Como se esperaba, Donald Trump fue el ganador en las elecciones primarias republicanas en Iowa, que marcaron el banderazo de salida para la contienda presidencial en EU.
Con 51% de los votos a su favor, el expresidente Trump tuvo una victoria que, por decir lo menos, fue aplastante. Ni siquiera las temperaturas de –20 centígrados registradas el pasado lunes fueron obstáculo para que el empresario dejara ver el fuerte apoyo que tiene, particularmente entre la población rural blanca, conservadora y religiosa.
Apenas habían transcurrido 36 minutos desde que comenzaron los caucus en Iowa y la agencia de noticias AP, ya daba por sentada una victoria rotunda del expresidente, que se presenta a las primarias republicanas sin participar en debates, como si fuera un mandatario en funciones en busca de la reelección.
Hay que decirlo: Donald Trump no tiene ninguna competencia al interior del Partido Republicano en su camino hacia la Casa Blanca. Y aunque faltan algunas escalas formales como más caucus y la Convención Republicana de junio próximo, analistas afirman que inobjetablemente se convertirá en el candidato republicano que enfrentará al demócrata Joe Biden.
Los números nos dicen que la participación en Iowa fue baja. Apenas votaron 110 mil personas en comparación con las 180 mil que acudieron en 2016 a los caucus, estas singulares asambleas del sistema electoral de EU en las que cualquier ciudadano puede debatir y decidir quién se presentará en la contienda.
Sin embargo, no hay que olvidar que bajo el eslogan de Make America Great Again, Donald Trump, a diferencia de cualquier otro candidato o candidata en EU, ha construido un movimiento que aparentemente es más grande que el Partido Republicano.
Con un discurso hábil, ha logrado mantener su base de apoyo y entre los simpatizantes del magnate aún flota la idea de que las elecciones presidenciales de 2020 fueron fraudulentas.
Esta narrativa continúa siendo útil al expresidente, quien a pesar de 92 cargos criminales y 5 juicios en su contra, parece blindado contra la crítica y utiliza esto a su favor, presentándose como el outsider que pondrá orden en Washington, como el enemigo a vencer que provoca tanto miedo en la Casa Blanca que los demócratas tienen que recurrir a argucias legales para obstaculizar sus aspiraciones presidenciales.
Difícilmente el panorama cambiará, salvo que el Poder Judicial impida la postulación de Donald Trump.
La campaña de Trump comenzó desde que dejó la presidencia de EU. A lo largo de estos cuatro años ha demostrado que su discurso sigue siendo atractivo para muchos y muchas estadounidenses, que su estrategia ha sido excesivamente eficaz y que tiene un equipo profesional y una maquinaria perfectamente engrasada que lo está llevando a donde quiere llegar.
Del otro lado, Joe Biden se encuentra disminuido y aunque solo es tres años mayor que Donald Trump, el estado de salud del magnate, su vigor y bronceado permanente lo hacen ver como un jovenazo frente al actual inquilino de la Casa Blanca.
SOTTO VOCE
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