Hace un par de años la mejor película que vi fue O.J.: Made in America, un documental ambiciosísimo en todos los sentidos, que utilizaba el juicio de Simpson como punto de partida para hablar de las fricciones raciales en Estados Unidos desde la Guerra Civil en adelante. Este año lo mejor que he visto es también un documental, incluso más ambicioso que Made in America: se trata de The Vietnam War, una serie de diez capítulos, dirigida por Ken Burns y Lynn Novick. En este caso, la guerra en aquel país es el punto de arranque para hablar, entre otros temas, del comunismo, las ideas cambiantes de lo que implica ser un patriota y la historia del colonialismo europeo en Asia. A lo largo del documental, Burns y Novick ponen bajo la lupa los muchísimos errores de la política exterior estadounidense, urdiendo una narrativa que brinda reflexiones tan pertinentes hoy como en los 60.
Si bien se vale de viejas imágenes, entrevistas y un narrador (recursos, digamos, chapados a la antigua), The Vietnam War es una experiencia envolvente, incluso para quien esté acostumbrado a documentales con ediciones más ágiles o recursos más evidentemente atractivos. Cada capítulo dura entre dos horas y hora y media: en un inicio es natural ser escéptico y no confiar en que una serie de esta índole, y esta longitud, logrará atraparnos. Pero el veterano Burns y Novick, con ayuda de un guion magníficamente escrito por Geoffrey C. Ward, lo logran con creces. El segundo episodio habla de la primera batalla en suelo vietnamita asesorada por estadounidenses (un fracaso estrepitoso), y el resultado no le pide nada al inicio de Saving Private Ryan, mientras que el final de ese mismo capítulo se desenvuelve como un extraordinario thriller de la Guerra Fría.
The Vietnam War abarca muchísimo, pero jamás olvida el elemento humano. Burns y Novick a menudo inician o cierran los episodios con testimonios escalofriantes de soldados tanto vietnamitas como estadounidenses. Vemos el conflicto armado a la distancia, como en una clase de historia, y después bajamos a la jungla, codo a codo con quienes participaron en la guerra. Las impresiones que el documental deja son demasiado complejas como para resumirlas en una reseña. La reflexión más clara, sin embargo, es que vale la pena evitar leer la historia en términos binarios. El acierto más grande de Burns y Novick está en jamás reducir a sus personajes a héroes, víctimas o villanos. En un mundo dividido en facciones, cada vez más polarizado, quizás no haya mayor lección que esa. Como con todo lo que toca, The Vietnam War comunica esto de manera espléndida.