La autora es Profesora-Investigadora, Facultad de Ingeniería de la Universidad Panamericana.
Crecimos con la visión de que la distancia más corta entre dos puntos es la recta, pensamos que corto es mejor y tal vez por ello estamos como estamos y vivimos en el mundo en el que vivimos. No considero responsable del problema ambiental a Euclides, aunque en este mundo esférico (disculpas a los terraplanistas) idealizar todo a lo lineal, a lo recto, tal vez no ha sido lo más acertado. Cuando pensamos en sistemas y procesos, usualmente aplicamos la visión lineal. Esto nos hace ver el antes y el después de formar muy parcial.
Ejemplificaré la idea expuesta, a través de las etapas de un ciclo de vida y su cadena de valor asociada. Pensemos en un producto cualquiera, como un bien terminado que está en la etapa de uso. Previo al uso, se manufacturó y antes incluso, se extrajeron sus materias primas de la naturaleza. Posteriormente, tras el uso, se dispondrá el producto ya usado y se mandará a su fin de vida. No olvidemos las etapas intermedias de transportes, distribución, comercialización, etc. Pensar en lo anterior, en las etapas del ciclo de vida, es un pensamiento usualmente lineal.
La mente forma casi de inmediato un esquema con etapas antecedentes y posteriores al uso que comúnmente es lineal. Ahora bien, si esta idealización recta es un constructo, para poderlo superar habrá que dejar parcialmente de lado lo euclidiano y buscar la disrupción. No me refiero a migrar a pensamientos no euclidianos clásicos, sino a un completo y radical cambio. Una buena fuente de inspiración es la perfección de la naturaleza y sus ciclos. Tras encontrar la inspiración, el siguiente paso sería comenzar a pensar en ciclos, recirculaciones y circularidad.
El pensamiento lineal, aplicado a la forma en la que se produce y se consume es en parte la causa de la degradación ambiental y social. El agotamiento de recursos naturales producto del adquirir, usar y tirar es inminente. En 1970, la huella ecológica del hombre sobrepasó la biocapacidad del planeta, según datos del Global Footprint Network, y desde entonces vivimos en déficit y sobreexplotando recursos naturales.
Según el Circularity Gap Report de 2022, en los últimos 50 años el consumo de materiales se ha cuadruplicado y la tendencia sigue. En una cultura del fácil descarte, incluso los seres humanos somos fácilmente descartables, lo que nos degrada como sociedad, una de las premisas de Laudato Sí del Papa Francisco, 2016.
En lo lineal el valor está en el uso que se da al producto o en hacer servir dicho producto. En la circularidad el valor debe, además, obtenerse de otras etapas de la cadena de valor. Esto genera ventanas de oportunidad que, bien aprovechadas, hacen que las empresas sean más competitivas. La cadena de valor pensada como lineal, tal vez no debería ser una cadena. Una cadena sirve para unir, atar, circular, sino es así, es una simple línea.
Retomo el concepto de circularidad. De origen, pensado como el acto de regresar al mismo lugar, ahora, circularidad aplica también a cómo lograr que el ciclo de vida de los productos deje de considerarse lineal y pase a ser más armónico, inclusivo, participativo, orgánico con el reto de no dejar de lado la competitividad. Así, un sistema ya no se visualiza, estudia y optimiza de forma parcial, sino se trabaja de forma integral.
Una forma de aplicar la circularidad es la economía circular. La Fundación Ellen MacArthur, expertos en el tema a nivel mundial, la definen como el “continuo ciclo de desarrollo positivo que preserva y mejora el capital natural, optimiza el rendimiento de los recursos y minimiza riesgos del sistema”. Pese a la definición abierta que ofrecen, el aterrizar el concepto usualmente se queda en reciclar, tema que ya he tratado con anterioridad en Erre con erre. De ahí la importancia de considerar casos de éxito para ver más allá. A continuación, una pequeña selección:
· Reutilización de madera para mobiliario en Egipto, donde el diseño es de origen el responsable del aprovechamiento del material. Caso documentado por Gamal en 2022.
· Los ColdHubs son unidades de refrigeración que están evitando el desperdicio de alimentos en Nigeria utilizando energía solar. Caso documentado por el Foro Económico Mundial en 2023.
· La industria de la construcción en Hong Kong aplica diseños congelados, consigue el compromiso del cliente, utiliza la experiencia y mejores prácticas de contratistas y el conocimiento y flujo de información de los proyectistas para limitar el impacto ambiental. Se muestra que la circularidad no solo aplica para materiales sino para formar de actuar. Caso documentado por Ibrahim Yahaya y su equipo en 2022.
· El plan de implementación de economía circular de Toronto ha hecho que de la ciudad canadiense tenga un crecimiento económico, donde el acercamiento con las empresas, las nuevas tecnologías y una sociedad consciente sean la base del desarrollo. Caso documentado por la Fundación Ellen MacArthur en 2019.
· Innovación incremental en las tecnologías digitales en países del norte de Europa, donde la circularidad se muestra, entre otras, en las bases de datos. Estas no se tienen que generar constantemente, sino que se pueden compartir para diversos fines. Nuevamente la circularidad no aplica solo a lo material. Caso documentado por Valtteri Ranta y su equipo en 2021.
El migrar de lo lineal a lo circular puede ser una solución a la situación ambiental y social a la que nos enfrentamos. La cómoda idealización con la que hemos vivido ya perdió vigencia y ha demostrado que es causa de graves problemas. Los postulados de Euclides aplican para modelar el mundo ideal, en el real, la circularidad debiera primar. Para la sostenibilidad: adiós Euclides.
X: @JoaquinaNiembro