Fundador, presidente ejecutivo y codirector de inversiones de Fisher Investments.
Merece la pena comenzar con un recordatorio para los analistas obsesionados con los bancos centrales a ambos lados de la frontera: la bolsa no necesita recortes de tipos de interés, ni en México ni en Estados Unidos ni en ninguna parte. Independientemente de si los bancos centrales suben, bajan o mantienen los tipos de interés, sus acciones no tienen demasiada importancia, y sus declaraciones aún menos. ¿Esto le parece un disparate? A continuación, le explico los motivos de este razonamiento.
Muchos opinan que la cantidad de profesionales cualificados que trabajan en los bancos centrales y sus meticulosos procesos les confieren un conocimiento prácticamente total de la economía. Creen que las declaraciones de los gobernadores, tanto del Banxico como de la Fed o del Banco Central Europeo, son prescriptivas y sus medidas de política monetaria, decisivas. Pero se equivocan.
En primer lugar, con respecto a los salarios. Pese a ser una creencia generalizada, incluso entre los altos cargos del Banxico, el incremento de los salarios no es un factor determinante de la inflación. Como demostró el premio nobel Milton Friedman hace cinco décadas, el crecimiento salarial es una consecuencia de la inflación, nunca una causa. Las grandes alzas del salario mínimo en México tampoco cambian esa realidad, aunque pocos se den cuenta.
Los últimos datos así lo demuestran. En 2023, el crecimiento de los salarios cayó apenas un 0.4 por ciento interanual en México y en 2024 repuntó un 4 por ciento. A pesar de ello, la inflación cayó del 7.8 por ciento al 4.7 por ciento en términos interanuales. Asimismo, la desaceleración de la inflación en todo el mundo se produjo mientras aumentaban los sueldos en Estados Unidos y la eurozona.
En segundo lugar, las indicaciones de los bancos centrales tampoco son prescriptivas. Las “indicaciones sobre la orientación de la política monetaria”, es decir, las previsiones sobre la política monetaria que dan los supervisores monetarios, buscan mejorar la transparencia. Sin embargo, siembran la confusión cuando terminan alejándose de ellas.
Es cierto que la rebaja del tipo objetivo del Banxico siguió a la perfección el guión previsto un mes antes, pero se trató de una anomalía. El portavoz de la Fed afirmó en mayo de 2022 que “ni siquiera estaban considerando” alzas de 75 puntos básicos. No tardó ni un mes en hacerlo, y lo repitió tres veces más en los cuatro meses siguientes.
Por su parte, aunque el BCE no esperaba subidas de tasas en 2022, en julio de ese año emprendió la primera (de 50 puntos básicos) de una serie de diez. El Banco de Inglaterra también cambió drásticamente de opinión varias veces. De hecho, su gobernador, Mark Carney, se hizo tan famoso por eso en la década de 2010 que se ganó el apodo de “novio poco fiable”. Andrew Bailey, actual responsable de la entidad, se ganó el mismo apelativo gracias a su drástico cambio de opinión en 2021, cuando anunció una subida que no aplicó, pero que sacudió a los mercados.
¿A qué se deben estos golpes de timón? A la evolución de los datos y al cambio de perspectiva de los responsables. Si los propios gobernadores de los bancos centrales ignoran su próximo movimiento, ¿cómo puede saberlo usted?
De todas formas, si lo supiera, no serviría de nada porque las decisiones de los bancos centrales no son tan trascendentales. Los bancos se endeudan a corto plazo para financiar préstamos a largo plazo. El propósito de las alzas de tasas es aumentar sus costos de financiación para así, reducir la concesión de préstamos y, con ello, la expansión económica.
En este momento, la abundancia de depósitos a escala mundial ha mantenido dichos costos en niveles bajos (también en México), lo que contrarresta las subidas y pone en tela de juicio la lógica que subyace a los recortes actualmente. En Estados Unidos, los préstamos han crecido un 2.8 por ciento interanual, un dato inferior al 5.7 por ciento de hace un año, pero aún positivo. En el caso de México, el incremento es del 11.2 por ciento.
Llegados a este punto, cabe preguntarse si las economías necesitan recortes de tasas. Cabe recordar que el PIB de México lleva diez trimestres seguidos subiendo, el de Estados Unidos siete y la recuperación de la eurozona empezó antes de la primera rebaja.
La bolsa tampoco los necesita. Si bien no puede negarse que los temores relacionados con las tasas fueron, en parte, responsables de la caída de 2022, desde el mínimo de septiembre de ese año las acciones mexicanas se han revalorizado un 30 por ciento, y en este período, las tasas objetivo han subido hasta cinco veces antes de su recorte en marzo. Los títulos de la eurozona han ascendido un 39 por ciento desde los niveles anteriores al ciclo de subidas del BCE (en EUR); los estadounidenses, un 34 por ciento respecto a antes de los incrementos (en dólares); y todos se han disparado en 2024 a medida que se enfriaban las expectativas de alzas adicionales.
En fin, los bancos centrales no condicionarán la evolución de la renta variable y no dictarán la dirección que tomarán los mercados.