Directora de México Evalúa
Estimado lector, escribo esta columna con tremenda emoción porque será la última que redacte como directora de México Evalúa. Tendré la fortuna de permanecer en su Consejo Directivo, lo que hace que este despredimiento sea menos difícil. A partir del 1 de agosto me integro al Tecnológico de Monterrey como decana nacional de su prestigiosa Escuela de Ciencias Sociales y Gobierno. Me siento muy honrada por haber recibido esta invitación, y también plenamente comprometida con los objetivos, valores y la visión de la que será mi nueva casa.
Me siento muy afortunada de encontrar, en esta etapa de mi vida profesional, una plataforma tan potente para servir a México. Y no quiero que piensen que uso a la ligera un eslogan propio de políticos, porque lo mío es una convicción muy asentada, que se ha forjado con la influencia de mis padres, compañeros, colegas, maestros y mentores. Yo he tenido al mejor mentor, a Luis Rubio. Gracias por tanto, Luis querido.
Antes de México Evalúa estuve 18 años en CIDAC (Centro de Investigación para el Desarrollo). Esos 18, más 14 en México Evalúa, son una buena cantidad de años como observadora de la realidad nacional. Y puedo decir que México ha cambiado una enormidad. El México de hoy es tremendamente más plural; tiene una economía con un potencial enorme que ya se manifiesta en sectores y regiones, con una sociedad que quiere ser más incluyente y justa, que cuenta con una mirada más afinada hacia los derechos. Estamos y somos mejores.
De verdad pienso que nos quitamos ya las camisas de fuerza de la época autoritaria en muchos, aunque no en todos, los sentidos. Y no podríamos volver a ellas. La constante que atraviesa nuestros años, sin embargo, son las enormes brechas sociales, y el elemento disruptor de los últimos lustros: la violencia del crimen organizado, que también se vive en los hogares y en distintas interacciones sociales. Este es el reto más intimidante a mitad de nuestro proceso civilizatorio. Tal cual: creo que estamos en riesgo.
A lo largo de varios años en estas páginas he sido la vocera de la institución. Las más de las veces expuse el trabajo de mis colegas, un grupo de profesionales de alto perfil, mujeres la mayoría, que despiertan y se van a dormir pensando en los temas públicos en los que quieren tener incidencia, aportando ideas.
Aquí hablé de finanzas públicas y del terreno peligroso en el que estamos entrando desde la óptica del panorama general y también desde algunos sectores, como el de la salud. Los mexicanos sin seguridad social y con enfermedades crónicas han sido abandonados por el gobierno actual. Bordé también sobre los efectos de la pandemia en la educación y las preocupaciones de México Evalúa en torno a la calidad de la enseñanza, la cual será determinante en la vida laboral de nuestros niños y jóvenes. Si no hay cambios pronto, los estaremos condenado a actividades de baja productividad, fuera de los circuitos de innovación que ahora predominan. También tomé la información de El Sextante, nuestra publicación periódica sobre la transición energética, para destacar la necesidad de crear verdaderos mercados en el sector energético y la relevancia de los órganos reguladores en la creación de estos mercados. El Estado es fuerte cuando puede asegurar una cancha pareja para la competencia; cuando el diseño de sus instituciones se formula para protegerlas del riesgo de captura. Necesitamos estos elementos para hacer realidad la transición energética que, créanme, no es optativa.
Los temas de Estado de derecho, debo confesar, son los que me inquietan y los que más me atrapan emocional e intelectualmente. Porque no me acostumbro a los más de 30 mil homicidios dolosos que se perpetran en el país cada año. Tampoco a la impunidad. Escribí mucho sobre estos temas, sobre los ataques a los juzgadores con el fin de minar su independencia, sobre las dificultades para que un nuevo modelo de justicia se asiente en el país y, sobre todo, en las fiscalías. Me obsesioné con el tema. Porque es el nudo, el territorio en el que se administra la impunidad con fines de control político. Porque es un espacio de disputa política feroz. Quien controla el aparato de persecución criminal, tiene todo el poder.
Estoy muy orgullosa de lo que el equipo de México Evalúa pudo lograr en estos temas a lo largo de estos años. Y tengo la mejor expectativa de lo que viene, bajo el liderazgo de Mariana Campos, la nueva directora de la institución, a partir del 1 de julio. México Evalúa queda en buenas manos, en las de una persona que pone su talento al servicio de las mejores causas para el país.
Aunque no me voy de esta casa editorial, aprovecho el viaje para agradecer a Enrique Quintana por su oferta de incorporame a este espacio. El momento no era fácil para mí, y él lo recordará bien. Gracias también a ti, Elizabeth Torrez, mi editora en el periódico, por tu apoyo con signo de sororidad. A Pablo García, nuestro editor en casa, por siempre mejorar los textos, sugerir los mejores títulos y hacerlo con esmero, como si fueran de él. Para ti, toda mi gratitud.
Regreso la primera semana de agosto, desde otra plataforma de enorme relevancia para el país.
Gracias por estos años, estimado lector.