En 2019, el primer año de gobierno de Andrés Manuel López Obrador, se tuvo una recesión. Ese año la economía cayó 0.4%. ¿Seguirá Claudia Sheinbaum su ejemplo en 2025? Es muy probable que así sea. La economía muestra claros signos de deterioro y, más importante aún, este sexenio ha empezado como el anterior: con un aumento importante en la incertidumbre y pérdida de confianza por parte de inversionistas.
Primero revisemos algunos de los datos más recientes acerca de la economía nacional. La actividad industrial tuvo una caída de 1.2% en octubre con respecto al mes previo. En términos anuales, la caída fue de 3.3%. Entre sus componentes, el que presenta una mayor caída mensual es el de la construcción, que cayó 8.9%. Esto es preocupante porque la construcción suele ser un indicador adelantado de la actividad económica: sus caídas se presentan antes que la caída de la actividad económica global.
Otro indicador importante es el del consumo privado porque representa la mayor parte de la demanda agregada. Con cifras ajustadas por estacionalidad, el consumo disminuyó en 0.3% en septiembre de forma mensual. A tasa anual, muestra un crecimiento de 1.7%, el más bajo desde febrero de 2021, cuando se reducía como consecuencia de la pandemia.
En general, los indicadores económicos muestran debilidad, pero lo que más me lleva a pensar que puede haber una recesión en 2025 es el ambiente de incertidumbre y desconfianza que se ha generado desde la elección de Claudia Sheinbaum. Me parece que la recesión de 2019 fue consecuencia de una caída en la inversión por la incertidumbre generada por un presidente que afirmaba que había que cambiar el modelo económico sin decir claramente cuál sería el nuevo modelo y por decisiones como la cancelación de la construcción del nuevo aeropuerto.
El inicio del gobierno de Claudia Sheinbaum ha generado más incertidumbre que el de su predecesor. Las reformas iniciales han cambiado el orden institucional y han mostrado que los legisladores de Morena están dispuestos a cambiar la constitución a su antojo. La desaparición de los órganos autónomos muestra un desdén por los contrapesos y una excesiva concentración de poder. Tal vez la mayor fuente de pérdida de confianza sea consecuencia de la reforma al poder judicial. La desaparición del equilibrio entre poderes puede ser desastroso para cualquier economía.
Por esto creo que se puede repetir la historia de 2019 y que tengamos una recesión en 2025. Los datos de inversión son un signo de preocupación. La inversión fue negativa en agosto de 2018, tuvo después dos meses positivos y reanudó su caída en noviembre para no volver a crecer en todo 2019. Este año, la inversión ya ha mostrado su primera caída anual (con cifras desestacionalizadas) en septiembre y probablemente continuará cayendo. La contracción en la inversión se dio unos meses antes que la caída de la actividad económica en 2018. La historia puede repetirse.
En el tercer trimestre de 2018, la economía todavía crecía a una tasa de 2.8%. El crecimiento se redujo los siguientes dos trimestres y en el segundo trimestre de 2019 la economía ya estaba en recesión. El tercer trimestre de 2025 registró una variación anual de la economía de sólo 1.6%, así que la actividad económica ya se encuentra más deteriorada que al inicio del sexenio previo.
Todavía es pronto para afirmar con certeza si la debilidad económica actual se convertirá en recesión el siguiente año. De hecho, los especialistas en economía encuestados en diciembre todavía esperan, en promedio, un crecimiento de 1.17% para 2025. Sin embargo, la pérdida de confianza y la incertidumbre provocadas por el gobierno federal es probable que desemboquen en una recesión. La perspectiva negativa en la que se ha puesto recientemente la calificación crediticia de México muestra ya algo de esto. La caída de la inversión en septiembre (cuando crecía al 12% en enero) y la debilidad general de varios indicadores económicos también apuntan en la dirección de una contracción económica. Hay que prepararse.