Colaborador Invitado

¿Y si el modelo predictivo de la pandemia fuera incorrecto?

Actualmente existe un modelo avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrollado por Neil Ferguson, un epidemiólogo del Imperial College, que presenta un escenario sumamente preocupante.

Por Sebastián Miralles, Managing Partner en Tempest Capital y Chartered Financial Analyst por el CFA Institute.

Ante la pandemia de Covid-19 los líderes mundiales decidieron detener la actividad económica. ¿Por qué se tomó esa decisión? Es cierto que hay imágenes fuertes de enfermos afectados en todo el mundo. ¿Pero los números actuales los respaldan? La respuesta es compleja.

La determinación de control sanitario no obedece a una realidad objetiva, sino a proyecciones de crecimiento y mortandad que pueden o no materializarse. Es a través de complejos modelos matemáticos epidemiológicos que los países determinan los cierres de negocios y otras actividades durante una pandemia. Actualmente existe un modelo avalado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) desarrollado por Neil Ferguson, un epidemiólogo del Imperial College, que presenta un escenario sumamente preocupante y forma la base de la respuesta de los países.

No obstante, existen otros modelos rivales que cuestionan las conclusiones del Modelo Imperial, como el desarrollado por la Universidad de Oxford. Una perspectiva que también es compartida por el Departamento de Epidemiología de Stanford. Lo que estos modelos postulan es que existen más contagiados con Covid-19 que los detectados en las pruebas realizadas, lo cual significaría que el índice de mortandad esta significativamente sobreestimado.

Si el modelo de Oxford es correcto hay una cantidad mucho mayor de personas infectadas, entre cien y mil veces más de lo que se tienen detectadas. Lo que significaría que es un virus prevalente en la población, lo que abre la puerta a otras maneras para enfrentar la pandemia. En particular, se podría desarrollar una inmunidad emanada (donde de forma natural la persona no desarrolla el padecimiento), por lo que en poco tiempo la población mundial estaría inmunizada del Covid-19. Esta inmunidad natural se convertiría en un cortafuegos limitando el contagio entre grupos sociales y llevaría a que la propia enfermedad terminase por limitarse de manera natural.

Variedades de esta estrategia se han implementado en Reino Unido, Holanda y Suecia, enfatizando el cuidar a los adultos mayores y personas inmunosuprimidas que son los más susceptibles, y dejar que se cree una inmunidad natural podría reducir su transmisión; en particular aprovechando la cercanía del verano (los coronavirus en general son altamente susceptibles al clima).

De contar con la inmunidad adquirida, el terminar con las medidas restrictivas será mucho más rápido que esperar una vacuna generalizada que no estaría disponible de manera generalizada en menos de 12 meses.

Aplicar un modelo de inmunidad natural en el Modelo Imperial con un índice de mortandad elevado causaría millones de fallecimientos, principalmente adultos mayores. En cambio, si el modelo de Oxford fuera el correcto la mortandad sería de decenas de miles (sin menospreciar a las vidas que se pueden perder), pero similar a las 650 mil muertes de gripa al año o las 435 mil muertes por malaria.

Esto es particularmente cierto para países emergentes dónde la pobreza resultante puede afectar más que el propio virus. Esto en contraste con países desarrollados, con amplias reservas dónde pueden darse el lujo de parar su actividad económica sin tener un costo en vidas elevado; lo contrario ocurrirá en países emergentes, pobres y frágiles, donde el impacto sería enorme.

Es un hecho totalmente documentado que "la pobreza mata". Como ejemplo y usando datos de UNICEF, en el 2010 indican que murieron 10 millones de niños por causas de pobreza en el mundo. En el 2019 murieron cerca de 6.5 millones, lo que representa 3.5 millones de menores que se salvaron durante cada año debido a la prosperidad, siendo una década representativa en la disminución de la pobreza extrema.

Por tal razón, la idea de que México cierre su economía ante una pandemia representa un gran riesgo. Si México aplica una política de cuarentena estricta con duración incluso de pocos meses, no hay manera de no caer en una profunda depresión económica (Hacienda ya pronostica una contracción del PIB de hasta 35 por ciento para el segundo trimestre del año) que cobraría la vida de miles mexicanos. Se trata de desnutrición, suicidios y padres de familia que no podrán costear siquiera los tratamientos de enfermedades curables. Esto antes de considerar la inestabilidad política y social que puede desencadenarse. Claramente, la política pública debe adaptarse a la realidad de cada país.

Existe una falsa narrativa de que se trata de vidas humanas vs. economía; en ambos casos son vidas humanas vs. vidas humanas. Son decisiones muy difíciles que no se pueden tomar a la ligera por el alto impacto en vidas humanas que conllevan. Lamentablemente, el dilema aumenta debido al reducido conocimiento que tenemos del virus y su transmisión.

Por lo pronto, en México los contagios no han llegado a un crecimiento alarmante y la transmisión entre personas ha sido limitada, lo cual puede indicar que para México una política más enfocada en la protección de la población vulnerable es más adecuada que una política de cuarentena estricta con impactos económicos y sociales potencialmente catastróficos.

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