Colaborador Invitado

Desafíos económicos para 2024

Existen amplias expectativas, las cuales podrían generar distorsiones si no se presentan avances en términos de inversión y producción para el siguiente año.

Janneth Quiroz Zamora, directora de Análisis Económico, Cambiario y Bursátil en Monex

La economía demostró ser más resiliente de lo que se tenía previsto durante 2023. En su informe sobre Perspectivas Económicas publicado el pasado octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) dio a conocer que estima que el Producto Interno Bruto (PIB) mundial crezca 3.0 por ciento este año, por encima del 2.7 por ciento proyectado hace un año. La diferencia positiva en el desempeño fue notable debido a que se produjo a pesar de las tensiones que surgieron en el sector bancario de EU, los problemas en el sector inmobiliario de China, la prolongación de la guerra en Ucrania y el surgimiento del conflicto en Oriente Medio, y el continuo endurecimiento de las condiciones financieras por parte de los bancos centrales.

Los factores que explicaron este sólido desempeño son un ajustado mercado laboral, un fuerte crecimiento del sector de servicios y un impacto acotado de una política monetaria restrictiva gracias a la salud de los hogares y de las empresas.

Para el caso de México, en el acumulado de enero a septiembre, el PIB presentó un crecimiento significativo del 3.4 por ciento, con cifras ajustadas por estacionalidad. Sin embargo, el panorama económico para 2024 luce retador. Por un lado, el dinamismo económico se desacelerará y, por otra parte, la inflación disminuirá a paso más lento. De acuerdo con la mediana de las respuestas recabadas en la Encuesta sobre las Expectativas de los Especialistas en Economía del Sector Privado de diciembre, el Producto Interno Bruto del país moderará su crecimiento de 3.4 por ciento en 2023 a 2.3 por ciento en 2024.

Al tiempo que, el proceso desinflacionario presentará cada vez más resistencia para continuar con su trayectoria a la baja. Los especialistas prevén que la inflación general anual cierre este año en 4.4 por ciento y el próximo en 4.0 por ciento. Sobre la inflación subyacente, se proyecta que bajará de 5.1 a 4.1 por ciento en el mismo periodo. Si bien, el descenso de esta última podría ser más acelerado, seguirá siendo mayor que la general y, además, existen riesgos importantes para la inflación de las mercancías alimenticias y de los servicios.

Este escenario estimado está sujeto a retos que se vislumbran en el horizonte. Entre ellos se encuentra un aterrizaje suave de la actividad productiva de Estado Unidos. Según las proyecciones del FMI, la economía estadounidense crecerá solo 1.5 por ciento el próximo año, muy por debajo del 2.1 por ciento previsto para este.

Otro riesgo se asocia con la cautela con la que operarán los bancos centrales de países desarrollados para abandonar su postura ultrarrestrictiva. Probablemente esperarán hasta que haya evidencia innegable de que la inflación avanza de manera sostenible hacia sus objetivos antes de recortar las tasas de interés de referencia. Esto significa que seguramente el costo de endeudamiento seguirá siendo tan elevado como hasta ahora durante la primera mitad del próximo año.

Ante ello, el diferencial entre las tasas de interés de México y EU disminuirá marcadamente en el segundo semestre del año, lo que podría generar volatilidad en los mercados locales. Indudablemente, el próximo movimiento de la tasa objetivo de Banco de México será a la baja. La Junta de Gobierno la recortará en 25 puntos base (pb) en el primer trimestre de 2024, lo que no implicará el inicio de la normalización monetaria. Si bien, la inflación general ha presentado un comportamiento positivo, existen riesgos en el horizonte que pudieran generar un repunte sostenido.

Por ello, la decisión de ejecutar un recorte de una sola vez tendrá como objetivo evitar que la postura restrictiva del banco central se profundice. Ya que, aunque la tasa nominal se ha mantenido estable desde marzo, la real ex-ante de corto plazo ha aumentado en casi 70 pb desde esa fecha, gracias a la reducción en las expectativas de inflación. Es probable que la normalización comience en el segundo semestre y que la tasa nominal cierre el año en 9.25 por ciento.

Por otra parte, otro factor de riesgo para el año que comienza son las tensiones geopolíticas, las cuales comenzaron a aumentar de nuevo en el cuarto trimestre de 2023, especialmente en Medio Oriente. Además, 2024 será un año de elecciones a nivel mundial. Los votantes acudirán a las urnas en mercados que representan alrededor del 54 por ciento de la población mundial y casi el 60 por ciento del PIB mundial. En Estados Unidos y México se celebrarán elecciones presidenciales, lo que generará incertidumbre y volatilidad en el corto plazo.

Finalmente, otro reto para la economía mexicana será generar las condiciones necesarias para la materialización del nearshoring. Existen amplias expectativas en la materia, las cuales podrían generar distorsiones si no se presentan avances en términos de inversión y producción durante 2024.

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