Colaborador Invitado

Todos los ojos en Rafah

Familias enteras, huyendo de los bombardeos y la destrucción, se encuentran atrapadas en un entorno donde la escasez de alimentos, agua y suministros médicos es la norma.

La situación en Rafah, una ciudad en el sur de la Franja de Gaza, es un espejo perturbador de las crisis de refugiados que proliferan en todo el mundo. A medida que el conflicto entre Israel y Hamas se intensifica, la pequeña ciudad fronteriza ha sido transformada en un refugio desesperado para más de un millón de personas desplazadas. Familias enteras, huyendo de los bombardeos y la destrucción, se encuentran atrapadas en un entorno donde la escasez de alimentos, agua y suministros médicos es la norma.

Los recientes ataques aéreos israelíes han causado la muerte de al menos 22 personas, incluidas seis mujeres y cinco niños, y han destruido numerosos hogares. La infraestructura crítica, como hospitales y escuelas, está colapsando bajo el peso de la guerra. Las cifras son alarmantes: más de 34 mil 400 personas han muerto en Gaza desde el inicio del conflicto, según el Ministerio de Salud gestionado por Hamas. Entre las víctimas hay miles de civiles, incluyendo niños pequeños, algunos de tan solo cinco días de vida.

La orden de evacuación emitida por el Ejército israelí ha obligado a muchas más personas a huir, creando un escenario de caos y desesperación. Más de un millón de desplazados internos se encuentran ahora en Rafah, viviendo en condiciones extremadamente precarias. La ONU ha descrito la situación como un “caldero de desesperación”, subrayando la urgente necesidad de asistencia humanitaria.

La comunidad internacional ha reaccionado, pero los esfuerzos hasta ahora han sido insuficientes. La Corte Internacional de Justicia de la ONU ha ordenado a Israel detener su ofensiva en Rafah, y Estados Unidos ha enviado más de mil 110 toneladas de asistencia humanitaria, incluyendo la construcción de un muelle temporal para facilitar la entrega de suministros. Sin embargo, las negociaciones para un cese al fuego, mediadas por Estados Unidos, Egipto y Qatar, han fracasado repetidamente, prolongando el sufrimiento de los civiles atrapados en el conflicto.

Rafah no es un caso aislado; refleja una tendencia global alarmante. En todo el mundo, conflictos prolongados están desplazando a millones de personas, desde Siria hasta Yemen y Sudán del Sur. Las políticas restrictivas de muchos países respecto a la admisión de refugiados agravan aún más estas crisis, dejando a los más vulnerables sin refugio seguro y acceso a ayuda humanitaria.

La crisis en Rafah destaca la necesidad urgente de soluciones internacionales coordinadas. Un alto al fuego duradero es esencial, pero no suficiente. Es crucial abordar las causas subyacentes del conflicto y trabajar hacia una solución política sostenible que garantice la seguridad y la coexistencia pacífica de todas las partes involucradas.

La comunidad internacional debe intensificar sus esfuerzos para garantizar la entrega segura y continua de ayuda humanitaria y proteger a los desplazados. La solidaridad global y la cooperación son fundamentales para enfrentar esta y otras crisis de refugiados, y para construir un futuro de paz y estabilidad.

La tragedia en Rafah es un recordatorio urgente de las consecuencias devastadoras de los conflictos y la importancia de una respuesta humanitaria eficaz. Debemos actuar ahora, con compasión y determinación, para aliviar el sufrimiento y proteger a los más vulnerables.

COLUMNAS ANTERIORES

Justicia y mercados, una relación necesaria
Reality check

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.