Colaborador Invitado

Subejercicio fiscal en salud: ¿prudencia o desacierto en la Administración Pública?

En el área de Salud hubo un subejercicio de más de 39 mil millones de pesos, pero esto no necesariamente quiere decir que fue porque no se atendieron los asuntos primordiales.

El reciente informe de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SHCP) reveló un subejercicio en el gasto programable que alcanzó los 128 mil 551 millones de pesos en todas las dependencias gubernamentales para el tercer trimestre de 2023.

Específicamente en el ramo 12 de salud hubo un subejercicio de 39 mil 477 millones de pesos. En el IMSS, la cifra fue de 9 mil 755 millones y en el ISSSTE de 13 mil 301 millones, sumando un total de 62 mil 533 millones de pesos en subejercicio.

Este fenómeno no puede ser calificado sin considerar el contexto. En tiempos electorales, un análisis minucioso se vuelve crucial, particularmente en áreas sensibles como la salud.

El subejercicio se da cuando alguna entidad pública no ha gastado lo que tenía autorizado gastar en un ejercicio fiscal y puede interpretarse de dos maneras: como un ahorro o como una falta de capacidad institucional para ejecutar el presupuesto.

Ahorro en salud parece que no es la directriz en este gobierno. El presidente de la República ha sido enfático en decir que para salud se tiene “todo el dinero que se necesite”, mientras que el director del IMSS, Zoé Robledo, ante el Senado enfatizó que: “En el IMSS, no gastar no es un ahorro”. Por lo que la interpretación de falta de capacidad institucional para ejecutar el presupuesto gana terreno en el discurso político.

Sin embrago un subejercicio no necesariamente indica siempre una falta real de gasto. Esto puede deberse a varias razones:

Ejecución ineficiente del gasto: Esto puede obedecer a una planificación deficiente, problemas administrativos, o bien, falta de personal calificado para implementar los proyectos o programas.

Retrasos en procesos de licitación o contratación: Procesos burocráticos y/o legales prolongados en la planeación, ejecución y cobranza pueden demorar la ejecución del gasto.

Problemas en la cadena de suministro: Factores externos como la escasez de materiales o crisis económicas pueden retrasar proyectos y, por lo tanto, la ejecución del gasto.

Sobrestimación de las necesidades de gasto: A veces se presupuesta más de lo necesario debido a una evaluación demasiado optimista.

En ocasiones, el subejercicio también puede deberse a que la SHCP no entrega los recursos a tiempo, aunque oficialmente la responsabilidad recae en la entidad pública.

Todas estas situaciones pueden llevar a que los fondos asignados no se gasten completamente durante el período presupuestario, resultando en un subejercicio. Sin embargo, esto no significa necesariamente que hubo un ahorro intencional o que los fondos no sean necesarios.

El subejercicio no es un fenómeno intrínsecamente negativo; si se debe a una optimización de costos o a una reevaluación estratégica de las políticas, podría considerarse una manifestación de responsabilidad fiscal. Pero cuando deriva de la inacción o la ineficiencia, se convierte en un lastre para el desarrollo.

El subejercicio, por tanto, no debe ser motivo de condena inmediata. Debe ser un punto de partida para cuestionamientos más profundos sobre cómo se planifica y ejecuta el gasto público y si los servidores públicos están capacitados para llevar a cabo esta tarea. En el caso de la salud es de vital importancia puesto que no sólo hablamos de números, sino de la salud de millones de mexicanos.

La interpretación del subejercicio requiere un análisis detallado de su contexto y causas. En algunos casos, podría ser un indicador de problemas graves en la gestión financiera, mientras que, en otros, podría ser el resultado de circunstancias imprevistas o cambios en el entorno económico que están fuera del control de los administradores del gasto.

Como sociedad, debemos exigir transparencia y rendición de cuentas, sí, pero también debemos entender la complejidad inherente a la gestión fiscal. Sólo así podremos trascender el debate superficial y avanzar hacia una discusión más enriquecedora sobre el papel del gasto público en la salud, el cual siempre debe estar orientado a lograr el mayor estado de bienestar de los mexicanos.

El autor es médico especialista y extitular de la Unidad de Atención Médica del IMSS.

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