El autor es experto en sustentabilidad y responsabilidad social empresarial*.
En el año 2016, el promotor inmobiliario Donald Trump ganó las elecciones presidenciales en Estados Unidos. Su victoria llegó tras una campaña que duró varios meses y que poco se centró en problemas medioambientales, ya que solo denunció las políticas climáticas del gobierno de Obama y al mismo tiempo defendió la industria estadounidense de combustibles fósiles. Las elecciones de 2024 en Estados Unidos -responsable del 11% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero y segundo emisor después de China- podrían tener un impacto significativo en el enfoque medioambiental gubernamental.
El pasado gobierno de Trump trajo consigo una oleada de cambios en las regulaciones climáticas estadounidenses, las cuales anularon las políticas de la era de Obama que tenían el objetivo de disminuir los efectos del cambio climático y limitar la contaminación. Una de sus primeras acciones fue dejar de considerar al cambio climático como una amenaza para la seguridad nacional; visión muy distinta a la que Obama tuvo mientras estuvo en el poder, pues describió el cambio climático como una problemática urgente y creciente para la seguridad nacional. Considerar al cambio climático como una amenaza para la seguridad nacional no depende de tintes políticos, ya que está basado en hechos científicos y también en lo que hemos vivido en los últimos años, fenómenos meteorológicos extremos como las sequías, los incendios, las olas de calor y las lluvias torrenciales, los cuales podrían ser cada vez más frecuentes e intensos debido al cambio climático, poniendo en riesgo tanto infraestructuras y sistemas, como a la sociedad en general.
Durante su gobierno, el presupuesto del presidente Trump tuvo recortes masivos en investigación científica y programas medioambientales que protegen el aire y el agua, frenando el avance en la lucha contra el cambio climático. Además, en 2017, Estados Unidos se retiró del Acuerdo de París (2013), separándose de un grupo de 194 países que se han sumado a un pacto histórico para evitar el cambio climático catastrófico con el objetivo de mantener la temperatura del planeta por debajo de los 2 grados Celsius (3.6°F) e idealmente por debajo de los 1.5 grados Celsius. Asimismo, su gobierno modificó y disminuyó numerosas regulaciones ambientales, entre ellas las restricciones sobre las emisiones de carbono de las centrales eléctricas y la liberación de methane (un potente gas de efecto invernadero de los pozos de petróleo y gas).
Por otro lado, Biden está empleando todas las habilidades del departamento ejecutivo para reducir la contaminación climática, desde la regulación de centrales eléctricas hasta el refuerzo en las exigencias de eficiencia para productos como automóviles y refrigeradores. La administración de su gobierno se ha enfocado en impulsar la diplomacia enfocada en el clima. Por ejemplo, la participación que tuvo John Kerry -el primer enviado presidencial para el cambio climático- en acuerdos innovadores con China (el principal emisor de gases de efecto invernadero del mundo) para la reducción de emisiones. Biden ha convertido la acción climática en un pilar de su presidencia, aprobando en 2022 la legislación más importante de la historia de Estados Unidos sobre el cambio climático, la cual cuenta miles de millones en créditos fiscales destinados a incentivar las energías limpias.
El futuro de la Tierra está en juego. Es hora de disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) lo suficientemente rápido como para prevenir una catástrofe climática. Si Donald Trump gana la presidencia, durante la segunda mitad de esta década habrá una disminución en la priorización estadounidense respecto al cambio climático, condenando a que el mundo no alcance sus límites catastróficos. El año pasado se registró la temperatura más alta y la humanidad se vio afectada por fenómenos meteorológicos extremos devastadores relacionados con el cambio climático, como olas de calor fatales, sequías e inundaciones repentinas causadas por un ciclo del agua cada vez más inestable. Desde los albores de la Revolución Industrial, la temperatura media mundial ha aumentado 1.2°C (2.2°F) cada año. Según los expertos, esta cantidad se acerca peligrosamente a los 1.5°C que podrían generar daños irreversibles.
Según recomendaciones del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), reducir las emisiones globales de los GEI en un 43 % en 2030, un 60 % en 2035 y un cero neto en 2050 ayudaría a mantenernos por debajo de los 1.5 °C. Sin embargo, las emisiones han seguido aumentando en los últimos años, aunque a un ritmo más lento. Para cumplir con las recomendaciones del IPCC, será necesario minimizar drásticamente las emisiones de Estados Unidos y otras grandes economías, así como ofrecer mayores subvenciones y préstamos para la implementación de energía limpia en países prósperos y en aquellos que están en vías de desarrollo. Un segundo mandato de Trump podría ser un desafío para el clima. Si Trump asume el poder en 2025, Estados Unidos podría abandonar iniciativas y mejores prácticas medioambientales, lo cual no solo aumentaría sus emisiones nacionales sino que también reduciría el incentivo para que China, India y otros grandes países emisores de GEI colaboren en esta lucha colectiva.
Como implicación para México -quien también se enfrenta a sus elecciones presidenciales- es importante mencionar que el cambio a un nuevo gobierno requerirá establecer una nueva política con Estados Unidos, una más pragmática, pero bajo la premisa de un gobierno que intentará nuevamente cambiar las reglas. En ese escenario, será ciertamente necesario crear una nueva relación entre oposición y gobierno, una de unidad en el tema internacional, y por lo tanto una de diálogo y conciliación en muchos otros temas, buscando siempre un desarrollo sostenible para la región.
*También es Licenciado y Maestro en Desarrollo Económico por la Universidad Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP), Maestro en Innovación y Competitividad por Deusto Business School, Maestro en Economía por la Universidad Autónoma de Madrid, y Candidato a Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid. Pablo ha trabajado como investigador en temas de energía y sustentabilidad para el European Centre for Energy and Resource Security (EUCERS) del King’s College London. Además de haber sido consultor senior en firmas reconocidas especializadas en Consultoría; ha desempeñado papeles como funcionario público gestionando proyectos de sustentabilidad. Y, ha compartido sus conocimientos como profesor universitario en la Universidad Anáhuac Norte, y como Gerente y Director ESG y Sustentabilidad en reconocidas empresas en México. Actualmente es Gerente Nacional de Sostenibilidad y Cambio Climático en el Tecnológico de Monterrey.
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