Mexicanos Primero

Los libros de texto gratuitos y la reforma educativa

Sin claridad sobre lo que se quiere alcanzar, cualquier reforma educativa fracasa. La Nueva Escuela Mexicana, en sus múltiples versiones, ha generado confusión e incertidumbre.

A menos de una semana de iniciar el ciclo escolar, es necesario ver a los libros de texto gratuito (LTG) en el contexto de la reforma educativa del presidente López Obrador. Más allá de los errores editoriales, los polémicos contenidos y los litigios en curso que se han ventilado en las últimas semanas, la situación refleja serios problemas en la gestión educativa.

Es loable que la actual administración federal busque otorgar un papel relevante a los LTG en el aprendizaje de los estudiantes, pero puede fracasar si la estrategia no es acompañada adecuadamente con todas las políticas educativas involucradas, y lo que hemos presenciado en las últimas semanas deja mucho que desear respecto a la capacidad de la Secretaría de Educación Pública (SEP) para conducir un proceso de esta magnitud.

Existen dificultades para articular las políticas educativas de forma eficaz con el proceso de reforma actual. El apresuramiento, la desorganización y la improvisación que hemos presenciado, han ocasionado su retraso y genera confusión e incertidumbre en las prácticas docentes; así, el panorama no es alentador.

Desde antes de 2016, la reforma educativa quedó como una de las prioridades del Proyecto Alternativo de Nación y fue una promesa de la campaña electoral de 2018. Esta promesa terminó en la reforma del artículo tercero constitucional de 2019. Han pasado cuatro años desde su aprobación y resulta difícil de creer que sea justo en el último año de esta administración cuando se hayan decidido a implementarla, a través de la Nueva Escuela Mexicana.

Uno de los elementos centrales de toda reforma educativa es que esté acompañada de los recursos necesarios para su implementación y justo ahora nos encontramos con los niveles de inversión en formación continua más bajos de este siglo (85 pesos anuales para cada docente) y con la desaparición de los programas destinados al fortalecimiento de capacidades escolares (implementación curricular, inclusión y equidad).

Asimismo, el proceso de creación, diseño, edición e impresión de los LTG genera dudas sobre su coherencia con respecto al plan y programas de estudio. A principios de 2021, se anunció la creación de los nuevos LTG. A inicios de 2022 se anunció la realización de asambleas para su revisión, pero el plan de estudio se emitió hasta agosto de 2022 y los programas de estudio en agosto de 2023. Un ejemplo de este desajuste: el Plan de Estudios establece las asignaturas de español, inglés y artes, para el campo formativo de Lenguajes en secundaria, pero los programas de estudios agregan dos más, español como lengua materna y segunda lengua.

Y a pesar de esto, la reforma está inconclusa. El 10 de agosto se liberó la versión digital de los libros de primaria y una semana después una parte de los de secundaria, pero se tuvo que reconocer que no existen las nuevas versiones para preescolar, telesecundaria y educación especial e indígena, a pesar de que ahora todos los niveles y grados educativos están obligados a implementar los nuevos planes y programas de estudio. Pero tal vez la omisión más relevante es que en estos momentos la nueva reforma educativa no cuenta con una política de evaluación que permita acompañar y retroalimentar los niveles de logro de los estudiantes.

Desconocemos el impacto de la reforma porque nunca fue piloteada, implementada y evaluada en México. Las reformas curriculares de 2011 y 2017, así como las respectivas versiones de LTG no han sido suficientes para cambiar los resultados de las evaluaciones de aprendizaje en estos años.

Sin claridad sobre lo que se quiere alcanzar, cualquier reforma puede fracasar y la Nueva Escuela Mexicana, en sus múltiples versiones, han generado confusión e incertidumbre. De improviso el 15 de agosto se anunció que todos los grados escolares tendrán que aplicar el nuevo marco curricular y nuevos LTG. Esto puso en predicamento a los docentes de preescolar, primaria y secundaria que no estaban contemplados originalmente, pues el acuerdo inicial era comenzar este ciclo únicamente con el primer grado de cada nivel educativo. Aunque se presume una mayor participación de maestros que en otras reformas (alrededor 2 mil 365 que participaron en el diseño de los LTG en 2021), la mayor parte del magisterio la está revisando por vez primera a una semana del inicio del ciclo escolar.

Estamos en una crisis educativa que nos lleva a uno de los peores inicios de ciclo escolar de los últimos años, pero esta vez no ha sido provocado por una pandemia, sino por la ineficiencia de las autoridades educativas. Hoy no queda más que hacer un llamado a la Secretaría de Educación Pública para que realice los ajustes necesarios, al menos en el camino, que aseguren los aprendizajes de las niñas, niños y adolescentes.

Fernando Ruiz es director de investigación en Mexicanos Primero.

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