La política es volátil y obedece a coyunturas. En apariencia, «cuando creemos tener todas las respuestas, la realidad nos cambia las preguntas». Los barruntos de la Segunda Guerra Mundial hicieron posible la candidatura de Ávila Camacho. Tlaltelolco y el levantamiento zapatista trastocaron los cimientos de las viejas formas de hacer política en nuestro país.
A pesar de su alta aceptación popular, al presidente López Obrador se le están presentando problemas que afectan a su gobierno. La inseguridad, el crimen organizado, los migrantes quemados, la tragedia de Acapulco, los muertos de la pandemia, la polarización y la sucesión presidencial, entre otros fantasmas, están conformando en distintos sectores de la población un clima de inconformidad que presagia vientos de tormenta.
La ley de rendimientos decrecientes en política es una realidad. El ejercicio del poder lleva implícito un proceso irreversible de desgaste. Los gobernantes se enfrentan a una sociedad demandante e insatisfecha; además, siempre existe un déficit en el cumplimiento de las promesas oficiales. La resistencia crece y las organizaciones en contra se multiplican. Tiempos normales de la democracia.
Por otra parte, están a la vista el conflicto y el reacomodo de las fuerzas del partido gobernante con un ingrediente adicional: el presidente López Obrador ya compartiendo sus decisiones con el nuevo factor de poder, la doctora Claudia Sheinbaum. La disputa política en la CDMX es ejemplo claro de esta aseveración. Además, Ebrard, Monreal y Adán, semillas de fuerte potencial disidente.
Es probable que con el anuncio que haga Mario Delgado sobre los nueve ganadores o ganadoras de las candidaturas a gobernador de los estados en disputa se inicie la diáspora hacia otros partidos. En mi opinión, ha faltado oficio político para construir acuerdos, respetar y hacer cumplir los requisitos establecidos por la convocatoria de Morena. Se ha confundido objetivo con instrumentos. La aplicación de encuestas es sólo un instrumento para lograr consensos y legitimar el proceso. La tecnocracia no está capacitada en estos menesteres y, con frecuencia, alimenta el encono y el conflicto.
El Frente Amplio por México avanza en sumar a las distintas corrientes de la sociedad y afiliar a actores políticos y organizaciones opositoras al gobierno. Está a la caza de las y los disidentes del proceso de Morena para darles cabida en la conformación de sus futuras candidaturas. El discurso opositor tiene la ventaja de poder criticar abiertamente los errores y omisiones oficiales.
Los acontecimientos de Acapulco son de una rentabilidad insospechada para la oposición. En verdad es un tema de la mayor importancia para el presidente, ya que la falta de atención, recursos y empatía política se puede convertir en un bumerán en su contra.
En fin, de alguna manera, la política es también ejercicio de perspectiva y de premonición. No es descabellado pensar que los actores opositores que hoy buscan la presidencia de la República y en consecuencia PAN, PRI, PRD y MC consoliden una sola candidatura para competir por ella en 2024.