Colaborador Invitado

Atisbos de una recesión

En los últimos meses se han cristalizado varios riesgos que apuntan a la formación de una tormenta perfecta y que amenazan el crecimiento de la economía mexicana, por lo que podemos ver ya, atisbos de una recesión.

Por Alejandra Marcos, directora de Análisis y Estrategia en Intercam Casa de Bolsa.

Desde que comenzó el año, la gran mayoría de los organismos internacionales han recortado las previsiones sobre el crecimiento económico mundial: el FMI, la OCDE y el BM. De la misma manera las estimaciones sobre el desempeño de nuestra economía han sido revisadas a la baja por parte de los analistas nacionales y extranjeros, so pretexto de una debilidad internacional, sumada a diversos factores locales, como el subejercicio del gasto público y la falta de inversión. Inclusive el Banco de México ha revisado a la baja sus proyecciones para la economía en dos ocasiones consecutivas en su informe trimestral. El consenso estima que este año creceremos en el orden de 1.1 por ciento, con riesgos de futuras revisiones a la baja.

Sin duda, la desaceleración de la economía mexicana ha sido más fuerte que la anticipada. Desde hace cuatro sexenios, en cada cambio de administración, la economía ha perdido impulso en el primer año, pero en esta ocasión la debilidad ha sido mayúscula. En el último trimestre del año, el PIB creció 0.0 por ciento de manera trimestral y en el primer trimestre de este año la economía se contrajo 0.2 por ciento. Llevamos dos trimestres consecutivos con crecimientos de cero e inclusive negativos, que de continuar, nos orillarían a una recesión técnica. Los datos de la economía mexicana para el segundo trimestre del año tampoco son muy alentadores, con indicadores sobre la actividad económica en terreno de contracción. La debilidad en la producción industrial ha sido importante, además, la falta de inversión privada, sumado al fuerte recorte en el gasto público han sido factores clave en la profundización de la debilidad de la economía. Solo el consumo y las exportaciones se mantienen en terreno positivo y serán los únicos dos contribuidores al magro crecimiento de la economía en este año.

Dada la debilidad de la economía, recientemente, las calificadoras Fitch y Moody's rebajaron la calificación y perspectiva de la deuda del gobierno mexicano. La primera recortó la calificación a BBB todavía un escalón arriba del grado de inversión, y la segunda modificó la perspectiva de "estable" a "negativa". Ambas calificadoras coinciden en el gran riesgo que representa todavía Pemex para las finanzas públicas y concluyen que las medidas hasta ahora anunciadas por el gobierno no resuelven el problema de largo plazo. El menor crecimiento y el complicado panorama económico global podrían deteriorar también la posición fiscal del país. Bajo este contexto, en la medida en que el gobierno siga hacia adelante con la política energética actual sin un plan estratégico de negocios confiable para Pemex, las calificadoras podrían continuar ajustando sus calificaciones.

Sumado a ello, los proyectos de inversión que ha apuntado la nueva administración tienen bajos niveles de productividad. La redirección del gasto social, básicamente las transferencias, y los planes de inversión pública modifican de largo plazo la posibilidad de crecer a tasas más elevadas en los siguientes años.

Por otro lado, no estamos ajenos del deterioro en el entorno económico internacional. El menor dinamismo en el comercio internacional originado en buena medida, por la guerra comercial entre Estados Unidos y China, ha minado las perspectivas sobre la economía mundial. Pareciera que las medidas proteccionistas de Trump han comenzado a cobrar factura. En el caso de México, si bien se logró suspender de manera indefinida la aplicación de aranceles, la negociación sentó las bases del juego, porque dejó un precedente importante para futuras negociaciones entre México y Estados Unidos; y en todo caso serán una amenaza constante hasta las próximas elecciones en Estados Unidos.

En los últimos meses se han cristalizado varios riesgos que apuntan a la formación de una tormenta perfecta y que amenazan el crecimiento de la economía mexicana, por lo que podemos ver ya, atisbos de una recesión.

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