Diputada Federal por la LXIV Legislatura
La decisión de la mayoría de los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), de invalidar la transferencia de la Guardia Nacional a la Secretaría de la Defensa Nacional puso, al mismo tiempo, un freno temporal a un nuevo modelo de seguridad pública que está ofreciendo resultados en el difícil camino de poner fin a la violencia y la inseguridad que desató la fallida “guerra contra el narcotráfico”.
Las ministras y ministros parecen haber cedido a las presiones políticas y mediáticas al decidir que la nueva corporación, que cuenta con alta aprobación ciudadana, quede nuevamente bajo el control de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, al tiempo que se cancela la facultad del secretario de la Defensa de nombrar al comandante de la Guardia, así como el requisito de que éste sea un militar de alto rango.
La Corte dificulta así la consolidación de una corporación diseñada para evitar que, como en el pasado reciente, tengamos una policía corrompida o, de plano, “en manos de los delincuentes”, como acertadamente ha señalado el presidente Andrés Manuel López Obrador.
La decisión del gobierno de la Cuarta Transformación fue crear una nueva institución para garantizar, de origen, el surgimiento de “super policías” que fingían combatir al crimen organizado cuando en realidad estaban a su servicio.
Conviene no olvidar los argumentos del ministro Arturo Zaldívar, quien acertadamente señaló que el origen de la Guardia Nacional está en el enorme desafío que significaba haber heredado un modelo que, ahora sabemos gracias al juicio en Nueva York, estaba construido para favorecer a grupos del crimen organizado.
En el debate, el ministro Zaldívar lo dijo bien, en expresiones que fueron retomadas en la conferencia matutina del Palacio Nacional: “todos los esfuerzos realizados por el Estado mexicano, desde la creación de la Policía Federal Preventiva en 1999, la Agencia Federal de Investigación en 2001, la Policía Federal en 2009 hasta su extinción en 2019, se encuentran marcados por la existencia probada de la pertenencia al crimen organizado de su más alto mando, quien tuvo la misión de estructurar dichas instituciones desde su inicio y además quien designó durante décadas a sus más altos cargos”.
Zaldívar se refirió también a la “aportación” del sexenio de Enrique Peña Nieto a la continuación del desastre: “las cúpulas de estas fuerzas policiales quedaron marcadas por los montajes, la alianza con el crimen organizado y la simulación. La incorporación de esta policía a la Secretaría de Gobernación no pudo transformar una institución policial penetrada de origen”.
Es precisamente para evitar esos riesgos que el gobierno del presidente López Obrador ha estado edificando un nuevo modelo de seguridad pública, mediante una nueva institucionalidad, la depuración del personal, la eliminación de las prácticas corruptas y la introducción de mecanismos que eviten la descomposición de las nuevas instituciones. El diseño de la Guardia Nacional como un cuerpo militarizado ofrece mayores garantías de honestidad y eficacia, así como mayor blindaje frente al poder corruptor del dinero de narcotraficantes y poderosas bandas delincuenciales.
En medio del ruido provocado por la determinación de la SCJN, algunos pretenden que se olvide que la estrategia del actual gobierno federal está dando resultados.
Una reciente encuesta del INEGI (ENSU) reveló que en el primer trimestre de este año, 62 de cada 100 mexicanos consideran que es inseguro vivir en su ciudad. Una cifra alta, sin duda, pero al mismo tiempo el registro más bajo desde el tercer trimestre de 2013.
El pico de este estudio se registró en los primeros tres meses de 2018, cuando 75 de cada 100 personas se sentían inseguras en la ciudad que habitan.
La misma encuesta indica que la Guardia Nacional es considerada “muy efectiva o algo efectiva” en el combate a la delincuencia por 73.6 por ciento de la población.
Con su decisión, las y los ministros que votaron por separar a la Guardia Nacional de la Sedena ponen en riesgo una estrategia que está rindiendo frutos por el bien de todos.