De acuerdo a algunos analistas, el más perjudicado con el triunfo de Donald Trump sería México. El segundo sería Europa. México sabe que viene una revisión del Acuerdo Comercial entre México, Estados Unidos y Canadá porque así se pactó en el mismo T-MEC. También sabe que temas como la migración y el tráfico de drogas puede estar más arriba en la agenda que desconocer un pacto que rige el comercio trilateral que el propio Trump negoció en su primer periodo presidencial. Lo que sabe la Unión Europea (UE) es que a Trump le gusta imponer aranceles, estén o no conformes con las reglas multilaterales de comercio, como las medidas impuestas bajo la Sección 232 en acero y aluminio que la OMC encontró inconsistentes con los compromisos de Estados Unidos. Lo interesante del caso es que los aranceles continuaron durante la actual administración del presidente Biden.
La Comisión Europea, órgano ejecutivo de la UE, tenía poco diálogo con la Administración del presidente Trump. Como se sabe, había ocurrencias y amenazas periódicas en la política comercial de Estados Unidos que dificultaban leer en la misma página a los encargados de comercio. Con la llegada del presidente Biden se estableció el Consejo para el Comercio y la Tecnología (Trade and Technology Council -TTC) como una plataforma para dar estructura a la agenda de diálogo entre la UE y los Estados Unidos.
Sin embargo, la falta de claridad y largas miras de la administración Biden en materia de política comercial, evitaba que se concretaran la gran mayoría de propuestas que los grupos construían para ampliar la cooperación comercial transatlántica. Es decir, los canales de comunicación estaban ahí, pero no había voluntad política para materializar los principales proyectos. El elefante en la sala de reuniones para los diez temas que se identificaron era China. La apuesta era entre mayor convergencia entre Estados Unidos y la UE, más cercanas serían las posturas para enfrentar a China, en tiempos en que la UE concluyó un arreglo con el país asiático a través del Acuerdo Amplio de Inversión (Comprehensive Agreement on Investment -CAI), el cual fue ampliamente impulsado por Alemania y poco a poco perdiéndose por represalias por parte de China que afectaron a algunos miembros del Parlamento Europeo.
En conclusión, la apuesta por el TTC trajo un mejor diálogo, pero pocos resultados tangibles. Es poco probable que este ejercicio continúe bajo el nuevo mandato del presidente Trump. Se espera que la amenazas sobre incrementar aranceles vuelvan. Tanto Estados Unidos como la EU ya han escenificado una guerra comercial reciente a la cual le pusieron pausa. Ambos tienen derecho bajo la OMC a imponer represalias por las medidas de apoyo a sus respectivas empresas productoras de aviones (Boeing y Airbus). Sin embargo, ambos bandos acordaron una tregua.
De acuerdo a la situación vigente, el plazo para que caduque la decisión de la EU de abstenerse de aplicar represalias a Estados Unidos vence a finales de marzo. El sector privado en Europa fue clave para llegar a la tregua. Bajo circunstancias normales, la Comisión Europea buscaría la aprobación de sus estados miembros para continuar con la no aplicación de aranceles. Pero ¿qué pasaría si comenzaran las amenazas de Estados Unidos para incrementar aranceles a productos europeos a partir del 20 de enero? Esto se tomaría como una señal de falta de interés para cooperar en los temas comerciales bilaterales y muy probablemente reaparecerían las represalias en pausa. Además, si la nueva administración Trump llega a cumplir la amenaza e impone aranceles, esto generaría todavía mayores represalias por parte de la UE.
Precisamente, las acciones de hace algunos años de Trump dieron lugar a que la Comisión instrumentara un mecanismo de respuesta rápida ante amenazas de esta naturaleza y no tener que esperar a un mecanismo de solución de diferencias mermado en la OMC. Este mecanismo anti-coerción establecido hace menos de un año podría ver su primer caso serio si Trump amenaza los intereses económicos de la UE.
Un escenario que detesta la UE es cuando Estados Unidos impone aranceles que en principio son para todo el mundo, pero ya sea por acuerdos comerciales o por negociaciones puntuales en donde obtienen otras cosas, hay países que terminan no siendo sujetos a las nuevas medidas. Es muy probable que México, como en el pasado, haya una negociación que permitan continuar operando a las cadenas de valor entre los tres países de Norteamérica, y los países europeos tengan que enfrentar nuevas barreras al comercio. La consecuencia no buscada de esta situación es que México sería más atractivo para que empresas europeas exporten a Estados Unidos desde un lugar que no enfrenta, y se espera que siga sin enfrentar aranceles en un mercado muy codiciado.
* Colaborador invitado: Consultor en Bruselas y secretario General de la Cámara de Comercio México-EU.