Colaborador Invitado

La inclusión económica de las mujeres mexicanas: una tarea por hacer

La disparidad económica tiene graves consecuencias sociales pues hace a las mujeres más susceptibles frente a situaciones de violencia. La desigualdad económica es en sí una forma de violencia de género, dice Graciela Márquez.

Por Graciela Márquez, secretaria de Economía .

A partir del inicio de la nueva administración y de mi gestión como secretaria de Economía, establecimos tres pilares estratégicos: la inclusión, diversificación e innovación. En los tres pilares la participación de las mujeres y el género son una agenda central y transversal de la Secretaría y hemos incorporado esta visión en diversas políticas públicas. Estoy convencida de que promover el desarrollo económico sostenible en un país aún muy desigual, como lo es México, sólo es posible a través de políticas económicas responsables que impulsen a los grupos de personas y a las zonas geográficas que históricamente se han encontrado rezagados en la actividad económica de nuestro país. A pesar de los grandes avances que se han realizado en materia de género en las últimas décadas, indudablemente uno de estos grupos vulnerables lo conforman las mujeres. Queda mucho trabajo por hacer.

Según la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo, la tasa de participación económica de las mujeres en edad de trabajar es de 44.9 por ciento, mientras que la de los hombres es de 77.1 por ciento (INEGI, 2019). La realidad no es que las mujeres trabajen menos, sino que las actividades que realizan frecuentemente no reciben remuneración, pues, de acuerdo con la Encuesta Intercensal, éstas realizan en promedio 49 horas de trabajo no remunerado dentro del hogar a la semana, en comparación con 20 horas a la semana para los hombres (INEGI, 2015). La desigualdad no se encuentra sólo en la participación económica, sino también en el sueldo que reciben quienes sí tienen un empleo remunerado. En 2018 la OCDE estimó que la brecha salarial entre mujeres y hombres en nuestro país es de 14 por ciento. La situación es todavía más grave en los estratos más pobres, donde, para un mismo nivel de educación, los hombres ganan cinco veces más que las mujeres (Coneval, 2017).

Esta disparidad económica tiene graves consecuencias sociales pues hace a las mujeres más susceptibles frente a situaciones de violencia. La desigualdad económica es en sí una forma de violencia de género. Según la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares reveló que 3 de cada 10 mujeres casadas o unidas mayores de 15 años vivieron al menos un incidente de violencia por parte de su pareja en el lapso de un año (INEGI, 2016). Si bien la explicación de estas tendencias no es únicamente económica, no cabe duda que es un factor importante.

Por supuesto, el camino por recorrer para alcanzar la igualdad de género en México aún es largo. Como la primera mujer mexicana en ocupar el cargo de secretaria de Economía, he asumido un compromiso por crear iniciativas en el marco de las competencias de la Secretaría que lidero con el fin de que las mujeres y los hombres en nuestro país puedan gozar de las mismas oportunidades para vivir en bienestar. Para ello, es indispensable fortalecer opciones de generación de ingresos para las mujeres mexicanas excluidas y en pobreza. La construcción de una economía mexicana más incluyente no es posible si más de la mitad de la población vive en condiciones de desigualdad estructural.

En México, las mujeres empleadoras o trabajadoras por cuenta propia mayores de 18 años representan el 25.8 por ciento del total de las mujeres ocupadas. De ellas, el 99.5 por ciento tienen una microempresa. La Secretaría de Economía ha desarrollado una estrategia de apoyo a las Mipymes que contiene acciones específicas dirigidas a las mujeres. En materia de financiamiento productivo, contamos con esquemas diseñados para mujeres empresarias de distintos perfiles. Para aquellas que tienen un emprendimiento pequeño y que pueden empezar a desarrollarse como empresarias con potencial de crecimiento las apoyamos con pequeños préstamos. Durante 2019, el Programa Nacional de Financiamiento al Microempresario (Pronafim) otorgó 585 mil 661 microcréditos que beneficiaron a 433 mil 454 personas microempresarias distribuidas en mil 722 municipios de las 32 entidades federativas del país. 94 por ciento de las personas beneficiadas fueron mujeres y 28 por ciento fueron mujeres en municipios rurales. En diciembre de 2019 lanzamos un esquema de garantías crediticias para que mujeres empresarias en el sector formal que aspiran a ampliar su negocio pudieran hacerlo por medio de acceso a financiamiento de la banca comercial en condiciones preferenciales garantizadas por la Secretaría de Economía. Además, en 2019 lanzamos una convocatoria pública para apoyar el acceso de las Mipymes a acompañamiento, asistencia técnica, capacitación, certificación y equipamiento, y pusimos especial atención a integrar un Padrón de Desarrolladoras de Capacidades Empresariales (PADCE) que ofreciera servicios de calidad y que incluyera a aquellas Desarrolladoras que en su labor incorporaran acciones para aliviar las dobles y triples cargas de trabajo del hogar y de cuidados que suelen limitar el crecimiento de las mujeres empresarias. Durante el proceso de recepción de solicitudes de la convocatoria se dio prioridad a las solicitantes mujeres con el fin de aumentar sus posibilidades de acceso.

En el mismo sentido, en 2019 el Programa Microcréditos para el Bienestar, cuyo objetivo es fomentar la creación de empleo y autoempleo en los grupos más vulnerables de la población mexicana apoyando a los micronegocios, tuvo un fuerte componente de género. De los más de 356 mil microempresarios beneficiados, 71 por ciento fueron mujeres. De cumplir con todos los pagos de su microcrédito, las personas receptoras del programa podrán acceder hasta tres préstamos subsecuentes para seguir haciendo crecer sus negocios.

Además de las iniciativas descritas que corresponden expresamente al ámbito de nuestras competencias, en conmemoración del Día Internacional de la Mujer dedicaremos este mes de marzo y parte del mes de abril a realizar campañas, capacitaciones y actividades que propicien la igualdad de género al interior de la Secretaría de Economía pues tenemos que predicar con el ejemplo. La Secretaría de Economía aspira, en esta administración, a convertirse en un referente en el ámbito de la inclusión no solo entre las instituciones del gobierno mexicano, sino también frente a las empresas mexicanas, de modo que podamos impulsar un esfuerzo conjunto de los sectores público y privado para garantizar la igualdad entre hombres y mujeres en México.

En materia de igualdad de género, hoy tenemos la voz y la fuerza suficiente para que México transite a un mejor lugar. Que cada una tenga la libertad económica para decidir. Que todas seamos una.

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