El autor es Consultor en Políticas Públicas y Comercio Exterior.
Aunque parece distante –y como le comenté en este espacio–, las dependencias federales del gobierno de Estados Unidos que participan en la implementación del T-MEC iniciaron reuniones, a finales del año pasado, con miras a la revisión del tratado que se realizará en el 2026. Asimismo, el presidente de la Cámara de Comercio de Canadá, Perrin Beatty, le solicitó al primer ministro Trudeau iniciar ya este proceso en Canadá, con la participación del sector privado, y no esperar hasta el 2025, cuando se realizarán las siguientes elecciones federales en ese país, a más tardar el 20 de octubre.
A diferencia del resto de los tratados comerciales negociados hasta la fecha por Canadá, Estados Unidos y México, el T-MEC se acordó con una vigencia de 16 años, sujeta a extensiones cada seis. Los secretarios responsables del acuerdo –en el caso de México, el de Economía– se deberán reunir el primero de julio del 2026 para analizar y votar sobre los ajustes que hubieran propuesto previamente cada una de las partes y, sobre todo, conocer si existe la voluntad política de los líderes de los tres países para prorrogar el tratado hasta el 2042. En caso de que alguna de las tres partes decidiera no continuar como miembro del T-MEC, éste seguiría vigente para las demás.
Desde el punto de vista del sector privado de cualquiera de los tres países, parecería obvio el interés por renovar el tratado. Considerando los datos entre enero y noviembre del 2023, el T-MEC ampara el 85.6% de nuestras exportaciones y el 45.0% de las importaciones totales, esto es, el 65.1% del comercio total. México exportó a Estados Unidos el 82.6% de sus productos, importó el 42.8%, su comercio total fue del 62.5% y de 2.6% con Canadá. El comercio total de Canadá con Estados Unidos fue del 63.4% y de 3.3% con México, mientras que el comercio total de Estados Unidos con México y Canadá fue de 15.8% y 15.2, respectivamente, actualmente sus dos socios comerciales más importantes.
Sin embargo, el entorno político en la región de América del Norte puede generar sorpresas. Se desconoce si el gobierno que sea electo en México en junio tendrá incentivos para solucionar las disputas pendientes en el T-MEC y mejorar la relación con nuestros principales socios comerciales. En noviembre, las elecciones en Estados Unidos auguran que los republicanos controlarán al menos una de las dos cámaras del Congreso, buscando implementar nuevas medidas proteccionistas, y Trump ha prometido, si gana, aumentar en 10% todos los aranceles a las importaciones en su país. Y el próximo año, la economía será el tema central de las elecciones en Canadá, lo que llevó en julio a Trudeau a un importante ajuste de su gabinete, que buscará reelegirse.
Preocupa la actitud del gobierno del presidente Biden hacia el comercio internacional. Su asesor de Seguridad Nacional, Jake Sullivan, ha dicho que ya no es indispensable para su país negociar nuevos tratados de libre comercio porque la mayoría de los bienes intermedios que importa están exentos de aranceles. Aunque con ello trata de justificar la política de Biden en favor de los derechos laborales, no responde a las críticas bipartidistas del Congreso que argumentan que los tratados de libre comercio, a diferencia de los acuerdos para tener acceso a minerales estratégicos, son un medio para abrir nuevos mercados y de influencia política para ese país.
La preparación de la revisión del T-MEC en el 2026 es un ejercicio que requiere plantear no solo qué temas deben cambiar, pero también considerar las peticiones que puedan hacer las otras partes, identificar qué estaría México dispuesto a dar, cuáles son los dealbreakers y qué requiere de la activa participación del sector privado. En Estados Unidos, la Ley de Comercio establece las funciones de 15 comités asesores, compuestos por representantes de empresas y cámaras industriales. Y en Canadá, la Cámara de Comercio ejerce un liderazgo muy efectivo en la interacción del sector privado con el gobierno federal y con los provinciales.
El T-MEC refleja la integración y liderazgo potencial de América del Norte a nivel global. Sin embargo, el que aspectos políticos hayan evitado solucionar varias disputas pendientes, le han restado legitimidad. En su carta a Trudeau, el Sr. Beatty destaca el papel de Estados Unidos en la economía de Canadá, sin mencionar a México. Canadá jugará un rol muy importante en el 2025 como presidente del G7. Por todo esto, los preparativos para la revisión del T-MEC deben iniciar pronto en México.