Carolina Gómez, representante de Yara México
Se conmemora un año más de la agricultura, presentándonos una oportunidad para reflexionar sobre el papel crucial que esta actividad tiene en nuestras vidas, pues no solo se encarga de la producción de nuestros alimentos, sino que además es una fuente clave de empleo y desarrollo, a lo largo de toda su cadena de suministro.
Esta actividad, como muchas otras, presenta múltiples retos, entre los cuales se destacan los efectos del calentamiento global como la escasez de agua y la degradación del suelo, sumado a la poca fuerza laboral joven y el limitado acceso que tienen los productores a la tecnología, lo que incide en la seguridad alimentaria mundial y el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible.
En México, para el cierre de este año, de acuerdo con el reporte Expectativas Agroalimentarias 2023, se espera que la producción agrícola, pecuaria y pesquera alcance un total de 301.3 millones de toneladas, lo que representa un incremento de 1.2 por ciento en relación con 2022.
A pesar de que este es un escenario positivo, no se tienen estimaciones del impacto que este aumento pueda tener en el suelo mexicano, lo cual es clave para tomar acciones que permitan que los productores puedan abastecer la producción alimentaria sin poner en riesgo el estado de salud del suelo, ya que la agricultura tradicional ha puesto como prioridad el rendimiento de los cultivos sin tener en consideración la sobreexplotación de los recursos naturales.
Los agricultores mexicanos se han caracterizado por tener una relación respetuosa con sus cultivos; sin embargo, dado que se enfrentan a una mayor demanda de alimentos, es primordial capacitarlos y acompañarlos en el cuidado del suelo a través de prácticas agrícolas sostenibles como la correcta aplicación de nutrientes, el análisis de suelo y el uso del fertirriego para mejorar el cuidado del agua, entre otros.
La agricultura necesita evolucionar a un sistema de prácticas inteligentes con un correcto uso de los recursos. Para ello, el fomento de la agricultura regenerativa será clave, así como el apoyo a los agricultores que se han caracterizado por ser los guardines de la tierra y de las prácticas ancestrales compartidas de generación en generación.
Estamos conscientes de que las manos que trabajan el campo necesitan continuar su legado mediante la transmisión de conocimientos de generación en generación, ya que la edad promedio de los productores en el campo mexicano es de 45 años, pues de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) de 2022, 43 por ciento de los productores agropecuarios mexicanos tienen más de 45 años, mientras que apenas 27 por ciento son jóvenes, es decir, tienen entre 18 y hasta 44 años. Por lo que, impulsar acciones que les permitan vislumbrar que en el campo tienen un futuro rentable es imperativo.
Consideramos importante alentar a los jóvenes y hacerlos más conscientes que son el presente de la agricultura y que a través de su conocimiento y aportes podríamos evolucionarla a una práctica más inteligente mediante el desarrollo de herramientas tecnológicas que permita que los productores puedan tomar decisiones más informadas sobre sus cultivos. Asimismo, permitir que los jóvenes continúen con la huella de sus padres y abuelos es un acto que perdura en la agricultura.
En este sentido, visibilizar sus esfuerzos es un paso para incentivar su trabajo, ya que, a través de esta visibilidad, se puede inspirar a otros productores a replicarlas. Para ello, por ejemplo, hemos abierto la convocatoria del ranking “35 menores de 35″, por cuarta edición consecutiva, en el cual se busca reconocer a 35 jóvenes agricultores entre 18 y 35 años, a nivel Latinoamérica, que con su compromiso diario aportan a la seguridad alimentaria del mundo y que a la vez promueven prácticas agrícolas sostenibles con la intención de Cultivar un Futuro Alimentario Positivo para la Naturaleza.
Contar con iniciativas como esta, abre una puerta para continuar incentivando la apuesta de la juventud en el campo y permitiendo que combinen el conocimiento ancestral con tecnología de punta.
La agricultura ya no es la misma que la que se originó hace más de 12 mil años, como tampoco lo es el planeta, por lo que, tomar acción sobre ella, guiándose en regresarle al suelo los nutrientes que este le brinda a nuestros alimentos y apoyando a los jóvenes que quieren ser parte de la generación del cambio será el pilar para seguir alimentando a las sociedades del presente y futuro.
Estamos seguros de que cada vez somos más los interesados en formar parte de la seguridad alimentaria con el cuidado ambiental como estandarte.