Agua lleva. Al menos así dice el refrán popular. Desde la semana pasada, el caudal de señalamientos contra el gobernador de Morelos, Cuauhtémoc Blanco, suena fuerte. Todo empezó con la difusión de una foto donde Cuauhtémoc Blanco aparece junto con tres personas identificadas como líderes locales de Guerreros Unidos, del CJNG y del Comando Tlahuica, esta última, una banda dedicada a la extorsión, que por años ha buscado hacerse con el control del sistema de agua potable y alcantarillado de Cuernavaca. Al parecer, la foto proviene del celular de Esther Huitrón, La Jefa, lideresa de Guerreros Unidos, actualmente detenida en el penal femenil de Coatlán del Río (hace un par de meses, Cuauhtémoc Blanco fue el primero en cacarear la detención en Morelos de La Jefa, a pesar de que el operativo de captura fue llevado a cabo por autoridades federales).
La explicación que Cuauhtémoc Blanco dio sobre la imagen –que se trata de una más de las muchas fotos que le piden personas de las que desconoce la identidad– no termina de convencer. Esta explicación supone que líderes de distintas organizaciones criminales se pusieron de acuerdo para llegar a donde se encontraba el gobernador, sin llamar la atención de su equipo de seguridad (es decir, sin escoltas armados, ni caravanas de vehículos, ni nada de la parafernalia que hace que la presencia de un capo casi siempre se note), que esperaron pacientes a poder tomarse una foto con él, como cualquier hijo de vecino, y que luego se fueron como llegaron, sin plantearle, ni pedirle, ni ofrecerle nada. Cabe señalar que Raymundo Castro Salgado, El Ray, uno de los tres sujetos que aparece con el gobernador, ya era, en el momento en el que se tomó la foto, una de las figuras más prominentes en el mundo criminal de Morelos. Me cuesta creer que pasara desapercibido.
De cualquier forma, la foto fue sólo el comienzo del enredo. Poco después apareció en Oaxtepec una manta con una serie de acusaciones y señalamientos en contra del gobernador. La manta contiene información demasiado precisa para ser ignorada. Se habla, por ejemplo, de la “muerte de Samir” (en referencia a Samir Flores, activista opositor a la termoeléctrica de Huexca, asesinado en febrero de 2019). También se mencionan “negocios en SAPAC” (el sistema de aguas de Cuernavaca que el Comando Tlahuica busca controlar).
Al menos una circunstancia que se menciona en la manta, “la iglesia nos unió”, pareció confirmarse, pues la diócesis de Cuernavaca reconoció que la fotografía fue tomada en una parroquia en Yautepec el 12 de diciembre de 2018. Fecha, por cierto, llena de simbolismo religioso. De hecho, Cuauhtémoc Blanco, quien por aquel entonces acababa de estrenarse como gobernador, causó revuelo al permitir que ese mismo día se celebrara en el Palacio de Gobierno de Morelos una misa en honor a la Virgen de Guadalupe.
Mientras escribo estas líneas, el domingo 9 de enero por la mañana, me entero que aparecieron nuevas mantas. Éstas señalan al senador Ángel García Yáñez, del PRI, como el responsable de las filtraciones y amenazas contra Cuauhtémoc Blanco. También vinculan al senador con el caso de Samir Flores e incluso señalan que García Yáñez pidió al Ray que le regalara la foto donde aparece con Cuauhtémoc Blanco. La guerra de lodo, al parecer, apenas comienza.
La crisis que se ve venir en Morelos podría tener repercusiones graves, tanto en el ámbito político como en el de seguridad. Por un lado, es preocupante la posibilidad de que Cuauhtémoc Blanco sea chantajeado de forma sistemática por la delincuencia. La manta que apareció en Oaxtepec advierte que podría filtrarse información adicional si el gobernador “desconoce los acuerdos”. Estos acuerdos podrían incluir varias cosas, pero lo más probable es que el CJNG y el Comando Tlahuica exijan impunidad para operar distintos giros delictivos en Morelos, e incluso para exterminar a miembros de grupos rivales.
Tampoco podemos descartar que el escándalo en Morelos evolucione de forma similar a como ocurrió durante la atropellada gestión de Fausto Vallejo en Michoacán (donde, en 2014, se difundió una serie de videos en los que se observaba a personas de su círculo cercano conversando con La Tuta, líder de Los Caballeros Templarios). Ese mismo año se intensificó el conflicto entre Los Caballeros Templarios y grupos de autodefensa. La suma de la crisis política y de seguridad orilló al gobierno federal a intervenir, por medio del nombramiento de un ‘comisionado’ que, en los hechos, reemplazó al gobierno estatal en varias de sus atribuciones centrales.