Dolores Padierna

Nueve de Marzo

La lucha que protagonizan mujeres de todas las edades, pero sobre todo las jóvenes, se ha replicado en todo el territorio nacional, comenta Dolores Padierna.

Estos días han sido de vértigo para la causa de las mujeres, y ya era hora que así fuera. La lucha que protagonizan mujeres de todas las edades, pero sobre todo las jóvenes, se ha replicado en todo el territorio nacional. El "ya basta" de las mujeres vino para quedarse, porque el añejo sistema patriarcal –y sus expresiones más crueles, como el feminicidio– es incompatible con la sociedad libre, democrática, incluyente y justa a la que millones de mexicanas y mexicanos hemos aspirado por décadas.

En las últimas semanas han arreciado las protestas de mujeres de todas las edades, incluyendo maravillosas niñas que reclaman su derecho a una vida libre de violencia y de acoso. Estas movilizaciones no pueden ni deben tratar de explicarse a partir de teorías de conspiración o con el viejo expediente de los "intereses oscuros".

Las causas están a la vista: la cultura patriarcal y machista, la violencia sistémica, las agresiones sexuales y los feminicidios, la expresión más cruel de un entorno que considera desechables a las mujeres, simples objetos que pueden usarse.

Los sectores de la derecha que pretendieron subirse a la ola feminista no encontraron eco porque las causas de las mujeres no sólo les son ajenas, sino que están en contra –y así lo han demostrado sus hechos durante largos años– de que las mujeres decidamos sobre nuestros cuerpos, de la igualdad, de que las mujeres ocupemos cada vez más espacios en todos los ámbitos de la vida nacional.

Los oportunistas se han exhibido a sí mismos en las redes sociales y en algunos medios que les han dado voz. Han mostrado sus contradicciones y algunos de sus voceros más radicales incluso han rechazado el derecho de las mujeres a manifestarse libremente. Sus voces, más allá de la estridencia en las redes, son irrelevantes en un debate nacional necesario y urgente.

Las expresiones de enojo, la hermosa rabia de las jóvenes que ya no están dispuestas a esperar y exigen respuestas claras y realizables, deben llevarnos a los siguientes pasos: escucharnos, dialogar y construir sobre bases firmes para construir políticas públicas efectivas y para desmontar el patriarcado paso a paso.

La vida de cada mujer es valiosa y un gobierno progresista está obligado a actuar para proteger a todas y cada una, para ofrecer justicia pronta y expedita, para cerrar la brecha de la desigualdad salarial y promover la inclusión.

Como ha señalado Claudia Sheinbaum, es preciso atender las desigualdades que se traducen en violencias. Las mujeres integrantes del gabinete han acompañado su solidaridad con el movimiento feminista con informes sobre las acciones concretas que, cada una en el ámbito de su competencia, han emprendido para avanzar en el camino de erradicación de las desigualdades y la violencia.

La jefa de Gobierno de la Ciudad de México ha informado sobre cambios legales que fortalecen el combate a la violencia física y sexual hacia las mujeres, de acciones para contar con funcionarios públicos con perspectiva de género, de la creación de un sistema de protección para las víctimas de violencia y de programas para promover la autonomía económica de las mujeres.

Un Día sin Mujeres representa una exigencia a la sociedad entera, al Estado en su conjunto y a un gobierno progresista que no debe dejar duda alguna sobre su compromiso con las justas demandas de las mujeres, que debe actuar cada día con mayor fuerza y eficacia ante los agravios.

En el Congreso hemos dado pasos firmes e importantes que, con todo, son insuficientes. Es urgente desarrollar políticas públicas efectivas contra la violencia de género y que respeten el derecho de las mujeres a decidir sobre nuestros cuerpos.

Las mujeres movilizadas en las calles merecen todo nuestro respaldo. Ellas son la voz del hartazgo y la lucidez frente a ese horror llamado violencia machista.

Las luchas por la igualdad, la equidad y el ejercicio pleno de las libertades indigestan a la derecha desde siempre. En esta coyuntura histórica, para las mujeres y sus causas, y para el país entero, las izquierdas, a pesar de las responsabilidades de gobierno, o precisamente por ellas, deben estar en su sitio natural: al lado de la justicia, los derechos y la justicia, que en esta hora mexicana están en el movimiento feminista.

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