Colaborador Invitado

Estrategias de nearshoring del Mexico Moment, un futuro imaginario para el 2080

Es crucial pensar que si realmente queremos ver beneficios tangibles derivados de la relocalización de empresas dependerá directamente de la capacidad del Estado y del sector empresarial co-crear políticas públicas.

Director de Asuntos Públicos de LLYC

Desde los inicios de la humanidad, el ser humano siempre ha anhelado vislumbrar el mundo que aguarda en el futuro. A principios del siglo XX, el ilustrador francés Jean Marc Côté imaginó y predijo cómo sería el año 2000 a través de sus ilustraciones: un mundo con videoconferencias, cosechadoras mecánicas y hasta aviones de guerra. Sorprendemente, Côté no estuvo nada errado. Hoy en día, la industria agrotech florece, las videoconferencias son pan de cada día, y desafortunadamente, los drones de guerra también forman parte de nuestra realidad.

Los futurólogos no tenemos una bola mágica, pero sí empleamos herramientas y metodologías para detectar señales, analizar tendencias, imaginar wild cards (situaciones inesperadas), entender contextos y crear escenarios que nos permitan anticipar posibles escenarios futuros. En resumen, nuestra labor implica desde predecir el futuro hasta explorar sus posibilidades.

Las técnicas de estudio del futuro, como los análisis de impacto cruzado, señales débiles, talleres prospectivos, y storytelling, nos permiten prospectar una amplia gama de fenómenos, como cambios políticos, crisis económicas, desastres naturales, y ahora, incluso aplicarlo a fenómenos como el nearshoring.

Hablando del Mexico Moment, es crucial pensar que si realmente queremos ver beneficios tangibles para las y los mexicanos derivados de esa relocalización de empresas dependerá directamente de la capacidad del Estado y del sector empresarial co-crear políticas públicas de largo plazo que permitan fortalecer el Estado de derecho, mejorar la seguridad y garantizar la protección de las inversiones en nuestro país.

Imaginemos narraciones ficticias de los futuros posibles para el México en 2080 para situar a los futuros actores políticos y tomadores de decisiones en escenarios deseables para mejorar sus capacidades de estrategia, anticipación e influencia. La pregunta clave es: ¿cómo podríamos incidir ahora para que esto fuera una realidad en el futuro?

El sur mexicano como potencia mundial en 2080

El sol brilla, los grandes corporativos se han mudado a la bella y blanca Mérida, teniendo así un hub regional y descentralizado de los centros industriales en el Norte y el Bajío. Este movimiento ha generado un auge tanto en el turismo como en la industria, impulsado principalmente por la destacada oferta educativa de la región del sureste, de la que egresan más de 200,000 ingenieros anualmente. Estas universidades, en colaboración con empresas globales, ofrecen una educación dual con un enfoque empresarial, proporcionando un sólido talento mexicano de calidad que nutre los más de un millón de puestos de trabajo generados en la zona, incluyendo a los grupos originarios.

Veracruz y Oaxaca están en las noticias internacionales como las ciudades más seguras y sostenibles del mundo gracias al Tren Maya, Corredor Interoceánico, y sus diez polos de desarrollo construidos de manera sostenible y que actualmente han superado su capacidad calculada para la que fueron planeados: más de 50 parques industriales en la región, con una diversificación en la generación eléctrica de 10,000 MW (tres veces más lo previsto para 2024) y la transportación eficaz de casi 4,000 contenedores diarios entre ambos océanos.

México se ha consolidado como un centro tecnológico y científico para empresas globales, gracias a la reducción de los mensajes de incertidumbre, mejoras en la infraestructura y políticas fiscales para la inversión más atractivas que permiten que México sea un país competitivo a nivel mundial.

Mudanza forzada: Las empresas globales salen de México en 2080

Los centros económicos e industriales de México se ven amenazados por condiciones climáticas adversas, y se ven forzadas a desplazarse hacia estados con menos estrés hídrico, como el sureste de México, el cual se convirtió en la mejor opción desde 2030 para continuar con las operaciones industriales.

Sin embargo, la llegada de estas industrias al sur del país ha sido caótica y desordenada. No se han realizado estudios de impacto ambiental, no se priorizan las regulaciones o autorizaciones medioambientales, ni los bonos verdes para contrarrestar los más de 100,000 km cuadrados de selva que ha sido deforestada por una mala planeación de infraestructura para los polos de desarrollo del Corredor Interoceánico.

Tan solo en los últimos meses, hemos presenciado filas interminables de buques en ambos océanos, esperando para descargar sus contenedores en los puertos mexicanos de Salina Cruz y Coatzacoalcos para cruzar al otro océano. La infraestructura portuaria insuficiente, los recintos fiscalizados saturados, la alta fiscalización y la escasa comprensión de los procesos aduanales por parte de las autoridades militares que han asumido las funciones de administración de puertos, aduanas y puntos fronterizos, han contribuido a las continuas pérdidas económicas del sector privado.

Los costos de la energía en México han aumentado hasta en un 40% más en comparación con los costos en EEUU, en gran medida debido a la incertidumbre regulatoria de las últimas décadas, que ha favorecido la energía generada por el estado en detrimento de la auto-generación.

Esta situación ha ahuyentado las inversiones y ha desilusionado a las empresas globales que en algún momento consideraron aterrizar o reinvertir en México. Este tipo de ejercicios de imaginación de futuros, en los que exploramos escenarios utópicos, distópicos o deseables, nos permiten visualizar hacia dónde queremos avanzar y qué caminos deseamos evitar a toda costa. Además, nos dan la oportunidad de comprender la importancia de las políticas públicas, las cuales pueden y deben ser parte de planes a largo plazo, deben contar con estrategias para hacer frente a crisis potenciales y anticipar riesgos. Lo anterior, asegura la permanencia de lo que queremos que se quede, crezca y se desarrolle en nuestro país.

COLUMNAS ANTERIORES

El mal de montaña, síndrome del poder político
Inversiones que tienden puentes

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.