El autor es Médico especialista y extitular de la Unidad de Atención Médica del IMSS.
Históricamente, el sistema de salud en México ha estado fragmentado en varios subsistemas. Instituciones, como el IMSS y el ISSSTE, han delineado su atención a la población con seguridad social, creando un mosaico de servicios que, aunque rico en recursos, ha padecido de una cohesión efectiva que se vea reflejada en servicios de calidad. El IMSS-Bienestar es una Institución de reciente creación que representa un cambio paradigmático en la atención a la población sin seguridad social.
Brindar acceso a servicios de salud de calidad desde la prevención, tratamiento, rehabilitación y cuidados paliativos a lo largo del curso de la vida representa la tan ansiada “universalidad” del sistema de salud que garantice el cumplimiento del derecho a la salud a todos los mexicanos. El cómo lograrlo es la diferencia entre las dos visiones del modelo de salud en México.
Mientras las administraciones denominadas “neoliberales” (sin usar el término de manera peyorativa sino académica) proponen una participación reducida del Estado con una fuerte participación privada -como sucedió por muchos años en México-. La actual administración propone una participación mayoritariamente pública con la partición rectora del Estado como garante del derecho constitucional a la salud.
La estrategia de la “federalización” de los Servicios Estatales de Salud (SESA) hacia el IMSS-Bienestar-que hoy en día alcanza a 23 estados-, en su esencia es una “centralización”, mediante una herramienta política de acuerdos normativos para que de manera “central” se administre la nómina, los recursos humanos, los programas y las estrategias de salud que se van a aplicar en los estados y municipios.
En esta centralización, el Servicio Nacional de Salud Pública (SNSP) jugará un papel medular en la coordinación de las acciones de salud pública entre la federación, los estados, municipios y las demarcaciones territoriales en la Ciudad de México y la prestación de la atención médica entre las instituciones del sector público, social y privado.
El SNSP establecerá la rectoría federal a nivel local a través de delegaciones de la federación, los representantes del IMSS-Bienestar y los SESA. Uno de los componentes de este Sistema serán los Centros Coordinadores de Salud para el Bienestar, que en coordinación con los Distritos de Salud para el Bienestar -jurisdicciones sanitarias-, tendrán como objetivo la operación de las Redes Integradas de Servicios de Salud, en la que todas las unidades médicas de los dos subsistemas (IMSS/ISSSTE e IMSS-Bienestar) deberán brindar una atención unificada.
Este Sistema de Salud Unificado logrará alcanzar la tan anhelada “universalidad” sanitaria que es un paso necesario y previo para poder lograr un Sistema de Salud Único, en donde la prestación de la atención médica no esté supeditada a la condición laboral de las y los mexicanos.
En este momento histórico, la transición hacia un Sistema de Salud Unificado se presenta como una oportunidad única para redefinir el cuidado de la salud en México, prometiendo un futuro donde la atención médica de calidad sea un derecho garantizado para todos, más allá de cualquier barrera socioeconómica o laboral. El camino está trazado; la tarea ahora es avanzar con determinación y visión hacia la materialización de este ideal.
Cualquiera de las dos candidatas que llegue a la presidencia de la República debe continuar con esta transición histórica y materializarla. La Dra. Claudia Sheinbaum, al proponer la “continuidad con cambio” o el “segundo piso de la transformación”, es quien tiene las mayores posibilidades de continuar con esta tarea, pues aún existe la esperanza de lograr un sistema de salud que mejore los servicios en beneficio de todos los mexicanos.