Colaborador Invitado

Inteligencia artificial: más que una tendencia, un océano de oportunidades

La relación entre el potencial de monetización que tiene la fase de aplicación y el costo de las fases de facilitación y de inteligencia puede ser un indicador clave de las rentabilidades futuras de la inversión.

La inteligencia artificial (IA) puede convertirse en una de las innovaciones más profundas y en una de las mayores oportunidades de inversión en la historia de la humanidad. Aun tratándose de una industria en rápido crecimiento, el destino de las distintas partes de la cadena de valor posiblemente varíe debido a la rapidez de la innovación, la evolución de la dinámica competitiva y los cambios en el clima de inversión.

Se distinguen tres fases en la cadena de valor de la IA:

1. La fase de facilitación: las empresas que constituyen la columna vertebral del desarrollo de la IA y que abarcan desde la producción de semiconductores hasta el diseño de chips, la nube, los centros de datos y las empresas dedicadas al suministro de energía.

2. La fase de inteligencia: las empresas que transforman en inteligencia los recursos energéticos e informáticos de la fase de facilitación. Esto incluye a las que desarrollan modelos de lenguaje, así como a las propietarias de los activos que pueden transformarse en inteligencia.

3. La fase de aplicación: las empresas que incorporan las herramientas de la fase de inteligencia en casos de uso específico. Por el momento, las aplicaciones más prometedoras incluyen copilotos, asistentes de codificación, publicidad digital, centros de llamadas, investigación y desarrollo en el sector salud, ciberseguridad y tecnología financiera.

Pensar en términos de cadena de valor también puede ayudar a identificar posibles oportunidades y amenazas para el éxito de la industria en general. Por ejemplo, eventualmente la fase de aplicación debe generar suficientes ingresos para ‘financiar’ las fases de inteligencia y de facilitación. En consecuencia, la relación entre el potencial de monetización que tiene la fase de aplicación y el costo de las fases de facilitación y de inteligencia puede ser un indicador clave de las rentabilidades futuras de la inversión.

Aunque la importancia de la IA es evidente, muchas personas no saben cómo posicionarse ante la próxima oleada de avances. Los inversores que se encuentran en distintas fases del proceso de inversión en IA tienen necesidades diferentes. Por eso hay que prepararse y evaluar las posibilidades.

Entonces, en primer lugar, los inversores deben asegurarse de realizar inversiones suficientes. En los últimos meses, muchos inversores han tomado al menos cierta exposición a la IA. Sin embargo, debido al vertiginoso ritmo de crecimiento en la industria, muchos tienen una subexposición general a esta industria. Dada la magnitud de las mayores empresas de IA, los inversores pueden considerar ponderaciones más parecidas a las de los mercados de renta variable de determinados países que a las de otras empresas.

En segundo lugar, se recomienda inclinarse por la fase de facilitación. Si bien se corre el riesgo de que los temores por el exceso de capacidad en la fase de facilitación pudieran provocar volatilidad, creemos que el segmento actualmente ofrece la mejor combinación de perfiles atractivos y visibles de crecimiento de las utilidades, un fuerte posicionamiento competitivo, margen de reinversión y valuaciones razonables. Se destacan también las empresas de semiconductores que están impulsando la inversión en infraestructura de IA en los centros de datos y cerca de las fuentes de los datos.

En tercer lugar, las empresas de megacapitalización están siendo fundamentales en la evolución de la IA. Hasta ahora, el auge de la tecnología ha beneficiado mucho a las empresas más grandes. Pero esto parece más una característica del nuevo panorama de inversión en IA y no un error. Ahora que el mercado avanza hacia el dominio de las compañías integradas verticalmente, también parece cada vez más importante pensar en los gigantes de la IA que dominan la cadena de valor, desde los chips hasta los modelos y aplicaciones de IA generativa.

Por último, cabe recordar que no se trata exclusivamente de Estados Unidos. Las grandes empresas tecnológicas de China siguen cotizando con valuaciones similares a las que tenían antes del lanzamiento de ChatGPT. Sin embargo, también están invirtiendo grandes sumas en inteligencia artificial y, a la larga, China podría acabar desarrollando un ecosistema de IA distinto de gran parte del resto del mundo, lo que puede generar un gran potencial de monetización.

El potencial del mercado de la inteligencia artificial es amplio: UBS estima que la creación de valor de la IA podría ascender a 1.16 billones de dólares para 2027. Navegando con astucia por este mar de innovación, los inversores pueden convertir la ola de la IA en oportunidades de inversión. ¡Tal vez sea el momento de subirse a bordo!

COLUMNAS ANTERIORES

El panorama comercial para la UE con el triunfo de Trump
El reto de la cautela en las compras navideñas: una mirada al consumidor

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.