Dolores Padierna

En pensiones, necesario un debate a fondo

La discusión debe enfocarse en que el objetivo de las pensiones es proteger a las personas ante el empobrecimiento en la vejez.

La autora es diputada federal

En enero pasado, el Ejecutivo federal presentó una iniciativa de reforma a la Ley del Sistema de Ahorro para el Retiro, una propuesta destinada a atender uno de los principales problemas de las pensiones de capitalización individual que, como todos sabemos, es que los trabajadores recibirán pensiones muy bajas que no harán posible un retiro digno.

La reforma propone como solución diversificar la inversión de los recursos ahorrados, al permitir que las Administradoras de los Fondos para el Retiro (Afore) inviertan en empresas privadas, particularmente en las Micro, Pequeñas y Medianas Empresas (Mipymes), así como en productos derivados y operaciones en reporto. Hasta ahora, la mayoría de los recursos se destinan a la compra de deuda pública y a la inversión en empresas que cotizan en el mercado de capitales.

La iniciativa contempla además una modificación a la fórmula para el cálculo de la comisión que cobran las Afore a los trabajadores. La idea es que ya no se cobre únicamente en función de los saldos, sino que se incluya un componente variable en función del desempeño de las mismas Afore. En esencia, el objetivo sería hacer más eficiente el manejo de los recursos.

En la Cámara de Diputados, en búsqueda de consenso y de mayor intercambio con la Secretaría de Hacienda, se pospuso recientemente la presentación de la iniciativa ante el Pleno.

En el Legislativo y en círculos de especialistas se discuten los beneficios de la reforma, y también se ha puesto sobre la mesa si la iniciativa presentada va o no al fondo del problema.

La iniciativa flexibiliza el régimen de inversión de los recursos acumulados por los trabajadores en sus cuentas individuales, y transforma las actuales sociedades de inversión en fondos de inversión, lo que supone ventajas por la disminución de los costos de gestión.

Algunos analistas advierten, sin embargo, que existen riesgos de que la reforma no rinda los frutos esperados, entre otras cosas porque la vida promedio de las Mipymes es muy corta. Se estima (Inegi, 2016) que de cada 100 empresas nuevas, 33 cierran en su primer año de vida, 65 lo hacen en los primeros cinco años y 76 lo hacen en los primeros 10 años. Ese panorama nos lleva a la conclusión de que la inversión de los recursos de toda la vida de los trabajadores en este tipo de negocios sería altamente riesgosa.

Por otro lado, se estima que la modificación de la fórmula para calcular la comisión que cobra las Afore no ataca de frente ni de manera satisfactoria el problema de las bajas tasas de reemplazo.

Una de las preocupaciones presentes en San Lázaro es que una reforma profunda exige un diagnóstico acertado del desempeño que hasta ahora han tenido las Afore. No parece ser un buen punto de partida ignorar estudios serios que aportan evidencias de que las Afore no han tenido un efecto positivo en el desarrollo del mercado de capitales (Organización Internacional del Trabajo, 2018. Reversing Pension Privatization: Rebuilding public pension systems in Eastern European and Latin American countries [2000-18]. Ginebra: OIT).

Se pueden dar pasos en la dirección correcta pero hace falta atender los problemas de fondo, pues de lo contrario sólo pospondremos la solución de situaciones que aquejan de manera importante a la mayoría de los trabajadores.

La discusión no debería perder de vista dos asuntos fundamentales: el primero, que el objetivo de las pensiones es proteger a las personas ante el riesgo social de empobrecimiento en la vejez. La segunda la formulo como pregunta: ¿podemos tener un buen sistema de pensiones, dignidad después de una vida de trabajo, sin cuestionar la lógica de funcionamiento del sistema de cuentas individuales? ¿Podemos hacerlo si se perpetúa la idea de que el disfrute de un derecho humano, como lo es la seguridad social, debe depender del esfuerzo personal?

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