Colaborador Invitado

86 votos, un traidor y el peso de una nación: El juicio de la historia está en sus manos

A Morena y sus aliados les falta solo un voto en el Senado de la República para asegurar la aprobación de la reforma al Poder Judicial, ¿quién de la oposición les dará ese ‘regalo’?

En los pasillos del poder, se han alzado voces, cabildeos, y se sienten las presiones de intereses que trascienden las fronteras políticas. Pero al final, lo que está en juego no es una simple reforma. Lo que se decide aquí es el alma de la República y la independencia de sus instituciones. Los ojos de una nación entera están fijos sobre sus representantes. No será solo un voto. Será un juicio sobre quién se mantuvo firme y quién, bajo el peso de promesas o amenazas, decidió traicionar a México.

El Senado de la República está a punto de enfrentar uno de los momentos más críticos en la historia política reciente de México. La Reforma al Poder Judicial, impulsada por el presidente López Obrador, ha alcanzado la Cámara Alta y requiere 86 votos para ser aprobada. La coalición oficialista tiene ya 85 votos asegurados. Solo falta uno más. Ese voto podría salir de las filas de la oposición, y con él, el destino del sistema judicial mexicano podría cambiar para siempre.

Un voto que marca la diferencia entre la República y la autocracia

La situación es clara: un solo voto será la diferencia entre preservar la independencia del Poder Judicial o entregarlo al control del Ejecutivo. En este momento, senadores de partidos como el PAN, PRI, Movimiento Ciudadano han jurado votar en contra de la reforma. Sin embargo, hay sombras de duda. Las presiones, tanto internas como externas, son intensas. En cada conversación a puertas cerradas, en cada llamado telefónico, se juega el futuro de México.

Si alguno de los senadores decide cambiar de lado, su traición no será solo política. Será una traición a la Constitución, a los principios que sostienen la democracia mexicana, y a los millones de ciudadanos que dependen de un Poder Judicial libre de la mano del poder ejecutivo. Este voto no se olvidará. No será solo una anotación en el registro legislativo, será una marca indeleble en la conciencia de la nación.

La lección de la historia: la traición no se perdona

La historia nos ha enseñado que los actos de traición no se disuelven con el tiempo; al contrario, se agrandan. Victoriano Huerta, recordado por traicionar a Francisco I. Madero, dejó una cicatriz en la historia de México. Su ambición personal no solo destruyó un gobierno, sino que desató una cadena de violencia que sumió al país en años de guerra civil. Hoy, en 2024, los senadores que consideran ceder ante las presiones del poder deben recordar que la traición, aunque tentadora en el presente, será castigada con el peso de la historia.

En tiempos más recientes, países que han sucumbido al control total de sus instituciones han perdido la libertad de sus ciudadanos. El ejemplo de Venezuela es claro: la concentración de poder en un solo hombre, el desmantelamiento de la independencia judicial, y la falta de contrapesos llevaron al país a una crisis económica, política y social que aún perdura. México no está lejos de ese escenario si hoy no se protege la separación de poderes.

Una decisión que trasciende al presente

Los senadores tienen la oportunidad de tomar una decisión histórica. Una decisión que trascenderá sus carreras políticas, sus partidos, y sus ambiciones personales. La gente de México no olvidará quiénes defendieron la República y quiénes se vendieron a las presiones del poder. No será Morena ni sus aliados los que carguen con el peso de la traición si la reforma es aprobada. El traidor, si emerge, será ese senador que decida cambiar su voto, que ceda ante el poder y que firme el acta de entrega del Poder Judicial.

El deber de un legislador es con el pueblo, no con las fuerzas políticas que buscan concentrar el poder. Los jueces deben ser imparciales, independientes, y tener la capacidad de actuar sin la sombra del Ejecutivo sobre ellos. La aprobación de esta reforma pondría en peligro ese principio, y México no puede permitirse retroceder hacia un estado en el que las decisiones judiciales respondan a intereses políticos y no a la ley.

Un llamado al honor y a la patria

Los héroes de la patria no fueron aquellos que cedieron ante las presiones. Fueron aquellos que, en los momentos más difíciles, se mantuvieron firmes. Aquellos que no negociaron su honor, ni la soberanía de la República. Benito Juárez, en medio de invasiones extranjeras y traiciones internas, jamás dejó de luchar por la independencia de las instituciones mexicanas. Hoy, esa misma lucha se libra en el Senado.

No se trata solo de una reforma judicial. Se trata de la esencia misma de la República. Se trata de proteger las instituciones que garantizan la justicia y la libertad de los ciudadanos. Y aquellos que hoy se enfrenten a esta decisión deben recordar: el poder es efímero, pero la traición es eterna. Su nombre quedará marcado en la historia, para bien o para mal.

Que nadie doblegue su conciencia, que nadie traicione a México.

Senadores, la patria los observa. Que cada uno de ustedes sea un digno representante de los millones de mexicanos que confían en su sentido del deber. El futuro de la nación depende de su voto, y su decisión será el legado que dejen a las generaciones futuras. Este es el momento de actuar con valentía, honor y lealtad a México. Que la historia los recuerde como los defensores de la democracia, no como los que vendieron su conciencia y traicionaron a su país.

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