Ya llevamos varios años hablando del nearshoring y del impacto que esta estrategia empresarial puede tener en las economías, sin embargo, sus efectos, al menos en México, comienzan a ser verdaderamente notables, y quizá se trate de uno de los fenómenos de mayor transformación hasta la fecha después del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994 y de las reformas estructurales hechas en 2013.
Los datos disponibles permiten dimensionar el impacto actual del nearshoring como un momento clave en la historia económica del país y de la región de Norteamérica, porque las condiciones, tanto internas como externas, apuntan a un clima verdaderamente favorecedor. En primer lugar, la relación entre los socios comerciales de la región es más estrecha que nunca y México es visto por Estados Unidos y Canadá como un aliado geopolítico al que se acercan para hacerlo parte de sus cadenas de producción.
Por otro lado, América del Norte es hoy una región ganadora que concentra casi el 30 por ciento del PIB mundial, que es la mayor cuota de producción del mundo, incluso por delante de China y la Unión Europea. Asimismo, México, Estados Unidos y Canadá reciben la mayor parte de los flujos de inversión extranjera directa del mundo: el monto total de IED que recibió América del Norte en 2022 representa casi el 30 por ciento de la IED total.
Aunado a lo anterior, el tratado comercial entre los tres países, el denominado T-MEC, se ha posicionado como una herramienta que no solo brinda preferencias a los socios comerciales, sino que ha impulsado el acceso indirecto que Estados Unidos obtiene a otros mercados a través de México, y el acceso que otros mercados, a su vez, podrían tener a Estados Unidos a través de nuestro país.
En este sentido, al contar con 12 tratados comerciales con 52 países, México es una de las naciones más abiertas y eso puede significar una ventaja importante para sus aliados comerciales. Por ejemplo: un automóvil ensamblado en México puede enviarse a Europa sin aranceles, mientras que el mismo automóvil desde Estados Unidos podría enfrentar un arancel de alrededor del 10 por ciento, perdiendo así competitividad. A su vez, empresas de otras partes del mundo que transfieren parte de su producción a México, eliminan aranceles y están más cerca de su mercado final.
Pero ¿cuáles son los efectos visibles que muestran que México empieza a capturar la oportunidad?
En primer lugar, debemos destacar que la capacidad de producción de México está en expansión, y eso lo podemos ver actualmente en dos indicadores clave: la inversión en maquinaria y equipo, que se encuentra en un nivel récord y las importaciones de bienes de capital, que, como indicador adelantado de la actividad manufacturera, registra también una tendencia extraordinariamente positiva, con tasas de crecimiento cercanas al 20 por ciento durante el último año.
Asimismo, la participación del sector manufacturero en el PIB de México ha aumentado, mientras que el empleo en la actividad ha mantenido una constante tendencia al alza. Por ello, destacamos como primer beneficiario del nearshoring en México a la industria manufacturera.
Otro dato revelador se observa en las cifras de comercio exterior, ya que México se convirtió en el mayor socio comercial de Estados Unidos en 2023, superando a China y Canadá; mientras que el creciente interés en el sector inmobiliario industrial, sobre todo en el norte de México debido a su proximidad con Estados Unidos, refleja el entusiasmo que tienen las empresas extranjeras por el territorio nacional.
Sin duda, el nearshoring podría contribuir al crecimiento del PIB en aproximadamente 45 puntos base por año; sin embargo, y a pesar de los retos, confiamos en que este es apenas el comienzo de una oportunidad de dimensiones aún incalculables, pero vastas.
El autor es economista en jefe de GBM.