Colaborador Invitado

Reality check

Los inversionistas tienen que vivir con una nueva realidad, en la cual la incertidumbre jurídica y de estabilidad fiscal tienen que, al menos, ser cuestionada.

El reciente comportamiento del peso y de otros activos financieros mexicanos ha despertado un debate entre diferentes actores en donde se cuestiona si tocamos un punto de inflexión o es un episodio más de turbulencia pasajera.

Como lo mencioné en mi columna anterior (El valor macroeconómico de los contrapesos), es una pregunta que no podremos responder hasta septiembre, que es cuando el nuevo Congreso coincide con el mandato actual de AMLO.

Lo importante ahora es diferenciar entre lo que es meramente especulación y lo que claramente ya se ha plasmado en la agenda del Congreso.

Las ‘buenas’ noticias

Como lo muestran muchos episodios comparables en mercados emergentes, el deterioro institucional y de confianza en un mercado no es un proceso que suceda de la noche a la mañana. Al final, bajo diferentes métricas, México continúa ofreciendo una retórica relativamente atractiva cuando es comparado con sus pares.

El punto inicial de la deuda como porcentaje del PIB se mantiene en niveles relativamente bajos, la cuenta corriente no muestra signos de desbalance, al mismo tiempo que las tasas de interés reales se mantienen en niveles históricamente altos.

Asimismo, nuestro principal socio comercial (EU), al cual el crecimiento de México se encuentra altamente apalancado, continúa mostrando dinamismo, en un ambiente en donde la posición geográfica se mantiene como una ventaja competitiva en el actual ambiente geopolítico.

Esta mezcla, en la ausencia de la materialización de un escenario tan pesimista como el que actualmente incorporan los mercados, hacen difícil un deterioro adicional en la prima de riesgo de los activos mexicanos en el corto plazo.

El problema

No obstante, es difícil imaginar que la retórica de inversión hacia México no haya cambiado.

Los inversionistas tienen que vivir con una nueva realidad, en la cual la incertidumbre jurídica y de estabilidad fiscal tienen que, al menos, ser cuestionada.

Las potenciales consecuencias son numerosas.

Una de las más obvias tiene que ver con la falta de certeza jurídica que conllevaría un cambio como el propuesto al Poder Judicial y a otros organismos actualmente autónomos.

Al final, cualquier inversión podría estar en riesgo si se contrapone con algún interés del Gobierno. El costo de cualquier inversión, por definición, aumenta de manera considerable, especialmente el tipo de inversión, que suele tener un efecto más profundo en el crecimiento económico de largo plazo.

Tal vez para un inversionista de renta fija esto no sea tan relevante, siempre y cuando se conserve la autonomía del banco central y no haya un descarrilamiento de las cuentas fiscales. Sin embargo, esto sería en detrimento de los ya mermados prospectos de crecimiento de largo plazo.

De manera similar, sería ingenuo el pensar, que esto no llevaría a un aumento en la prima de riesgo que cualquier inversionista demanda, i.e. un tipo de cambio real más barato, así como tasas de interés más altas.

Asimismo, en un ambiente en donde el poder se consolida de tal manera, la volatilidad en los activos financieros naturalmente debería de ser más alta. Cualquier ocurrencia tendría una mucha más alta probabilidad de materializarse.

Los tiempos

En el corto plazo, no debería de ser sorprendente que la depreciación del peso se atenúe, ya que no solo habrá que esperar hasta septiembre para poder realmente llevar a cabo una evaluación más real de los hechos, sino que el costo de continuar con posiciones cortas del peso es altamente costoso.

Sin embargo, una posible apreciación en el corto plazo no debería de ser necesariamente un signo de alivio, ya que la cantidad de eventos de riesgos en el horizonte es numerosa y la valuación del peso no es necesariamente atractiva.

Si bien ya mencionamos septiembre como un mes clave, no hay que olvidar que muchos de los cambios propuestos muy probablemente no encajen con la agenda política de Estados Unidos.

Tomando como referencia la reciente columna de Mike Pompeo —AMLO’s Radical Legacy in Mexico— hay muchos temas que podrían inducir una mayor volatilidad en el peso mexicano.

Dentro de ellos se encuentran: 1) violación de puntos estipulados en el T-MEC, 2) mayores disputas en torno al tema migratorio, 3) mayor preocupación alrededor de la lucha contra el narcotráfico y la mayor probabilidad de que el crimen organizado aumente su poder en temas políticos, entre otros.

Aunque la dinámica no sea necesariamente la misma a 2016, es altamente probable que la retórica hacia México no sea tan amigable. Esto, de una y otra manera, tendrá que ser tomado en cuenta antes de mantener posiciones en activos financieros mexicanos.

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