Adalberto Ortíz Ávalos, presidente de la Comisión de Inclusión Financiera de Coparmex
Para la historia de las fintech en el mundo hay dos años significativos: 1998, porque se fundó Confinity, compañía creadora de PayPal; y 2008, año en el que se lanzan al mercado los primeros smartphones. La combinación de poder pagar mediante el Internet, y el hecho de que un creciente porcentaje de la población tenga acceso a los servicios de datos celulares, ha propiciado el auge de empresas fintech (tecnologías financieras).
Por otro lado, después de la crisis financiera de 2008 resultó necesario contar con una regulación bancaria más actualizada y minuciosa. Esto provocó que aumentaran los gastos operativos de la banca tradicional, lo cual también encareció los servicios que ofrecían. Como consecuencia, las instituciones bancarias no lograban ser competitivas.
La triada compuesta por la innovación tecnológica, los smartphones y los altos costos operativos de los bancos propiciaron el impulso de las fintech. La maleabilidad en sus procesos digitales les permitía cubrir satisfactoriamente —y con un costo menor que los bancos tradicionales o de ladrillo— las necesidades financieras de la sociedad.
En México, la historia inició en 2005 cuando PayPal entró al mercado. En 2011 abrieron las dos primeras fintech diseñadas por mexicanos: Kubo Financiero y Conekta. Para 2016 operaban alrededor de 158 fintech en el país.
Sólo seis años después, en 2022, y de acuerdo con el informe “FinTech Radar México 2023″ de Finnovista, la evolución fintech avanzaba hasta contabilizar alrededor de 650 startups. Si comparamos esa cifra con la de 2021, cuando el número de fintechs era de 512, es evidente que el crecimiento que tuvo en un año (un 26 por ciento) refleja tanto las posibilidades como el optimismo en esta nueva industria. Otra cifra destacable es que, de esas 512 empresas, 466 siguen activas, lo cual significa que su tasa de mortalidad fue de solo 9.0 por ciento, porcentaje muy por debajo de la media de otras industrias en nuestro país.
Del universo actual de 650 fintech, las tres categorías con mayor participación son: préstamos, con 22 por ciento; pagos y remesas, con 18 por ciento y empresas de tecnología para entidades financieras, con 16 por ciento.
La confianza por parte de los usuarios finales —sean personas o Pymes— ha jugado un papel esencial en este crecimiento. Así lo demuestra el hecho de que la población bancarizada (adultos con al menos un producto financiero) tuvo un alza acumulada de 8.8 por ciento entre 2018 y 2021, de acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Finaciera. Sin embargo, las fintech reportaron que, durante ese mismo periodo, el incremento acumulado de usuarios fue siete veces mayor, de acuerdo con el Reporte Anual Fintech México 2023.
Este crecimiento interno ha permitido que México sea el segundo país con mayor número de empresas fintech, sólo después de Brasil, que cuenta con 869. Detrás de México se encuentran Colombia (642), Argentina (452), Chile (361) y Perú (291).
Sin duda alguna, en los años post pandemia nos encontramos en un momento de salud plena en el sector fintech, luego de una crisis que obligó a que los emprendedores en México buscaran posicionarse en un sector que hoy evoluciona cada vez a mayor velocidad, y en el que ya son líderes. De hecho, se estima que para 2025, el número de usuarios de fintech en México supere los 77 millones de personas. Los sectores privado y gubernamental tenemos la oportunidad de trabajar en conjunto para beneficio de quien siempre debe estar en el centro —quien ha hecho posible, con su confianza, este nuevo escenario tecnológico—: el usuario.