El autor es Presidente de Global Alliance Agente Aduanal de los Estados Unidos.
La reciente noticia que ensambladoras chinas de vehículos eléctricos podrían establecerse en México, con BYD a la cabeza, ha provocado diversas reacciones en la industria y el gobierno de Estados Unidos. La inquietud se agudizó tras las declaraciones de un alto ejecutivo de BYD en México, quien mencionó el interés de la compañía por iniciar operaciones en el país con la intención de exportar hacia Estados Unidos. Este anuncio resaltó nuevamente la preocupación en importantes fabricantes automotrices como Tesla, GM, Stellantis y Ford, cuyos directivos han advertido que la entrada de vehículos chinos sin aranceles podría tener un efecto devastador en la industria automotriz estadounidense.
La estrategia de BYD sería evitar los aranceles de sección 301 mediante la producción en México, con la posibilidad de aprovechar las ventajas arancelarias del T-MEC. Los vehículos chinos enfrentan actualmente un arancel del 27.5% para ingresar a Estados Unidos, desglosado en un 25% por aranceles de la sección 301 y un 2.5% por aranceles de tasa general. Establecerse en México podría reducir o eliminar estos aranceles, lo que, combinado con una ventaja de costo de entre el 20% y el 30%, permitiría a estas marcas competir agresivamente en el mercado estadounidense.
Es común que la industria solicite más protecciones de las necesarias, pero también es cierto que la competitividad de las marcas chinas se beneficia en parte de los subsidios y el apoyo del gobierno chino. Aunque esto no desmerece sus logros, sí introduce un factor adicional en la discusión sobre la competencia leal.
Sin embargo, parece poco probable que Estados Unidos permita la libre importación de vehículos chinos, ya sean ensamblados en México o no, sin imponer restricciones. Tanto Donald Trump como Joe Biden han insinuado la posibilidad de establecer barreras comerciales, invocando desde preocupaciones comerciales hasta riesgos de seguridad nacional asociados con las tecnologías avanzadas de estos vehículos. Estas medidas probablemente se fundamentarían en las leyes de remedios comerciales de Estados Unidos.
Posiblemente, la ampliación de los remedios comerciales de la sección 301 o de la sección 232, sin descartar la realización de investigaciones antidumping y de cuotas compensatorias centradas en China y México, especialmente en lo que respecta a los subsidios transnacionales. Además, no sería improbable que, con el tiempo, se combinaran esta serie de medidas con el propósito de restringir completamente la entrada de vehículos eléctricos chinos al mercado estadounidense.
En una reciente publicación en TikTok, Samuel García, el gobernador de Nuevo León, presentó la línea de vehículos de BYD desde su residencia, acompañado por la CEO de la marca en Latinoamérica. Elogió su calidad y diseño, destacando que BYD planea introducir un vehículo eléctrico en México con un precio accesible de aproximadamente $300,000 pesos, o cerca de $17,000 dólares. Al concluir la transmisión, García insinuó futuras noticias prometedoras para Nuevo León, lo que suscita la pregunta de si BYD podría establecer su planta en Monterrey, en la misma región que Tesla. Esto representaría una noticia positiva para México, al albergar a los dos principales fabricantes de vehículos eléctricos a nivel mundial. Sin embargo, hasta ahora, parece que estos vehículos de BYD enfrentarían grandes obstáculos para ingresar al mercado de Estados Unidos.