para financiarse en la bolsa mediante un listado de acciones eficaz, disminuyendo los costos de transacción. No obstante, para que la intermediación financiera provea la plataforma de crecimiento que requiere México, se necesitan cambios adicionales.
El mercado mexicano enfrenta no solo el reto de facilitar la entrada para conseguir financiamiento hacia las empresas, sino también el de interesar a inversionistas para que estas nuevas emisiones de deuda o capital sean demandadas por ellos, favoreciendo así la solidez y liquidez del mercado financiero mexicano.
En palabras de María Ariza García Migoya, directora de la Bolsa Institucional de Valores (BIVA), el tema del financiamiento se percibe mejor, al señalar: “la demanda que existe hoy es prácticamente institucional, 5 millones de cuentas hasta hoy, pero es muy pequeña para el tamaño de la economía, por lo que se tiene un mercado poco profundo y líquido pero muy concentrado en el capital institucional”.
Todo ello nos lleva a la conclusión de que, en México, pese a que se cuenta con inversionistas institucionales y dos bolsas de valores, se invierte en el mercado bursátil menos que en otros países.
Por tal razón, en el IMEF consideramos que México debe fomentar un mayor número de formadores de mercado que logren una mayor profundidad y liquidez al mercado financiero mexicano. De esta forma se optimizaría la intermediación financiera entre oferentes y demandantes de recursos.
El formador de mercado es aquel miembro de la Bolsa, aprobado para promover la liquidez y establecer precios de referencia durante la sesión de remate en un valor o en un conjunto de valores del mercado de capitales. Su función principal es mantener un mercado líquido y ordenado para los inversionistas, lo que implica estar dispuestos a comprar y vender los valores en el mercado incluso cuando puede haber una falta de liquidez.
Si queremos fortalecer al mercado bursátil mexicano y contar con un mayor dinamismo y estabilidad, debemos procurar reformas que complementen las propuestas recientes de facilidad de listado y que permitan el equilibrio que se requiere entre demandantes y oferentes en un mercado bursátil. Comencemos por fomentar un mayor número de formadores de mercado.