El año pasado fue el más caluroso del que se tenga registro, de acuerdo con datos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM). El Archivo de Fenómenos Meteorológicos y Climáticos Extremos de la OMM registró dos temperaturas extremas de 48 grados Celsius en 1977 para las ciudades de Atenas y Eleusis, en Grecia, y en 2021, 48.8 en Sicilia, Italia. En nuestro continente, el 16 de marzo de este año de 2024, Río de Janeiro registró una temperatura máxima en algunos puntos de 50 grados centígrados. El calentamiento global es una realidad y los esfuerzos de los países para su mitigación, requieren de la participación de toda la sociedad, en sentido amplio, incluyendo a los gobiernos, las agencias internacionales y las grandes empresas transnacionales y nacionales.
Las consecuencias del cambio climático son diversas: van desde la extinción de flora y fauna hasta el escalamiento de fenómenos como los cultivos que se ven afectados al reducirse las áreas cultivables y la ganadería ve afectada sus áreas de pastoreo. Al respecto, el informe Groundswell del Banco Mundial 2021 señala al cambio climático como un factor de la migración y pronostica que las altas temperaturas podrían provocar el desplazamiento de 216 millones de personas de seis regiones del mundo para el año 2050. Está bien; sin embargo, considero que la migración se ha multiplicado fundamentalmente por la pobreza extrema en vastas regiones del planeta. La falta de empleos, por momentos la violencia, esto es la delincuencia y las guerras internas y entre países.
Por otra parte, el Banco Europeo de Inversión realizó en el año 2023 una encuesta entre 10 mil 500 personas de 13 países de América Latina (entre ellos México), a fin de conocer su opinión con relación al impacto del cambio climático y acerca de las políticas públicas que sus gobiernos deben adoptar ante este fenómeno.
La desigualdad es un factor fundamental para las migraciones, así, repito, como la pobreza extrema. Las guerras, vaya que impactan el cambio climático, veamos lo que pasa en los dos grandes conflictos en el mundo, de hoy día, Ucrania y Medio Oriente.
Estas migraciones masivas tienen, desde mi punto de vista, algún impacto por el cambio climático, como inundaciones, tornados o desgajamiento de cerros, pero fundamentalmente por la pobreza de una parte importante de la población mundial. El año pasado, las inundaciones en Libia causaron más de 10 mil muertos, así sucede con los sismos, en países como Haití, y los mismos en Marruecos y Siria.
El reto es reducir la pobreza y más la pobreza extrema, la estructura mundial de desigualdad, invertir recursos para mejorar la infraestructura y fortalecer la ayuda internacional para el desarrollo de los países pobres.
Po eso, desde nuestra esfera de competencias, la labor de las Entidades de Fiscalización Superior es fundamental, fiscalizar el correcto uso de los recursos públicos y a través de las auditorias del desempeño, sugerir mejores políticas para el desarrollo igualitario de la sociedad. En OLACEFS, bajo el impulso de la ASF, realizamos un estudio para conocer los avances en materia de cambio climático, en el que participaron las EFS de Argentina, Belice, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Cuba, Curazao, Ecuador, Guatemala, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Perú, Puerto Rico, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.
Los resultados muestran, entre otras conclusiones, que la capacitación, profesionalización y cooperación entre las EFS es fundamental para enfrentar un problema global.