Edna Jaime

Sistema penal en el tiempo de los oportunistas

El gran problema del nuevo modelo de justicia penal es que no ha habido presidente que realmente lo asuma como proyecto suyo, convencido de que es necesario para el país.

La autora es directora de México Evalúa .

El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, cree haber encontrado el tema que lo puede catapultar al escenario nacional: la justicia penal. No, corrijo, el populismo penal. Ávido del reflector que ninguna de sus acciones en el estado que gobierna es capaz de atraer –supongo–, presentó esta semana ante la Junta de Coordinación Política un conjunto de reformas al Código Nacional de Procedimientos Penales, que tiene el mismo tufo de los intentos de contrarreforma anteriores: romper los deseables equilibrios en el sistema de justicia para darle más poder a las fiscalías.

El gobernador dice que hay que "darle dientes al Estado", como si no los tuviera su aparato de persecución criminal. Lo que necesitamos es que esos dientes no muerdan a inocentes; que no muerdan sin que medie un debido proceso legal. Si le soltamos la cuerda a un perro bravo, puede atacar a los más vulnerables.

Hice una búsqueda en internet para escuchar las declaraciones del gobernador en torno al tema. Tomé la primera liga que encontré y escuché la entrevista que le hicieron para Enlace Oaxaca (no fue una elección dolosa, lo prometo). La entrevista está llena de contradicciones al estilo de "así como digo una cosa, digo otra", pero la verdad es que esa falta de consistencia es lo de menos si se articula un mensaje efectivo para las víctimas –multivíctimas– del delito. Y eso Murat lo sabe hacer.

Usted señor, señora, dueño de una papelería o locataria del mercado es extorsionada y sabemos quién lo hace. Aun así, la Fiscalía del estado no logra hacer un caso con las reglas procesales vigentes. Por eso necesitamos cambiarlas para impulsar la figura de cuasiflagrancia. ¿Qué significa? Que con el testimonio de una persona que impute a otra de un delito, se le podrá detener. Toño Zúñiga, el protagonista del documental 'Presunto Culpable', así llega a prisión, acusado de un homicidio. Por el testimonio de un testigo que luego incurrió en contradicciones. Hubiera permanecido ahí por años si su historia no hubiera llamado la atención y conmovido a los productores del documental. Toño era inocente, pero fue condenado arbitrariamente. Ése el sistema penal que se quiere resucitar.

Junto con la figura de la cuasiflagrancia, el gobernador también propone la prisión preventiva aun antes de que se vincule a proceso a un imputado. Prisión automática sin que haya siquiera suficientes indicios de que la persona imputada sea culpable de algún ilícito. ¡Qué miedo!

Así es seguro que el gobernador de Oaxaca va a meter a más gente a la cárcel, pero no necesariamente reducirá la victimización. Más cárcel no resuelve el problema de seguridad. Aunque lo ofrezca a las personas ofendidas y desesperadas por el crimen.

Con tanto intento de contrarreforma no es imposible que sus promotores se salgan con la suya. Apenas el jueves en la madrugada se aprobó la legislación reglamentaria para ampliar el catálogo de delitos que ameritan prisión preventiva oficiosa. Desde la aprobación de la reforma constitucional en 2019, las personas sin sentencia en la cárcel ha aumentado, sobre todo mujeres, las más desprotegidas entre los desprotegidos. ¿Quién habla por ellas, gobernador?

El gran problema del nuevo modelo de justicia penal es que no ha habido presidente que realmente lo asuma como proyecto suyo, convencido de que es necesario para el país. Sin esta autoridad y liderazgo la reforma siempre ha sido percibida como reversible. Por eso algunos gobernadores y operadores han apostado por echarla atrás, en lugar de llevarla hasta sus últimas consecuencias. Crear capacidades de Estado es de visionarios. No de políticos que quieren ganar puntos apelando a la desesperación de la gente.

Para tratar de ser más equilibrada, creo que es necesario que las distintas partes interesadas en este tema nos entendamos. Como muchos promotores de esta reforma, yo creo que es un plataforma de refundación para el país. Quizá esta mirada aspiracional deba ser matizada por la realidad. Pero nunca a costa de los derechos. ¿Qué hay en medio? ¿Qué es posible reformar sin tocar la esencia del nuevo modelo de justicia, que está hecho para garantizar derechos? A mi parecer, esto es lo que debemos discutir. Pero si seguimos por la ruta de los albazos legislativos donde en extraordinarios de 24 horas nos sorprenden y nos cambian las reglas de juego, lo que se provoca es desconfianza y un sentimiento de impotencia.

Detrás del apoyo que reciben las medidas que promueven el populismo penal hay desesperación, pero quizá no entendimiento. Si se construye un sistema en el que prevalece la arbitrariedad, todos estamos en riesgo de sufrirla. Porque esta vida es una rueda de la fortuna, una veces estamos arriba y otras abajo. El propio gobernador que promueve reformas antigarantistas puede estar sentando las condiciones para ser tratado con arbitrariedad. Cuando la fortuna no le sonría, ¿qué preferirá?: un orden que proteja sus derechos o uno en el que pueda ser víctima de la arbitrariedad. Que se vea en el espejo de los políticos caídos y a partir de ahí medite su posición.

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