La autora es Presidenta Divisional para Latinoamérica Norte de Mastercard.
Como una fuente esencial de ingresos, las remesas mejoran las condiciones de vida de las familias receptoras, promueven su resiliencia financiera ante impactos económicos y representan una enorme oportunidad para fortalecer la inclusión financiera en la región. La naturaleza imperativa de este esfuerzo se deriva del impacto profundo que estos ingresos tienen en el desarrollo económico, especialmente en regiones que dependen en gran medida de tales flujos.
Priorizar mejoras en la accesibilidad y eficiencia de los canales de envíos de dinero se erige como una estrategia indispensable para avanzar en sistemas financieros inclusivos a nivel mundial.
Más que en cualquier otra parte del mundo, los envíos de dinero del extranjero tienen un impacto profundo en la vida económica de los latinoamericanos. En Guatemala, por ejemplo, las remesas son la principal fuente de ingresos para al menos 1 de cada 3 hogares; mientras que 50% de todos los hogares en Honduras son receptores de dinero del exterior. En toda la región, estos flujos transfronterizos han mostrado un gran dinamismo, creciendo a un ritmo acelerado –10% anual en comparación con el 4% registrado a nivel mundial desde 2014.
Esta misma tendencia de crecimiento sostenido se ha registrado en México, impulsado por la mejora en las condiciones económicas y la creciente adopción de tecnologías financieras que permiten transferencias transfronterizas simples y eficientes, y al receptor, recibir de manera inmediata y segura. Hoy, 96% del dinero enviado desde el extranjero a México es proveniente de Estados Unidos, lo cual convierte a este corredor en el mayor generador de remesas del mundo, con un volumen de 65,000 millones de dólares en 2023.
Esto, de acuerdo con el reporte El Futuro de las Remesas en América Latina, publicado por PCMI en colaboración con Mastercard, que informa sobre tendencias, innovaciones tecnológicas emergentes y políticas clave que están moldeando el futuro de estos envíos en la región, con un enfoque particular en México y Centroamérica.
Al ser uno de los principales receptores de remesas a nivel mundial, México desempeña un papel protagónico en este sector, enfrentando oportunidades únicas para remodelar el futuro de los flujos financieros transfronterizos.
La prevalencia del efectivo en el envío de dinero desde el extranjero disminuye de manera significativa el monto final que reciben los destinatarios, además de incitar a los usuarios a recurrir a canales informales que a menudo forman parte de redes transfronterizas más complejas y peligrosas.
La digitalización ofrece una solución prometedora a estos desafíos, pues reduce los costos de transacción y agiliza los procesos de envío y recepción de fondos. Esto no solo beneficia a los remitentes, al proporcionarles una forma más rápida y económica de enviar dinero, sino que también tiene un impacto positivo en los receptores, pues garantiza un acceso más fácil, seguro y conveniente a los fondos.
Asimismo, la digitalización facilita la inclusión financiera al permitir que aquellos sin acceso a servicios bancarios tradicionales participen en el sistema financiero mediante plataformas digitales. Esto empodera a individuos y familias, a través de herramientas para administrar sus finanzas de manera más efectiva, e impulsa el crecimiento económico a largo plazo con inversión y desarrollo.
En América Latina, las remesas digitales han crecido a una tasa anual (23%) menor que la tasa global (25%) y tienen una participación del 43% del mercado total de remesas, casi 10 puntos porcentuales por debajo de la participación de mercado de las remesas digitales a nivel mundial. En México y Centroamérica, el porcentaje de remesas que se reciben digitalmente es de 20% a 30% del total de la región.
Distintos actores ven la digitalización de los flujos transfronterizos como una oportunidad para ofrecer nuevas experiencias al usuario. Anclados en la adopción de tecnologías como la banca móvil y las plataformas de pago digital, están revolucionando la forma en que se envía y recibe dinero en México y Centroamérica. Estas tecnologías ofrecen mayor velocidad, transparencia y reducción de costos, y abren nuevos caminos para la inclusión financiera de poblaciones menos atendidas.
No obstante, a pesar de los avances, quedan retos pendientes para mejorar la infraestructura tecnológica y financiera, reducir las barreras de acceso a servicios financieros –51% de los mexicanos carecen de una cuenta bancaria– y aumentar la transparencia de costos asociados con las remesas.
El informe mencionado subraya, además, la importancia de un marco regulatorio sólido y flexible que pueda adaptarse a las innovaciones tecnológicas, garantizando al mismo tiempo seguridad y protección contra el fraude. México ha dado pasos significativos en este ámbito, trabajando estrechamente con grupos nacionales e internacionales para establecer prácticas que fomenten un entorno seguro para el flujo de envío y recepción de dinero.
A medida que el país avanza hacia el futuro, su capacidad para adaptarse a las cambiantes dinámicas del mercado global de remesas será clave para su éxito económico y social. Con políticas adecuadas y un enfoque sólido en materia de innovación, México puede establecer un modelo a seguir para otros países, lo cual en última instancia fomentaría la construcción de un sistema financiero más inclusivo y eficiente para todos los usuarios.