Dolores Padierna

Golpistas y fabricantes de noticias falsas

Algunos grupos opositores destacan por su beligerancia verbal y por sus llamados abiertos a la “remoción” del presidente de la República para “salvar” al país.

La autora es Diputada Federal

La narrativa de un sector de la oposición que define a Andrés Manuel López Obrador como un autócrata, como un político autoritario, se remonta a 2006, cuando Felipe Calderón y sus asesores acuñaron la expresión del "peligro para México".

Incapaces de articular una defensa coherente del modelo neoliberal, que impusieron y de cuyos beneficios gozaron (unos cuantos), estos opositores hacen de las acciones del gobierno su bandera, aunque para ello deban mentir, ocultar información o exagerar.

Cada día queda más a la vista un flanco opositor antidemocrático –más robusto de lo que pareciera, porque muchos de sus partidarios tiran la piedra y esconden la mano–, que ha hecho correr ríos de tinta con infundios, ha pergeñado toneladas de mensajes fake en redes sociales e incluso ha financiado campañas negras ilegales, ampliamente documentadas en diversos medios.

Algunos grupos opositores destacan por su beligerancia verbal y por sus llamados abiertos a la "remoción" del presidente de la República para "salvar" al país. Sus pronunciamientos quedarían en la picaresca política de no ser porque suelen ser replicados por dirigentes de distintas fuerzas y por personajes con peso en los medios de comunicación.

Recientemente se sumó a un frente "antiAMLO" un accionista de Soriana, la segunda cadena de tiendas departamentales del país. La revista Forbes estima que la fortuna de su familia rebasa los tres mil millones de dólares.

El corporativo se ha deslindado del llamado hecho por su accionista, pero queda ahí su arenga, un abierto llamado a violar la Constitución, a pasar por encima de la ley y de la voluntad democrática de los mexicanos, que en 2018 se expresaron por un rumbo distinto para la nación, y que dieron al actual gobierno la sólida legitimidad de una votación histórica.

El llamado a deponer al presidente revela el verdadero talante de una parte, por fortuna minoritaria, del empresariado nacional, que mira a los funcionarios electos por la mayoría como simples empleados que deben obedecer a los dueños del dinero.

Además, como han señalado algunos juristas, los promotores de la "remoción" del presidente podrían estar incurriendo en el delito de sedición que es castigado por nuestras leyes, sin contar con el hecho de que significa una afrenta a la voluntad que millones de mexicanos expresaron en las urnas.

En las últimas semanas, dirigentes opositores y la casi totalidad de la opinocracia han acusado al gobierno de mentir, de ocultar cifras y de minimizar los efectos de la pandemia que inevitablemente llegó a nuestro territorio.

Ha sido al menos triste constatar que algunos de ellos quisieran que en México hubiese más víctimas mortales del virus sólo porque eso, piensan, afectaría la imagen del gobierno. Es un cálculo mezquino desprovisto de todo sentido de humanidad y más temprano que tarde se revertirá contra quienes lo han enarbolado como bandera.

La publicación casi simultánea de artículos críticos en grandes medios internacionales fue tomada, por estas voces, como una "prueba" de que el gobierno está ocultando, por ejemplo, la cifra de víctimas mortales.

El artículo más polémico fue el publicado en el New York Times, debido a que está lleno de afirmaciones sin fuente ni sustento. Periodistas mexicanos de intachable trayectoria han desmenuzado la citada pieza del Times y han concluido que su publicación no habría sido aprobada por ningún profesor de periodismo.

Por supuesto, al tratarse del periódico que ha cosechado más premios Pulitzer en la historia, los dichos de su corresponsal –y sus fuentes que, aunque anónimas, son claramente identificables como funcionarios de gobiernos anteriores– han sido tomados como la verdad revelada por quienes desesperadamente tratan de encontrar una causa que enderezar contra la Cuarta Transformación.

A la largo de las décadas recientes, muchos de los grandes medios internacionales han tenido presencia en México y sus corresponsales han establecido relaciones cercanas con personajes de distintos gobiernos. Esos mismos medios, que nuestra opinocracia toma como modelo, son los que han dedicado portadas dedicadas a Carlos Salinas o Enrique Peña Nieto como los salvadores de México. Y así nos fue con ambos.

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