El año que recién concluyó fue crucial para el fortalecimiento de la escuela pública, uno de los pilares de la transformación del país, cuyas bases firmes han sido construidas por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador.
Un breve recuento de acciones y programas da cuenta de ese compromiso que involucra a las instituciones y a todos los sectores involucrados en la educación.
Con el programa La Escuela es Nuestra, destinado a la mejora de la infraestructura escolar, se apoyó y apoya, por vez primera en décadas, a 200 planteles de educación básica y 197 mil gestionadas por el Conafe.
Las Becas para el Bienestar Benito Juárez, que benefician a niñas, niños y jóvenes de todos los niveles educativos, llegó a la cifra récord de más de 12 millones de estudiantes.
La dignificación y revalorización del magisterio, que parte del reconocimiento de que la transformación educativa sólo será posible con ellos, se ha traducido en estabilidad laboral para 921 mil trabajadores de la educación, así como en el otorgamiento de aumentos salariales sin precedentes y de un ingreso mínimo que ha de alcanzarse en forma progresiva.
El compromiso con el cambio en todos los niveles educativos se ha expresado en una mayor presencia institucional en zonas marginadas, en una matrícula escolar que ya rebasa los 34 millones de estudiantes, con cifras históricas en educación superior, donde la matrícula ha aumentado un 10.4 por ciento, lo que significa que cada año cerca de 500 mil estudiantes más se incorporan a los estudios universitarios o de posgrado. Un dato adicional es que en el actual ciclo escolar se registró un número mayor de mujeres que de hombres en ese nivel educativo. A esto ha contribuido la construcción de casi 200 nuevas Universidades para el Bienestar Benito Juárez.
En educación media superior hemos llegado a los índices más bajos de deserción, gracias a factores como el carácter universal de las Becas para el Bienestar Benito Juárez. Hoy, de cada 100 estudiantes que ingresan a educación básica, 84 acceden a educación media superior, a diferencia de antes que sólo lo hacían 66 jóvenes. Por la presión demográfica, este sector demanda más recursos para la mejora paulatina de los ingresos de los trabajadores de 133 subsistemas estatales.
Uno de los mayores retos ha sido poner en marcha la Nueva Escuela Mexicana, que nos coloca frente a un horizonte de transformación profunda de la educación en nuestro país, frente al horizonte de una educación de excelencia que busca forjar un futuro feliz y humanista para los estudiantes.
Con estrategias políticas dignas de mejores causas, diversos actores pretendieron obstaculizar los avances en el sector e impugnaron judicialmente artículos de la Ley General de Educación. La Suprema Corte de Justicia de la Nación ordenó una ruta que está por completarse en el Poder Legislativo.
La Nueva Escuela Mexicana es ya una realidad en todas las escuelas públicas del país y prácticamente la totalidad de maestras y maestros se han comprometido con este camino que busca priorizar el interés superior de la niñez en todos los procesos educativos y que reconoce la realidad a partir del contexto comunitario, los saberes locales y los contenidos nacionales.
Otro gran reto que culminó felizmente fue la distribución de los libros de texto gratuitos, elaborados por un gran número de expertos en educación, principalmente maestras y maestros frente a grupo. Estos libros constituyen una herramienta muy valiosa en el trabajo cotidiano de implementación de la Nueva Escuela Mexicana.
Las expresiones más rancias de la derecha buscaron, como más de sesenta años atrás, emprender una cruzada con los textos gratuitos y fueron nuevamente derrotadas. El Poder Judicial dio la razón a la Secretaría de Educación Pública y hoy los libros están en todas las escuelas del país, contribuyendo a la formación de niñas, niños y adolescentes, con un enfoque humanista, científico, con equidad, sin clasismo ni racismo y buscando su bienestar y su felicidad, que tales son los objetivos de la Nueva Escuela Mexicana.