Dolores Padierna

Trump y el harakiri

La jugada de Trump de imponer aranceles a las exportaciones mexicanas, es riesgosa; en tanto que una buena parte de su base social resultaría afectada .

La autora es Diputada Federal

Era sabido que conforme se acercara la contienda en la que Donald Trump buscará la reelección, el magnate echaría mano de todo el arsenal que le permite alimentar las fobias y mitos de sus electores.

En unos días, Trump lanzará formalmente su candidatura. Bajo fuego múltiple en su país –por investigaciones abiertas en su contra e incluso la posibilidad de un proceso legislativo de destitución–, el presidente de Estados Unidos ha decidido abrir todos los frentes posibles: sostiene una guerra comercial con China, sigue amenazando a Irán, Cuba y Venezuela, e incluso se lanza contra su aliada, la Unión Europea.

No faltan los opositores extraviados que señalan la paradoja de que Andrés Manuel López Obrador salga a la defensa del tratado comercial con Estados Unidos (EU), cuando este instrumento, dicen, es la obra principal del villano Carlos Salinas, enemigo político del actual Presidente. Olvidan, en su evocación del villano favorito, que uno de los principales errores estratégicos de la negociación del TLC fue precisamente haber dejado fuera el tránsito de personas.

En ese escenario heredado, Trump pretende atar el futuro del T-MEC, cuya negociación ya concluyó pero que está a la espera de la aprobación parlamentaria en los tres países, a la seguridad fronteriza y la crisis migratoria.

El rechazo al TLC, que Trump expresó desde la campaña electoral, se materializó en una nueva negociación que el gobierno de Peña Nieto concluyó con participación del equipo del gobierno electo.

Una cosa es, claro, el fin formal de una negociación, y otra la política a tuitazos que acostumbra Trump y que no tiene otro ritmo sino el que le marque la necesidad de satisfacer a su público.

La jugada de Trump, acostumbrado a ver la política como un ejercicio de amenazas y chantajes, es riesgosa en tanto una buena parte de su base social resultaría afectada por la imposición de aranceles a México. De ahí que, como ha informado el canciller Marcelo Ebrard, la mayoría de los expertos y representantes de los sectores productivos del vecino país estén en contra del anunciado castigo a México (impuestos a todas las mercancías mexicanas, que comenzarían en 5.0 y terminarían en 25.0 por ciento en octubre).

Las banderas tumprianas están hechas de mentiras y medias verdades. Nada dice al presidente de EU que las mercancías a las que se impondrían aranceles contienen hasta 40 por ciento de insumos estadounidenses. Para Trump, la reelección presidencial bien vale el harakiri.

La negociación del nuevo tratado dio lugar a un moderado optimismo, pero nunca se perdió de vista que EU continuaría con amenazas y acciones que caminan en sentido opuesto a la buena vecindad y los acuerdos alcanzados. Así lo hizo cuando impuso aranceles al acero y el aluminio, y más tarde al tomate mexicano.

La interdependencia de nuestras naciones se refleja, evidentemente, en el volumen del intercambio comercial. Para México, EU es el mayor socio comercial. El año pasado, la exportaciones al vecino país representaron 79 por ciento del total, con una balanza comercial favorable a México por 142 mil 457 millones de dólares.

La imposición unilateral de aranceles llevó a México a tomar medidas en reciprocidad, aunque luego se anunció un principio de acuerdo para eliminarlos. El gusto duró poco. Trump elevó la apuesta en la víspera del inicio de su campaña por la reelección.

El pretexto de Trump es que México no ha hecho nada para frenar la "invasión" de centroamericanos a su país, aunque, en rigor, el nuevo gobierno no ha hecho otra cosa más que ofrecer un trato respetuoso de los derechos humanos a los migrantes, al mismo tiempo que ha impulsado una propuesta para el desarrollo regional que contribuya a disminuir la presión del éxodo, a partir de un enfoque que vaya a las causas profundas del fenómeno.

En voz del canciller, México ha dejado claro que no aceptará un acuerdo de "tercer país seguro", que convertiría a nuestra nación en un campo de refugiados que huyen de las políticas impulsadas por EU en América Central.

Las amenazas de Trump no han tenido, hasta ahora, ningún impacto en el intercambio comercial entre ambos países. En el primer trimestre de este año, las exportaciones crecieron 4.2 por ciento.

Con una contraparte volátil y atada a la coyuntura todo puede esperarse. Hay que tener confianza en que se llegará a un acuerdo, pero también estar listos para las consecuencias del desacuerdo.

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