De primer ministro a gobernador del estado 51 de los Estados Unidos de América. La “broma” de Donald Trump a Justin Trudeau ha dado la vuelta al mundo. En el punto más bajo de su popularidad y con encuestas que lo colocan a una enorme distancia (19 puntos) de su rival conservador, el primer ministro de Canadá solo atinó, según versiones periodísticas, a reír nerviosamente ante la afrenta.
En México, guardaron silencio al respecto los mismos que celebraron la visita relámpago de Trudeau a la residencia del bully en Florida como una victoria del canadiense y una “derrota” de México.
Trudeau, según fuentes diplomáticas de su país, fue a convencer a Trump de que no podía poner a su país y a México en el mismo costal respecto de dos temas candentes de la agenda: migración y tráfico de drogas. Pero resulta que fue por lana y salió trasquilado, para expresarlo con un dicho popular.
El escenario lo completan fuertes posicionamientos de políticos conservadores canadienses que aprovechan la coyuntura para afianzar sus posiciones rumbo a las elecciones generales de 2025.
Un viejo dicho sostiene que, para Estados Unidos, la política exterior es política interior, en el sentido de que muchas de las decisiones de ese poderoso país en su relación con el mundo se toman en función de las lides electorales. En esa línea se explica lo que ocurre en Canadá.
La presidenta Claudia Sheinbaum ha expresado una y otra vez que México no caerá en las provocaciones ancladas a coyunturas electorales, ni en discusiones vanas sobre cuál país es mejor. Ello no debe ocurrir respecto de ninguna nación y menos con nuestros socios comerciales.
La incendiaria retórica de Trump es bastante conocida. No debe tomarse a la ligera, pero tampoco sobredimensionarse.
El magnate asumirá su segundo mandato el 20 de enero próximo. Para entonces, nuestro país deberá estar preparado, como ya se está haciendo, para todos los escenarios.
Sin embargo, no debe olvidarse que, pese a las asimetrías, tenemos reglas que de alguna manera emparejan la cancha. La imposición de aranceles con la que amenaza Trump es, por una parte, retórica que satisface a sus electores, pese a que abundan las evidencias de que las principales afectaciones serían para EU. Pero también estaríamos frente a una clara violación del Tratado México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC).
En el sexenio del presidente Andrés Manuel López Obrador, pudimos sortear las amenazas con habilidad política y en el marco de la diplomacia. Contamos, como país, con ese aprendizaje y con notables funcionarios que ya han sorteado esos delicados territorios.
Nuestro país se está preparando para todos los escenarios, que incluyen presiones de los conservadores canadienses a las que Trudeau ha respondido con timidez debido a un escenario electoral que le es adverso.
En los dos temas que prioriza Trump (el tráfico de drogas y los flujos migratorios), sectores políticos de Canadá asumen la misma postura que sus pares conservadores de EU: la doble moral.
En el caso del fentanilo, EU apenas combate a los traficantes en su propio territorio y no va al fondo del problema, pues la actual crisis tiene su origen en la llamada epidemia de los opioides, creada por la poderosa industria farmacéutica con anuencia gubernamental. Canadá tiene problemas de consumo similares a los estadounidenses.
Ambas naciones necesitan a los migrantes (Canadá recibe medio millón de personas al año, legalmente, con independencia de los trabajadores temporales), pero sus políticos, sobre todo los más conservadores, los culpan de todos los males pese a que hay pruebas de sobra de sus aportaciones a sus economías (en promedio, envían 20% de sus ingresos en remesas y el resto lo gastan o invierten allá).
Entre 2019 y mediados de 2024, 145 mil trabajadores mexicanos fueron a los campos agrícolas de Canadá en el marco de un programa de trabajo temporal. Sin ellos, un buen número de productores no podría levantar sus cosechas.
Tres de cada diez compañías mineras en México son de origen canadiense. Pueden exportar desde aquí, sin aranceles, gracias al T-MEC. ¿Así quieren a México fuera del tratado? Retórica pura en tiempos electorales.