Rotoscopio

'Abducted in Plain Sight': víctimas y cómplices

El documental dirigido por Skye Borgman no da para una reflexión más honda porque a su director parecen no interesarle las complejidades, analiza Daniel Krauze.

A juzgar por la reacción en las redes sociales, el documental Abducted in Plain Sight, dirigido por Skye Borgman y disponible en Netflix, provoca verdadero asombro en el espectador. La historia que cuenta es casi absurda de tan increíble. Los Broberg eran una familia de clase media de Idaho: tres hijas y dos padres en un barrio en el que, recuerdan, las puertas siempre estaban abiertas porque nunca había motivo para cerrarlas. El peligro, no obstante, vivía adentro y no afuera de ese pacífico ambiente suburbano. A principios de los 70, Robert Berchtold, vecino de la familia, inició una campaña paciente y destructiva para apartar a Bob y Mary Ann Broberg. Pero su meta no era quedarse con la señora de la casa, sino con Jan, una de sus hijas, que no había cumplido 12 años. Valiéndose de entrevistas y dramatizaciones, Abducted in Plain Sight detalla las siniestras estrategias de Berchtold para acercarse a Jan. Quizás lo más espeluznante del documental es lo ineficaces que resultan los Broberg a la hora de percibir la amenaza que el vecino representaba. Lo que ocurrió es una de las historias más desquiciadas que he visto en cine.

Ahora bien: que la historia sea dinamita no significa que Abducted in Plain Sight sea una película notable. El título sugiere que el matrimonio Broberg fue, hasta cierto punto, cómplice del vecino pederasta: al fin y al cabo fueron ellos quienes permitieron que Berchtold se acercara a Jan una y otra vez. A pesar de la responsabilidad de Bob y Mary Ann, Borgman –a diferencia de documentalistas de primer orden como Errol Morris o Alex Gibney– es un entrevistador demasiado respetuoso del dolor ajeno como para indagar, por ejemplo, sobre la sexualidad de Bob Broberg, quien brevemente entabló un romance con el que a la postre sería el violador de su hija. Berchtold es sin duda un monstruo, pero el director comete el error de abordar a toda la familia como víctimas sin matices (solo a la madre se le hacen algunas preguntas incómodas). El efecto es un documental que funciona como una narración sencillita de un suceso infernal más que como el retrato de un matrimonio que, por motivos que no se ponen bajo la lupa, no solo permitió que ocurriera el abuso sino que entabló una relación íntima con Berchtold.

Lo que vemos sacude. No da para una reflexión más honda porque a su director parecen no interesarle las complejidades.

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