Colaborador Invitado

Los chats de Norma Piña: Paranoia y autodestrucción

Es claro que la ministra presidenta Norma Piña se siente una heroína perseguida, sin darse cuenta que el periodo por el que pasa es de negación de la realidad y autodestrucción.

Los chats de Norma Piña a altas horas de la noche se han convertido en nota política por sus contenidos contradictorios. Algunos son agresivos y amenazantes, otros son de culpa y arrepentimiento.

Los primeros que se hicieron públicos son los que envió al senador Armenta: “Usted puede ver a los ojos a sus hijos o a sus hijas después de lo que dice?”. “La historia nos juzgará”. Él le escribe que el contexto de sus mensajes eran intimidantes e inapropiados.

La primera reacción pública fue de incredulidad. ¿La presidenta de la Corte escribiendo así a otro Poder del Estado? La incredulidad pasó al asombro cuando ella misma reconoció que sí fue su mensaje aunque se disculpa porque no fue la mejor vía para hacerlo. Habla cuando menos de impetuosidad en la reacción pero desde entonces el vox populi ha dicho que era la consecuencia de varias horas de convivencia con su personal o amistades en prolongadas tertulias que concluían hasta la madrugada y le hacían perder coherencia y foco en su actuación.

Varios meses después se hicieron públicos los chats que envió al magistrado electoral Felipe Alfredo Fuentes Barrera, en el que le presiona para que no haya cambio de presidente del Tribunal Electoral en ese entonces presidido por Reyes Rodríguez. Le amenaza con abrir la cloaca de sus “compañeritos”, magistrados electorales a los que se refiere de esta forma despectiva. El contenido del mensaje es más imprudente que el anterior, daña la autonomía en el funcionamiento del tribunal, de forma que ella misma luego intentó arreglar con una inaceptable –social y políticamente hablando—cena en una de las mansiones del ministro Juan Luis González Alcantará en Paseo de la Reforma 840, a la que -para que no quedara duda de su actuar partidario en un proceso electoral ya iniciado- convocó a Alejandro Moreno, presidente del PRI.

Hay múltiples personas que en corto han compartido mensajes que ella, impropios de la redacción de la presidenta del Poder Judicial de la Federación, que sólo se pueden atribuir a un estado de incongruencia transitoria derivada de tensiones o producto de lo que cada vez más se dice: sus largas tertulias vespertinas. Hay mensajes a ministros actuales y exministros realmente preocupantes.

Parece que ese actuar impropio de transitorio se ha convertido en permanente. En el chat denominado ‘Capítulo México’ en el que se encuentran 190 juezas y magistradas de todo el país, fue aplaudiendo minuto a minuto el desarrollo de la marcha del 22 de octubre de 2023 que por su contenido, su llamado, fue el preámbulo de la ‘marea rosa’ para engañar a la ciudadanía en un movimiento no partidista que terminó siéndolo.

Pero el colmo son los últimos mensajes en ese chat que al tener 190 participantes es propiamente un espacio público mayor a una conferencia. “Cris P” manifiesta “Mi apoyo a la Ministra Norma”, y ella responde sin contexto “Gracias. Si estamos siendo vigiladas por lo que pensamos. Desgraciadamente por nosotras mismas lo mejor es acabar este chat”. Sigue en ese chat público diciendo a todas las juezas y magistradas “Yo se (sic) quienes son ustedes y lo única (sic) que quiero es que no la (sic) estigmaticen. Ese es mi deber”. “Ya les contaré. Impresionante. Pero yo me hago responsable de mis mensajes. Ustedes deben cuidarse”. “Con mucha pena les comento que todo lo que escribimos en este chat lo están usando para seguirnos y saber lo que pensamos. Se los comento por su seguridad”.

Es un chat que se creó para generar un espacio de conversación entre mujeres que ejercen la judicatura. Norma Piña siente que la vigilan por su pensamiento, que la traicionan las personas del chat (aunque no es una conversación privada sino pública), dice que es su deber responder del contenido de sus mensajes a la vez que se queja que los critiquen, y ya en el colmo de la paranoia, les manifiesta a todas las juzgadoras que se cuiden, que se los comenta para su seguridad, generando un sentimiento de persecución antes inexistente entre ellas.

Es claro que Norma Piña se siente una heroína perseguida, sin darse cuenta que el periodo por el que pasa es de negación de la realidad y autodestrucción, que sus tertulias largas hacen que su verborrea la plasme en mensajes de texto como si estuvieran cientos de personas acompañándola en sus comidas/cenas que no se sabe si son de tristeza, de resistencia o de desahogo.

Ayer mismo envió un mensaje a los trabajadores del PJF en el que dice que trabaja “incansablemente” para defender sus derechos laborales. Al parecer lo que son incansables son sus tertulias vespertinas, no su trabajo.

Cuando una alta servidora pública de la nación es incapaz de ejercer su función con prudencia y templanza le hace daño al país, a ella misma, y a su incipiente legado que lo más seguro es que quede en la historia como la responsable principal de la destrucción al poder que tanto dice querer.

Su incapacidad de cumplir con la alta responsabilidad de conducir con decoro la relación con los otros poderes del Estado, ha puesto punto final a un Poder Judicial que debió ser ajeno a la competencia electoral y no tomar función de oposición al gobierno. La cena con Alito Moreno, a la que convocó a los magistrados electorales para demostrarles dónde estaban sus preferencias electorales, demuestra la más grotesca ruptura de los principios de imparcialidad que deben ser rectores del actuar del Poder Judicial.

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