Dolores Padierna

Emilia Esther Calleja Alor

Con el nombramiento de Calleja Alor se da certeza en la capacidad de la dirección de la CFE para que la paraestatal pueda avanzar en el horizonte de un equilibrio financiero.

Nuestra próxima presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, ha tenido un gran acierto con el nombramiento de Emilia Esther Calleja Alor al frente de la Comisión Federal de Electricidad. Con esta designación se avanza en cuatro pilares que fundamentan el inicio de la administración, que se ha propuesto el segundo piso de la transformación:

Uno. Se reconoce el patrimonio histórico del capital humano, que es una de las grandes fortalezas de la CFE y es, también, su eje más valioso: Calleja es una profesionista ‘semilla’, surgida desde lo más profundo y noble de la institución, una persona que se forjó desde los peldaños más básicos de la empresa y hoy escala por mérito propio hasta su más alta dirección. ¡Gran orgullo de toda la plantilla electricista!

Dos. Se cumple uno de los grandes propósitos de la transformación y compromiso central de nuestra próxima presidenta: la paridad de género, ¡la primera mujer al frente de uno de los vértices energéticos del país! Pero Calleja estará al frente de la CFE no solo por ser mujer, que ya era hora que una de las empresas estatales fuera dirigida por una mexicana sobresaliente, sino porque entre pares, ella es la más destacada y comprometida con las tareas que hoy son la meta a alcanzar en nuestra soberanía energética desde el ángulo de la producción, transmisión y distribución eléctrica.

Tres. Se reconocen los avances que ha logrado la paraestatal eléctrica que, en la administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, pudo reponerse a su virtual dislocación por la reforma energética peñanietista; venció los compromisos inconfesables, los sobornos y chantajes de grandes corporaciones; se sobrepuso a obstáculos jurídicos absurdos impuestos en la época neoliberal, y logró inversiones históricas y los primeros números negros desde hace décadas en su patrimonio. Con Calleja, la continuidad en la consecución de logros está garantizada.

Cuatro. Con el nombramiento de Calleja, se da certeza en la capacidad de la dirección de la CFE para que la paraestatal pueda avanzar en el horizonte de un equilibrio financiero y, más importante todavía, en garantizar la continuidad, confiabilidad y seguridad en el servicio de la CFE, lo que, visto en la dimensión de la potencialidad de inversiones que representa el nearshoring, es uno de los pilares de atracción de la inversión de capitales en nuestro país.

A lo largo del sexenio de la cuarta transformación, la reingeniería administrativa en la CFE ha ido consolidándose a la par de mejores resultados en productividad y modernización tecnológica. Se está poniendo énfasis en rehabilitar sistemáticamente la generación hidroeléctrica y la red de transmisión y distribución, lo que se refleja en un aumento en los ingresos de la paraestatal.

En efecto, en los reportes financieros trimestrales de la CFE se constata que hace seis años, junio de 2018, la CFE reportó ingresos acumulados en el primer semestre por 215.6 mil millones de pesos. En lo que va de 2024, se reportan ingresos por 321.7 mil millones, 67 por ciento más que lo registrado en similar periodo del gobierno de la reforma energética neoliberal.

Quienes se niegan a ver los avances efectuados para retomar el rumbo de la soberanía energética que ha emprendido la cuarta transformación, fijan su atención en números que dan cuenta de pérdidas, endeudamiento y pasivos de la paraestatal, pero desvían la atención del hecho concreto de que la CFE registra actualmente un patrimonio neto de 761.6 mil millones de pesos, el más alto, solo logrado en la actual administración.

Casi el 75 por ciento de los ingresos proviene de la venta de energía eléctrica, mientras que las transferencias para compensar el subsidio en las tarifas, en tanto que representa una transferencia real a favor de los consumidores, es del 15 por ciento; el 5 por ciento restante proviene de otras ganancias.

Se trata de números sólidos que dan cuenta de la recuperación de una paraestatal que hace seis años fue colocada en el predicamento de sobrevivir proyectada a un mercado cuya puesta en escena era a favor de las corporaciones privadas y en donde se le condenaba a la ineficiencia y a perderse en un rol secundario, pues el gobierno tuvo la intención de renunciar a la rectoría en la materia y dejar en manos privadas la seguridad, confiabilidad y continuidad del suministro eléctrico, apostando a que las inversiones y eventuales negocios por venir les beneficiaran a ellos, quienes corrompían la administración pública con sobornos, chantajes, contratos a cuates y puertas giratorias.

Independientemente de lo que todavía falta por realizar —tanto en la CFE como en Pemex—, para consolidar la necesaria soberanía energética del país, es preciso celebrar lo ya alcanzado, pues derruyó los avances privatizadores realizados en el periodo neoliberal y retomó el rumbo soberano de la nación.

En este contexto, nuestra próxima presidenta, Claudia Sheinbaum Pardo, como lo postuló en su programa de gobierno, ‘100 pasos para la transformación’, la CFE es garantía de la capacidad de transmisión y distribución de energía, manteniendo la prevalencia de su participación en la generación eléctrica, sin obstaculizar la generación privada, pero con reglas claras y justas, con certeza y atendiendo como fin mayor el interés de la nación.

¡Gran acierto de nuestra próxima presidenta, el nombramiento de Emilia Esther Calleja Alor!

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