Por Bruno Juanes, Socio Líder para la Industria de Manufacta 4.0 en Consultoría Deloitte México
De la mano de la industria 4.0, surgen las smart factories o fábricas inteligentes, un concepto que implica instalaciones productivas conectadas a través de diversos dispositivos y plataformas del Internet de las cosas (o IoT, en su acrónimo inglés), que ofrecen capacidades predictivas y proactivas para solucionar los principales retos operativos en operación, calidad o mantenimiento a través de la combinación de diversas tecnologías tales como: Big Data, Machine Learning, Inteligencia Artificial o Realidad Mixta (aumentada / virtual) entre otras. Los beneficios económicos de una fábrica que sea capaz de diagnosticarse y autorregularse para ser más flexible, capaz y productiva se materializan en una smart factory, haciéndose evidentes y muy interesantes para los directivos y propietarios de empresas del rubro manufacturero.
De acuerdo con nuestro estudio Smart Factory 2019, desarrollado entre Deloitte y la MAPI (Manufacturers Alliance for Productivity and Innovation), en los Estados Unidos la producción de las manufactureras ha pasado de crecer un 3.6% en el periodo de 1987 a 2006 a hacerlo sólo al 0.7% en el periodo de 2007 a 2018. En nuestro país, y atendiendo a cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) en 2018, el sector industrial en México —que incluye a la industria manufacturera— mostró un tímido crecimiento promedio de sólo el 0.69%. Ambas cifras indican una clara desaceleración de la actividad manufacturera en nuestra zona de influencia lo que nos debe alertar sobre qué podemos hacer al respecto para mejorar.
Ante esta situación, las smart factories aparecen como una opción interesante para mejorar la productividad y, por tanto, la competitividad de una industria que en México es responsable casi del 20% del PIB.
Siendo conscientes de que no todo el mundo parte del mismo lugar y que el grado de avance de las iniciativas al respecto es muy heterogéneo, hemos clasificado a las empresas en tres rubros cuando platicamos de smart factories:
•Pioneros, quienes, como su nombre lo indica, son los primeros en innovar y adoptar iniciativas para convertir sus instalaciones legadas en una fábrica inteligente.
•Exploradores, los siguientes en abrazar estos conceptos, son cautelosos en la manera en la que invierten en la iniciativa.
•Seguidores, empresas que no incorporan iniciativas de fábrica inteligente hasta que la tecnología ya ha sido probada por otros (pioneros/ exploradores).
Atendiendo a un estudio del Foro Económico Mundial sobre la transformación digital, en el periodo 2017 – 2030, las empresas que sean pioneras capturarán la mayor parte del valor generado por la transformación digital; las exploradoras todavía capturarán algo de valor (en una proporción entre 10 y 15 veces menor que las primeras), y las seguidoras no sólo no capturarán nada, sino que no serán capaces ni siquiera de recuperar las inversiones realizadas.
De manera muy resumida podemos sintetizar las cuatro etapas principales para avanzar hacia una fábrica inteligente, y son:
1. Desarrollar un caso de negocio. Esta actividad contribuirá a identificar el valor de la digitalización para el negocio, identificando impactos tanto por la generación de nuevas fuentes de ingreso como por la optimización de costos o mejora de productividad. Disponer de un caso de negocio es imprescindible para disparar la inversión.
2. Oportunidad a nuevos enfoques. En el camino para convertirse en una smart factory, probar diferentes escenarios es una opción para saber cuál es el que mejor se adapta con la fábrica y el que generará un mayor retorno de inversión.
3. Involucrar al liderazgo desde el inicio. Lograr la participación de los líderes, propietarios y directivos desde un inicio permite ganar aliados y lograr una mayor aceptación y compromiso de los mismos al momento de, eventualmente, requerir una mayor inversión.
4. Utilizar el éxito de una iniciativa para incrementar la inversión. Tener éxito en una iniciativa con resultados visibles desde el inicio, es el mejor camino para lograr compromiso y adhesión adicional, lo que facilitará sin duda continuar invirtiendo a la iniciativa.
Otro elemento fundamental de la transformación hacia las fábricas inteligentes es el capital humano. El éxito del programa recaerá en las personas que participen en el proceso y contribuyan a él: desde quien está en línea de producción hasta los líderes de la iniciativa. Es fundamental lograr su compromiso a través de mejoras que transformen su calidad de vida, condiciones de trabajo y sustentabilidad del negocio.
El camino hacia una smart factory no es fácil; es un recorrido lleno de retos y riesgos que no todos están dispuestos a tomar. Apenas el 30% de los encuestados en nuestro estudio Smart Factory 2019 han considerado seguir ese camino.
Lo que puedo decir es que, si bien existen grandes desafíos para ser una fábrica inteligente, el retorno que esta ofrece compensa y sobrepasa las expectativas (si se hace con rapidez). La clave para capturar el valor, reside en diseñar un plan de transformación y un mapa de ruta que permita responder a los desafíos y que sea a la vez flexible y adaptable dado que tanto las tecnologías como las necesidades del negocio cambian cada día con mayor rapidez.