La autora es CEO de la Federación Internacional de Coaching (ICF).
La presencia femenina en puestos de liderazgo se ha incrementado en los últimos años, así lo demuestra el Informe de Mujeres en el lugar de trabajo 2023 elaborado por McKinsey, el cual reporta que el número de mujeres en la alta dirección pasó del 17% en 2015, al 28% en 2023.
El que cada vez más mujeres tengan igualdad de oportunidades en los espacios de trabajo ayuda a reducir las brechas de género, una de las tareas prioritarias a resolver en la actualidad. Las empresas que así lo hacen, además de contribuir con esta misión, también ganan en otros aspectos según la consultora. En primer lugar, las corporaciones con equipos directivos diversos, obtienen beneficios financieros cuyo impacto no solo se da a nivel interno, también tiene repercusiones en la economía mundial.
Por otro lado, el liderazgo empresarial mayoritariamente femenino está relacionado con más altos índices de retención y, por lo tanto, disminución de rotación de empleados, así como en el aumento en la atención a las iniciativas sociales. Esto es fundamental en la actualidad pues, especialmente después de la pandemia y con la incorporación al campo laboral de nuevas generaciones como millennials o Gen Z, es necesario contar con una forma de liderar diferente.
El liderazgo de las mujeres, por lo general, se caracteriza por ser más comprensivo, incluyente, de escucha, de retroalimentación; cualidades que demanda esta nueva fuerza laboral y que, por lo tanto, al ejercerlo tiene mejores resultados con la juventud.
Estos beneficios son una realidad para las empresas; no obstante, también es un hecho que, por una simple cuestión de género, las mujeres tardan más que los hombres en ser promovidas a puestos de liderazgo, lo cual está directamente relacionado con los “peldaños rotos”, es decir, aquellos “pequeños/grandes” obstáculos que impiden ascender hacia la igualdad, tales como las condiciones de trabajo que no permiten tener un balance entre la vida laboral y personal, lo cual es especialmente relevante si lo relacionamos al cuidado de algún familiar, tarea que, por lo general, recae en el sexo femenino.
Para caminar hacia un futuro más igualitario, es necesario que las empresas hagan cambios al interior, los cuales pueden ir desde proporcionar una red adecuada de apoyo, una cultura más abierta y de equidad, incluyendo la promoción de la mujer en puestos directivos. La transición no es rápida ni sencilla, pero afortunadamente hay herramientas como el coaching cuya guía y acompañamiento pueden hacer de este proceso algo más positivo y efectivo.
Por su dinámica, el coaching tiene un impacto profundo entre los líderes a quienes puede ayudar a mejorar sus propias habilidades, aumentar su confianza, promover la autoconciencia, influir en tener un estilo de comunicación adecuado a su ambiente de trabajo, aprender sobre tolerancia, cómo afrontar riesgos y analizar cómo operan en y con su equipo. Esto, en el caso de las mujeres, permite dejar atrás el famoso “síndrome del impostor” y creerse la importancia de su rol y su impacto en la empresa; en el caso de los hombres, contribuye a abrir la mente para así promover, acoger y valorar el liderazgo.
Considero que hoy en día la equidad de género y el liderazgo femenino en las empresas tiene un impacto social y de negocio que es indiscutible. Por lo que las empresas deben prepararse para tener un ambiente adecuado que lo promueva, ya que actualmente muchas mujeres están a cargo de grandes compañías, en cargos de gobierno, en organizaciones sin fines de lucro y está sucediendo por una buena razón.