Opinión Edna Jaime

¿Te atreves a pedir mi voto de nuevo?

Si en 2021 el gobierno es pichicato con nuestras demandas más sentidas, es porque los legisladores no estuvieron atentos a nuestro sentir.

La autora es directora de México Evalúa .

Leo en una nota de periódico que una abrumadora mayoría de legisladores buscan la reelección. Sí, un número abultado de nuestros diputados federales ha de sentir que hicieron bien su trabajo y que por tanto merecen de nuevo la confianza ciudadana. Lo que yo alcanzo a ver es que esos diputados fueron terriblemente sumisos frente a su jefe político, lo que quiere decir que la reelección, con las particularidades que en este país presenta, no cambió gran cosa el esquema de incentivos al que responden nuestros legisladores y tampoco cambió al gran elector: sigue siendo el presidente de la República o el líder del partido. Ni usted ni yo, estimado compatriota.

Hay un sinfín de aristas a partir de las cuales podemos evaluar el trabajo de los legisladores ahora que quieren reelegirse. Las piezas legislativas que aprobaron, por ejemplo. Yo no votaría nunca, así fuera la única opción, por quienes avalaron ampliar el catálogo de la prisión preventiva oficiosa. Porque para mí es inaceptable otorgar más poder a quien lo detenta, a costa de nuestros derechos. Cada persona tiene su propio catálogo de valores y prioridades, y en este punto quizás esté en minoría. Pero aquí está mi completa convicción.

Ahora bien, creo que no hay tema más relevante para el trabajo de diputados que lo que concierne al Presupuesto. Sus atribuciones son amplias y muy importantes. Parten de la aprobación del Proyecto de Presupuesto que el Ejecutivo somete a su consideración, y culmina con otro momento de particular importancia, la aprobación de la Cuenta Pública, el cierre del ciclo presupuestal anual y un eslabón central en la rendición de cuentas.

En los últimos años este papel primordial se ha ejercido con muy bajo perfil. Pareciera que los legisladores tuvieran la consigna de no hacer ruido y la aceptan. Recuerdo que el segundo trienio del presidente Zedillo, pero sobre todo el sexenio de Fox, el tema de la aprobación presupuestal se convirtió en un proceso álgido. Fueron años en que el movimiento del reloj legislativo seguía los ritmos de una complicada negociación presupuestal y no los de la rotación de la Tierra. Luego vinieron los acomodos. Y algunos legisladores se conformaron con su premio (un moche) en lugar de cumplir con su mandato. Es fuerte decirlo pero la actividad legislativa en materia presupuestal se corrompió. Perdió valor votar por un gobierno dividido, cuando la pluralidad legislativa tan sana para promover discusiones sustantivas y control al poder, se desvaneció por el pago a cambio de sumisión. Reconozco y admiro a los legisladores que resistieron a estos acomodos. Son ustedes los políticos que México necesita.

Al respecto, no es ficción si comento que los "war rooms" preparados para discusión se quedaron vacíos. Se desperdiciaron las galletas y el café que esperaron al arribo de los combatientes. La negociación presupuestal no se dio en el seno de la Cámara a través de los espacios dispuestos para su deliberación. Se dio en otro lado. Y nada cambió con el arribo del nuevo gobierno. El presidente convertido en el Tlatoani del siglo XXI no necesita más que predicar. La disciplina de los suyos es parte del ritual.

Desde mi perspectiva, el Presupuesto 2021, el que aprobó una mayoría de diputados, no está alineado con lo que el país necesita. Responde a las prioridades del presidente, por el que votó una mayoría de mexicanos, cierto, pero chiquito y desviado respecto a nuestros grandes desafíos.

Reto a los lectores a que me digan cuáles fueron los puntos de contención en la discusión presupuestal de este año, cuando el gobierno federal debió haber desplegado una política de gasto contracíclica para disminuir los efectos devastadores de la pandemia. Usted me dirá, estimado lector, si estaría dispuesto a reelegir a legisladores que votaron por darle una tajada importante del Presupuesto a Pemex y CFE, que pierden millonadas de dinero, en vez de asignar recursos masivos a la salud. Para que usted y yo tengamos la certeza de que tendremos un espacio en el servicio público en caso de necesitarlo.

Estos mismos diputados votaron a favor de la extinción de fideicomisos y darle a la Secretaría de Hacienda y al Ejecutivo federal un amplio margen de discrecionalidad para decidir el destino de estos recursos.

En México Evalúa fuimos críticos de algunos fideicomisos que carecían de estructura y mecanismos de rendición de cuentas. Abogamos por ajustes, no por su desaparición. Hoy estos recursos estarán a disposición de la Tesorería de la Federación para que el presidente disponga qué hacer con ellos. Estamos a merced del juicio de una persona. Porque ni el secretario de Hacienda ha mostrado tener ascendente sobre las decisiones de su jefe.

Así que, si en 2021 el gobierno es pichicato con nuestras demandas más sentidas, es porque los legisladores no estuvieron atentos a nuestro sentir. Porque prefirieron hacer genuflexión frente a su jefe antes que entender las circunstancias por las que millones mexicanos atraviesan. Aún así, ¿se atreven a pedir nuestro voto de nuevo?

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