El autor es socio del área mercantil y financiera de Hogan Lovells.
Podría asegurar que todos los que trabajamos en operaciones transfronterizas nos hemos enfrentado al problema de los pagos transfronterizos y el retraso en su confirmación. En múltiples ocasiones he tenido la oportunidad de participar en transacciones que requieren una transferencia internacional de fondos –por ejemplo, un financiamiento de un banco extranjero a una empresa mexicana, o la venta de una empresa mexicana a un extranjero– y hemos tenido que resolver con creatividad o, a veces, con paciencia, el problema de la demora en confirmar la recepción de fondos.
¿No habrá una manera más rápida y eficiente de hacer transferencias internacionales de fondos? ¿Cómo es posible que una transferencia SPEI en un pago local pueda confirmarse en minutos y un pago transfronterizo pueda tomar horas y hasta días en ciertas ocasiones?
Una transferencia internacional de fondos, por lo general, implica el uso de bancos corresponsales, lo que significa un proceso operativo complejo. ¿Qué es un banco corresponsal? Es el banco en la jurisdicción donde se origina el pago y donde la entidad bancaria extranjera destinataria de la transferencia tiene una cuenta bancaria.
Pero el uso de bancos corresponsales requiere una doble transferencia de fondos: primero, desde la cuenta del pagador a la cuenta del banco corresponsal, y luego, desde la cuenta del banco corresponsal a la cuenta en el extranjero. Lo anterior supone diversas complejidades operativas –autorizaciones y revisiones de disponibilidad, compensaciones y liquidaciones en múltiples sistemas de pagos y bancos centrales ubicados en distintos husos horarios, etc.– y legales –revisiones de “KYC” para prevenir el lavado de dinero en diversas entidades– que tienden a retrasar el pago. Esto en muchas ocasiones hay que sumarle el cambio de moneda.
Ante esta problemática, el Banco de Pagos Internacionales y diversos bancos centrales están ideando soluciones. Uno de estos proyectos se denomina “Proyecto Agorá” y en él está participando el Banco de México, junto con el Banco de Francia, el Banco de Japón, el Banco de Corea, el Banco Nacional Suizo, el Banco de Inglaterra y la Reserva Federal de Nueva York.
El Proyecto Agorá estará basado en la tokenización de los pagos transfronterizos, el uso de contratos inteligentes y en un registro unificado (unified ledger). Aunque el sistema está diseñándose, pareciera que el registro unificado –un solo libro para todos los participantes– es la piedra angular porque permite que el pago y la liquidación se registren simultáneamente en un registro compartido por todos los participantes. El Banco de Pagos Internacionales ha mencionado que el sistema permitirá la participación de bancos centrales, pero también de bancos y otros jugadores privados. Ello supone grandes retos de gobernanza –quién pondrá las reglas del sistema y cómo se ejecutarán– que no está claro cómo se resolverán.
Otro proyecto similar es denominado “mBridge”, en el que participan la Autoridad Monetaria de Hong Kong, el Banco Central de los Emiratos Árabes Unidos, el Instituto de Monedas Digitales del Banco de China y el Banco de Tailandia, entre otros. mBridge se basa en el uso de monedas digitales emitidas por bancos centrales (conocidas como “CBDCs”) y blockchain. Esta solución se basará en el uso de múltiples monedas digitales conviviendo en un mismo ecosistema (mCBDC) y no mediante el uso de una misma moneda digital para todos. Esta solución sigue siendo hipotética, pues muy pocos bancos centrales han emitido monedas digitales (entendemos que solamente Bahamas, Jamaica y Nigeria).
Ciertamente, fuera de los esfuerzos que realizan los bancos centrales y autoridades monetarias, el uso de activos virtuales o criptomonedas también podría facilitar los pagos internacionales. De hecho, ya se observa un importante crecimiento en el uso de activos virtuales como un sustituto del envío de remesas por conductos tradicionales (v.gr. transmisores de dinero). Esta solución, según alegan los partidarios de las criptomonedas, no sólo hace más rápida la transmisión de dinero sino que también podría hacerla más barata al reducir sustancialmente costos de intermediación. Pero esta solución aún necesita ser consolidada debido a complejidades técnicas, mayor institucionalización, falta de conocimiento generalizado, y en ciertas ocasiones, limitada liquidez.
El punto esencial es que, tanto los canales tradicionales (conocido en el medio como TradFi) y los canales nuevos descentralizados (DeFI) están desarrollando nuevos medios para facilitar los pagos transfronterizos. Considero que la reducción de tiempo y costos de los pagos transfronterizos es muy prometedora y es un avance tecnológico, quizá más discreto que la inteligencia artificial generativa, pero que traerá numerosos beneficios y agilizará el comercio internacional.