Colaborador Invitado

¿Optimismo o esperanza en la transformación de la salud pública en México?

Al comenzar 2024, la esperanza se erige como un motor para la acción. No nos limitemos a esperar un mejor sistema de salud; contribuyamos activamente a su realización.

México se enfrenta a un momento decisivo en su historia de salud pública. Con la implementación de nuevas políticas orientadas hacia la universalidad y gratuidad en la atención médica, surge una reflexión esencial: la distinción entre esperanza y optimismo, más allá de una mera diferencia semántica, revela profundas implicaciones en cómo abordamos los desafíos y oportunidades presentes.

El optimismo, comúnmente visto como la percepción de que las cosas mejorarán, es una actitud positiva, aunque pasiva. Representa una espera tranquila, confiando en que los vientos del cambio soplen a nuestro favor. En contraposición, la esperanza es una fuerza activa y dinámica. No se limita a creer en un futuro mejor; es el esfuerzo activo por materializarlo.

Las actuales políticas de salud en México que buscan asegurar un acceso equitativo a los servicios de salud, así como promover la salud y la prevención de enfermedades, demandan la participación de ciudadanos, servidores públicos y políticos no sólo optimistas, sino también esperanzados y comprometidos. La esperanza nos impulsa a adoptar y adaptarnos a estas nuevas medidas, participando activamente tanto en nuestra salud individual como en la de nuestra comunidad.

En este inicio del 2024, la elección entre esperanza y optimismo es más crucial que nunca. Mientras que el optimismo podría conducirnos a la complacencia, la esperanza nos motiva a convertirnos en agentes activos del cambio. Nos desafía a aceptar las nuevas políticas de salud y a involucrarnos en su diseño, implementación y éxito.

La esperanza activa nos motiva a aportar nuestras opiniones y experiencias, así como apoyar iniciativas que buscan mejorar el bienestar colectivo. Nos impulsa a cuestionar, investigar y lo más importante, a actuar. No es una esperanza de brazos cruzados, sino una de manos en acción.

Este año electoral, al menos dos visiones de país y de salud serán confrontadas por el electorado. Bajo este contexto de optimismo pasivo versus esperanza activa, se realizarán consultas para la construcción del proyecto de nación 2024-2030 en ambos frentes, tanto en la izquierda como en la derecha.

En los “Diálogos por la Transformación” de la Dra. Claudia Sheinbaum, se incluirán a científicos, empresarios, especialistas y al pueblo de México en la conformación de su proyecto de nación. En estas consultas, la esperanza activa debe ser la guía para involucrarnos en la construcción de un mejor sistema de salud para todos los mexicanos, más allá de nuestras preferencias políticas.

La salud de los mexicanos debe trascender los intereses partidistas. Con esta esperanza activa, debemos motivarnos a participar con nuestras opiniones y experiencias, apoyando así iniciativas que mejoren el bienestar colectivo.

Dos figuras clave en los “Diálogos por la Transformación” del sector salud serán el doctor David Kershenobich en salud y Renata Turrent en el ámbito académico. Nuestra interacción en estos diálogos y la forma en que se conformen las políticas de salud nos convertirán en participantes activos de nuestro bienestar.

Este 2024, tomemos la iniciativa, seamos parte activa del diálogo y actuemos para que la transformación de la salud pública en México refleje nuestras esperanzas y esfuerzos colectivos.

Esta es una invitación a cada uno de nosotros a ser parte del cambio, a hacer preguntas difíciles, a buscar soluciones innovadoras, transformadoras y así contribuir activamente a un futuro de salud y bienestar más promisorio para todos.

Al comenzar el 2024, la esperanza se erige como un motor para la acción. No nos limitemos a esperar un mejor sistema de salud; contribuyamos activamente a su realización.

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