Rotoscopio

Jim Carrey y Andy Kaufman: dos lunáticos geniales

 

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Dirigido por Chris Smith, el documental Jim & Andy: The Great Beyond utiliza material grabado detrás de cámaras durante la filmación de Man on the Moon –el biopic sobre Andy Kaufman, estrenado en 1999– y una larga entrevista con Jim Carrey para hablar de la vida y el proceso creativo de ambos comediantes. No es casualidad que el nombre de Carrey vaya primero: el documental básicamente lo sigue a él, o a él interpretando las diferentes facetas y personajes de Kaufman a lo largo del rodaje, con un calibre de inmersión que desdibuja la frontera entre la ficción y la realidad. Carrey no se disfraza de Tony Clifton, el odioso alter ego de Kaufman, tanto como se convierte en él, llegando al set borracho, sacando de quicio a los otros actores y escapándose a
otro lote del estudio para hostigar a Steven Spielberg. Milos Forman, el director de Man on the Moon, evidentemente tiene problemas para controlar este experimento de metaficción: Jim Carrey, transformado en Andy Kaufman, a su vez poseído por Tony Clifton. Lo que vemos tiene tantas capas que por momentos es difícil creerlo o comprender al actor que vemos a cuadro.

¿Por qué Carrey insistió en transformarse en Kaufman incluso cuando las cámaras no estaban rodando? ¿Qué necesidad satisfacía? ¿No hubiera sido más sencillo actuar como él en vez de encarnarlo día y noche? Las respuestas del actor en el 2017 apuntan a un secreto a voces sobre aquellos que se dedican a hacer reír: la comedia parte de una tristeza muy profunda. Si Man on the Moon fue una biografía
sobre Kaufman, Jim & Andy es una biografía de Carrey. A través de la entrevista entendemos de dónde venía el comediante que a mediados de los noventa se convertiría en el actor mejor pagado de Hollywood: un inmigrante canadiense que llevaba picando piedra por décadas y que desde la precariedad de su infancia había entendido el poder curativo de la risa. Al igual que su ídolo Kaufman, Carrey utilizaba la comedia como escape, pero también como reflejo de sus más hondas inquietudes: The Truman Show y hasta The Mask, afirma en la entrevista, partieron de rincones íntimos que solo a través de esas historias pudo explorar, exorcizar o limpiar. Man on the Moon no fue la excepción.


Carrey abordó el papel como una fuga a través de un sostenido ejercicio de comedia kaufmanesca, en la que era difícil saber dónde acababa Jim y dónde empezaba Andy (ambos se comprometían tanto con su material que quienes los veían a veces no podían saber si estaban frente a un performance o no). Al final queda la
impresión de que Carrey se quedó vacío después de Man on the Moon, como si esa película hubiera sido la culminación de todos sus esfuerzos y ambiciones como actor.

No es casualidad que, de 1999 a la fecha, solo haya protagonizado otra película valiosa: Eternal Sunshine of the Spotless Mind. No se necesita ser fanático de Carrey ni de Kaufman para disfrutar Jim & Andy.
La mayor virtud del documental es que logre ser una meditación sobre la comedia y la actuación, al margen de los méritos de sus dos protagonistas como comediantes y actores. Que en entrevista Carrey a veces sea críptico o confuso tal vez cansa, pero eso solo comprueba que él, como Kaufman, sigue viviendo en la luna. Jim & Andy es un
documento peculiar y profundo sobre la creación artística.

Twitter: @dkrauze156


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